jueves, 27 de marzo de 2014

16 tesis sobre evolución y crisis de la Union Europea

 















Las tesis son un resumen de tres textos anteriores: Evolución y crisis de la Unión Europea, ¿Podemos acabar con la OTAN mediante elecciones europeas?, y Europa y Zeus, a libre disposición en internet.

1. Hoy existen cuatro grandes interpretaciones de lo que es la Unión Europea, de cómo y por qué se ha formado y de hacia dónde puede dirigirse. Vamos a sintetizarlas a grandes rasgos:


1.1. La primera es la que sostiene que la Unión Europea es el resultado del desarrollo de «la idea europea» que tendría su primera plasmación histórica en el Imperio Romano y en especial a partir de la ley de ciudadanía romana del emperador Caracalla en el año 212 concedida a todas las personas del imperio excepto a quienes habían resistido tenazmente en sus fronteras para no ser integrados en el imperio. Esta tesis sostiene que, tras la caída del Imperio Romano de Occidente, fue Carlomagno el que recuperó la «idea de Europa», siendo luego Carlos V, Napoleón, etc., sus sucesores, hasta llegar al presente. Esta corriente es esencialmente idealista y reaccionaria.
1.2.
La segunda es la que sostiene que la Unión Europea es el resultado del ideal humanista y antibelicista que emergió tras la masacre de la Segunda Guerra Mundial ante la posibilidad que se repitiese pero a una escala cualitativamente superior por la existencia de las armas nucleares. Para construir esa Europa neutral, equilibrada y pacífica era necesaria una «ciudadanía europea» asentada en una prosperidad socioeconómica que debía empezar por una política común del carbón y del acero, y por una incentivación agraria que facilitase la alimentación abundante y barata. Esta corriente es idealista en lo ideológico, conservadora en lo político y capitalista en lo económico.

1.3.
La tercera es la versión socialdemócrata de la anterior, que se diferencia en el acento democraticista y keynesianista -en la propaganda- de la Unión Europea, insistiendo sobre todo en los poderes del Parlamento Europeo como núcleo de la democracia europea. En la práctica, esta corriente aplica el social-liberalismo a lo sumo con un débil «aroma» neokeynesiano siempre dentro de una política euroimperialista que actualiza las tesis colonialistas de un sector creciente de la II Internacional antes de 1914. Esta corriente sostiene que hay que movilizar a la «ciudadanía democrática» para impedir que el conservadurismo y la reacción dirijan la Unión Europea hacia el expansionismo autoritario. Hay tantas versiones de estos reformismos como colectivos y partidos, y existen además versiones eurocomunistas y reformistas tan duras como se quiera.

1.4.
La cuarta y última, la minoritaria, es la que sostiene que la historia de la Unión Europea es el producto de las contradicciones capitalistas a tres niveles: sus contradicciones económicas endógenas, sus contradicciones político-estatales exógenas pero dentro de Europa, y sus contradicciones a escala mundial. La lucha de clases y de los pueblos oprimidos sintetiza estas tres. En el primer nivel chocan la ley de la concentración y centralización, la ley de la perecuación, etc. En el segundo chocan la ley de la competencia interburguesa e interestatal, etc. En el tercero chocan los dos anteriores pero a escala mundial. Por último, como síntesis, esta complejidad se plasma concretamente en las luchas de clases y de pueblos opresores y oprimidos, de manera que la Unión Europea actual es el resultado de esas feroces contradicciones, y su futuro estará determinado por los resultados de las luchas presentes y futuras.

2. Esta cuarta postura sostiene que en toda sociedad basada en la propiedad privada y en la explotación de la fuerza de trabajo social por una minoría, por la clase propietaria, es la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción la que, a la larga, determina los márgenes objetivos insalvables dentro de los cuales esa sociedad puede evolucionar hasta que, si quiere saltar a otros márgenes mejores, debe revolucionar más o menos violentamente el antiguo marco de relaciones sociales para ponerse a la altura de las necesidades expansivas de las fuerzas productivas. Pero este salto no siempre tiene por qué producirse, ya que la sociedad puede estancarse, caer en un letargo que la fagocite a sí misma. Peor aún, si ese salto termina en derrota para las clases revolucionarias que quieren desatascar la historia y liberar las tremendas potencialidades emancipadoras que tienen las fuerzas productivas, entonces esa derrota puede abrir un largo período contrarrevolucionario que termine empeorando sobremanera el presente y el futuro, o incluso que lleve al exterminio mutuo de las clases en conflicto.

