miércoles, 19 de marzo de 2014

A pocas horas del 22M, CC.OO y UGT se reunieron con patronal y gobierno para consolidar la "paz social"


El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, se han reunido esta mañana en el Palacio de la Moncloa con los presidentes de CEOE y Cepyme, Juan Rosell y Jesús Terciado, y con los secretarios generales de CC.OO. y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, para analizar la situación económica.

La reunión, que no había sido anunciada, ha concluido con el compromiso de Gobierno y agentes sociales de impulsar el diálogo social para favorecer el cambio de ciclo económico, la creación de empleo y la cohesión social, según un comunicado conjunto emitido por las partes.
Gobierno, sindicatos y empresarios han señalado que para consolidar este cambio en el ciclo económico es necesario abrir una "nueva etapa" que requiere impulsar, "desde un renovado protagonismo del diálogo social", medidas destinadas a favorecer el crecimiento de la actividad, impulsar la creación de empleo, consolidar la evolución positiva de la demanda externa y reforzar la cohesión social.

Menea y vencerás...

 

Inoportunidad sindical

Con todo el respeto que merecen los sindicatos mayoritarios como organizaciones obreras genuinas y con todo el reconocimiento que cabe darles a los cientos de miles de trabajadores afiliados a CCOO  y UGT, la reunión mantenida por los máximos dirigentes de estas organizaciones, Ignacio FernándezToxo y Cándido Méndez, con el presidente Rajoy es de una inoportunidad imperdonable.
Existiendo un periodo de confrontación con el ultraconservador gobierno del PP, en el terreno electoral para castigarlos tan duro como se pueda y en el campo de la movilización para detener sus continuas agresiones y con miles de personas recorriendo la geografía del país en las Marchas de la Dignidad para poner un dique a tanto desafuero, la imagen de los dos dirigentes sindicales junto a Rajoy, Báñez  y la patronal traspasa todos los niveles asumibles por la izquierda y podría considerarse una traición abierta a la lucha de la sociedad contra los desmanes que ha cometido este gobierno, y piensa seguir aplicando según los consejos y directrices que emanan de la Troika.
Ninguna conclusión han extraído de la experiencia pasada. Se sientan con el gobierno, aportándole un balón de oxígeno que no debían haberle proporcionado y olvidando el estado actual de la sociedad en sus múltiples expresiones, a cual más degradada.  Con actuaciones así estos dirigentes pierden legitimidad. Se han prestado a la campaña mediática del gobierno sobre la salida de la crisis cuando millones de ciudadanos sufren, sin esperanza alguna, las secuelas de esta crisis sistémica provocada y ahondada por las políticas de ajuste y austeridad.
La Cumbre Social ha cumplido un papel de acompañamiento y arrope pero puede sentirse defraudada por los dirigentes de CCOO y UGT, y tendrá que replantearse su existencia si no se produce un cambio en la cúpula de esos sindicatos.
La lucha sigue cada vez más necesaria e imperiosa. El desánimo no debe atraparnos. Pero solo podremos continuar sobre la base de que los secretarios generales de los dos sindicatos más importantes del país jueguen su  papel en la defensa de los derechos de los trabajadores, golpeados por la política más destructora de equidad social de toda la democracia.

 

 

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