3. Las fuerzas productivas son las determinantes en última instancia, a largo plazo, pero siempre mediante una dialéctica de interacciones permanente con las relaciones sociales de producción. En esta dialéctica destaca la acción del Estado con sus múltiples recursos político-militares, culturales, etc., y también económicos. Conforme los modos de producción evolucionan hacia el capitalismo, el Estado va adquiriendo más y más importancia, hasta llegar en este último modo, el actual, a jugar un papel clave por mucho que el neoliberalismo lo niegue en su propaganda, pero lo refuerce en la práctica. La historia de la Unión Europea es incomprensible sin esta creciente participación de los Estados en las luchas de todo tipo, incluso adelantándose a ellas, provocándolas con sutilezas maquiavélicas o con burda ferocidad.
4.
Pero de entre todas las formas de participación, de los Estados, y de otros poderes paraestatales y extraestatales, las más decisivas son aquellas que se desarrollan en los períodos de crisis largas, crisis globales que sintetizan y unifican a todas las crisis parciales que se han ido gestando con el tiempo, confluyendo al final en una gran crisis definitiva. No podemos extendernos ahora en más detalles, pero podemos decir que son las contradicciones económicas las que minan a las sociedades, las que fuerzan que se agudicen otras crisis distintas -medioambientales, alimentarias, energéticas, culturales, religiosas, nacionales, etcétera-, de modo que todas ellas van acercándose progresivamente hasta fusionarse en una sola gran crisis. Conforme se acerca este momento, la política va adquiriendo cada vez más importancia y con ella también el papel de la violencia organizada militarmente. Es decir, se incrementa el papel del Estado. Si bien las crisis aparecen por razones económicas en el fondo, su salida, su resolución en uno o en otro sentido sólo es posible desde la política; y si la crisis es global, estructural, su solución sólo puede ser político-militar.

5. Hay que decir que, en la sociedad burguesa, el Estado es la forma política del capital, y que el ejército burgués, componente decisivo del Estado, es su forma político-militar. Independientemente de los cambios y adaptaciones que sufra el Estado en las fases capitalistas, su forma político-militar tiende a reforzarse en la medida en que se incrementan las dificultades de realización del beneficio, en la medida en que es necesario intervenir más y más para acelerar el circuito completo de la obtención de la ganancia, y en la medida en que el mercado ya mundializado exige más y más atención por parte de las burocracias estatales para ayudar a sus respectivas burguesías. La historia de la Unión Europea así lo demuestra. Pues bien, las reordenaciones son los momentos cortos e intensos en los que la política sanciona los resultados militares -derrota o victoria- de la guerra sostenida por los bandos estatales y clasistas enfrentados en el período anterior.

6. La política se sienta sobre centenares de miles de cadáveres y legitima oficialmente al vencedor. Este impone oficialmente y en breve tiempo nuevas condiciones o abre un período en el que sus exigencias y necesidades expansivas van desplazando a las del bando vencido, o ambas cosas. La evolución del capitalismo europeo ha sido facilitada sobremanera por el Tratado de Wetsfalia, por el Congreso de Viena y por los tratados de Teherán, Yalta y Potsdam. Las potencias victoriosas en las guerras precedentes han impuesto sus condiciones en estos tratados, lo que les ha permitido sancionar la superioridad de su economía, de sus monedas y sistemas de cambio, de su proteccionismo interno y de las aperturas de otras economías vencidas, de su poder en el mercado mundial, etcétera.

7. Por poner una fecha, desde 1992 con el Tratado de Maatricht las potencias coaligadas alrededor de la burguesía alemana están desplegando una serie de exigencias para aumentar su poder y disminuir el de otras burguesías, pero sobre todo romper definitivamente las conquistas obreras y populares europeas. Con altibajos en los ritmos y hasta con desviaciones puntuales en los objetivos y las tácticas, pese a todo, el bloque burgués liderado por la Gran Alemania reunificada está logrando sus objetivos. Las sucesivas fases de expansión y de crisis económicas, hasta llegar a la situación de crisis general abierta en 2007 y endurecida desde 2009, tales alteraciones han debilitado más a las clases y pueblos explotados, a las burguesías débiles y a sus Estados endeudados, que al bloque dirigente euroalemán, también afectado por la crisis pero que se beneficia de su poder dirigente.

8. Sin embargo, a diferencia del pasado, ahora este bloque euroalemán no dispone de un recurso contundente para imponer su voluntad de una manera rápida e incuestionable, como fueron los ejércitos en otras reordenaciones. Ahora, este bloque debe presionar económica y políticamente en vez de amenazar con la fuerza armada porque, a diferencia del pasado, ahora hay tres obstáculos nuevos que lo determinan todo: uno, la supremacía militar yanqui expresada mediante la OTAN; dos, la mundialización de la ley del valor-trabajo y del mercado, y tres, la emergencia de nuevas áreas expansivas del capitalismo mundial, especialmente la asiática. Las tres novedades, además, están presionadas internamente por la agudización de la doble contradicción esencial del capitalismo: por un lado, su tensión «interna» entre el aumento de la capacidad productiva y la incapacidad de consumir todo lo que se produce, o sea, la contradicción irreconciliable entre la producción social y la apropiación privada; y por otro lado, su tensión «externa» entre las necesidades ciegas e irracionales del sistema y el deterioro acelerado socioecológico, energético y alimentario.

9. Hablamos de «doble contradicción esencial» para decirlo rápidamente sin mayores explicaciones porque en realidad es una única contradicción total que enfrenta a este modo de producción con la humanidad y la naturaleza en su conjunto. Y esta aquí, en esta única contradicción esencial que marca el contenido del sistema y que a su vez se expresa en diferentes formas reales, en donde debemos investigar hasta descubrir el papel decisivo del militarismo, y de la OTAN, en la fase imperialista del capitalismo. La teoría de la militarización surge de antes del imperialismo, pero se confirma y se precisa con el desarrollo imperialista. En Europa, como en todo el mundo, el militarismo imperialista es la forma real más plena del poder político como concentrado económico.

10. El Tratado de Maastricht y los sucesivos tratados de la Unión Europea, hasta llegar al importante de Lisboa de 2010, se sostienen en lo político-militar mediante las tres sucesivas adecuaciones de la OTAN desde su fundación de 1949. La primera fue su propia fundación y el papel que jugaba en la estrategia global yanqui junto al Plan Marshall de 1947 para evitar estallidos sociales en la Europa capitalista, recomponer a la burguesía europea y al reformismo, y comenzar a agredir a la URSS y al socialismo en general, y junto a las nuevas instituciones imperialistas creadas alrededor de Bretton Wood. Pero esta primera fase necesitó de adecuaciones tras la oleada de luchas de todas clases de finales de los años 60 hasta mediados de los 80: son los años en los que se crea el Grupo de Trevi, el acuerdo de Schengen y la Europol, por citar algunos pasos en la militarización policial y en la policialización militar, medidas represoras preventivas y activas impuestas, simultáneas a las políticas monetaristas y neoliberales que también entonces se aplican contra las clases y pueblos explotados. La OTAN, con sus organizaciones político-militares, culturales y mediáticas secretas, de las cuales la Red Gladio es sólo una muestra, es inseparable de este retroceso general de las libertades y derechos.
11.
La segunda fase de la OTAN se inicia en secreto a finales de los años 80 cuando los analistas del imperialismo aprecian las claras señales de debilitamiento interno de la URSS. A partir de 1989-1991 la OTAN empieza a adecuarse a las nuevas realidades imperialistas pero nunca piensa en autodisolverse una vez desaparecido el Pacto de Varsovia, creado en 1955. Todo lo contrario: se plantea como nuevo objetivo ser la fuerza central de la defensa de los «intereses de Occidente» en un mundo cada vez más complejo y enfrentado. Recordemos que desde mediados de los años 80 Estados Unidos y Gran Bretaña, en representación del capital financiero mundializado, abrieron la espita de la desregulación, de la liberalización de capitales, en fin, de la estrategia imperialista, sistematizada poco después en el terrible Consenso de Washington. Pero las resistencias de los pueblos, tras el inicial triunfalismo burgués del supuesto «final de la historia», resurgen desde 1992 y sobre todo desde mediados de esa década, años durante los cuales Estados Unidos elabora planes político-militares y económicos que serán inmediatamente activados tras el 11-S de 2001. Muy pocos meses después, la OTAN asume oficialmente que uno de sus fundamentales objetivos será desde ese momento: la «defensa de Occidente» contra el «terrorismo mundial».

12. La tercera y actual fase se inicia conforme avanza la crisis de 2007, que exige al imperialismo prepararse para la más que probable agudización de las resistencias mundiales y de los conflictos múltiples. Es alrededor de 2010 cuando la OTAN asume oficialmente un contenido más preciso que el de la simple «lucha contra el terrorismo» pues a partir de esa fecha también se incluye en sus objetivos básicos la «lucha contra la insurgencia». En realidad, la lucha contra la insurgencia se venía practicando desde 1943-1944, antes de la creación oficial de la OTAN. Lo que hace el imperialismo en 1949 es unificar dentro de la OTAN las distintas organizaciones secretas, tal como lo había hecho antes Estados Unidos al crear la CIA y la NSA. Pero en 2010 la OTAN reconoce oficialmente que la lucha contra la insurgencia es un objetivo central. A partir de aquí no hay problema alguno para comprender quién estaba detrás de los rumores de golpe militar en Grecia en noviembre de 2011; quién presionó en 2012 para que Alemania aceptase que su ejército podía intervenir en la política interna del país y cómo ha procedido a reprimir la revuelta social de Hamburgo de invierno de 2013/14; quién está organizando las maniobras próximas en Polonia en este año, y las de 2015 en Europa, etc.
13.
De la misma forma en que los aparatos político-militares fueron decisivos para desatascar las crisis mediante guerras y reordenaciones legalizadas en tratados y congresos, ahora la OTAN y otras fuerzas militares imperialistas lo son para intentar salir de la situación actual reforzando el poder del imperialismo occidental, debilitando lo más posible a las llamadas «potencias emergentes», y sobre todo derrotando de manera aplastante a la humanidad trabajadora. Hay que partir de esta perspectiva histórica para comprender el mundo en el que nos movemos y las grandes dinámicas tendenciales de su evolución. Por ejemplo, lo sucedido en Ucrania sólo es comprensible desde este método de estudio de la evolución del capitalismo europeo y de sus necesidades irracionales. Por ejemplo, las promesas reformistas sobre que van a cambiar la Unión Europea desde el Parlamento de Bruselas si obtienen los suficientes votos se descubren como simple brindis al viento conociendo las entrañas de la Unión Europea.

14.
Para las naciones oprimidas, para Euskal Herria en concreto, es imprescindible pensar desde este método todo lo relacionado con los procesos escoceses, catalanes y de otros pueblos hacia la conquista de su soberanía, para poder calibrar con cierta objetividad los límites y las posibilidades reales que la Unión Europea permite; es decir, los límites infranqueables que el capital financiero-industrial de alta tecnología y la OTAN establecen en el contexto mundial de larga duración en el que malvivimos. Cualquier proyecto de acción político-institucional en el Parlamento de Bruselas y en la Unión Europea que no se base siempre en el método aquí expuesto -hablamos del método, no de todas sus conclusiones-, sino que de una forma u otra esté lastrado por alguna o varias de las variantes de la versión del punto 1.3. arriba descrita, estará expuesto de raíz a las incongruencias y debilidades que siempre terminan surgiendo cuando se desconoce lo esencial del enemigo al que uno se enfrenta en el campo de batalla impuesto por ese enemigo, y no en el propio y con las propias armas.

15. La experiencia sobre el poder de cooptación, asimilación y deglución del parlamentarismo en general, es abrumadora. En el caso europeo hemos visto como eran integradas en la lógica del euroimperialismo fuerzas que lo prometían todo: los «verdes» alemanes, o las críticas desde la izquierda a Die Linke por su preocupante dinámica hacia el «realismo político» europeo reforzada a mediados de febrero de 2014, por citar sólo dos casos entre los muchos disponibles. Cuestiones sobre qué hacer frente a la deuda ilegítima son las más fáciles de resolver, aunque no lo parezca; pero existen otras realmente decisivas e imprescindibles de responder desde ahora para ir generando debate popular y conciencia crítica, como, por ejemplo, ¿hay que aceptar o no el euro?, ¿hay que permanecer o no dentro de la Unión Europea cuando dispongamos de mayores cotas de soberanía?, ¿exigimos desde ya el desmantelamiento de la OTAN?

16. Desde la perspectiva de un pueblo no oprimido nacionalmente, estas y otras preguntas son secundarias porque lo urgente para él es decidir, si le dejan, qué relaciones nuevas establece con la Unión Europea o si sale de ella, cómo y cuándo, etc. Pero para una nación a la que se le niega el elemental derecho a disponer de un Estado propio y se le obliga a permanecer dentro de la OTAN contra su mayoritaria voluntad expresada en referéndum, como es el caso canario, catalán y vasco, en estos casos de total prohibición de derechos elementales, lo decisivo es avanzar en un programa máximo que fije la estrategia a largo plazo de conquista de los objetivos históricos irrenunciables, programa máximo que debe orientar el programa mínimo de aplicación inmediata. Cada independentismo socialista tomará las decisiones que estime adecuadas a su proyecto, pero una lección histórica innegable es que la siempre existente lucha entre tendencias reformistas y revolucionarias se va desplazando hacia la primera en la medida en que se posponen o se relativizan los programas máximos para priorizar la urgencia táctica de los programas mínimos.


Euskal Herria, 25 de marzo de 2014
** Nota: tesis a exponer en el debate del 27 de marzo organizado por IPES en Zirika de Bilbo.

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