martes, 6 de enero de 2015

Vigencia del “Informe Navajas”


SENTENCIA “CASO CLUBES RIVIERA Y SARATOGA”. MAYO DE 2014.
“Su larga experiencia en información y su perfil ampliamente explicado en juicio por varios de sus superiores y compañeros de profesión del que dicen que era de una persona que conocía bien la seguridad que había trabajado en información e incluso que había estado infiltrado con autorización en trabajos relativos a terrorismo”. Sobre un policía implicado en una mafia policial catalana vinculada a un “clan de proxenetas” con sede en Euskadi y delegaciones por toda la península.

“Alega que en el País Vasco los prostíbulos son la mejor fuente de información sobre terrorismo. Finaliza solicitando una sentencia absolutoria”. Argumento de defensa de un proxeneta, miembro del “clan de La Rosa”.
“Como se ha relatado en los hechos, Antonio Herrero era socio y propietario de varias empresas entre las que se encontraban Clubs de Alterne (fichas de imputación MMEE). Además tenía empresas dedicadas a la seguridad donde empleaba a policías en segunda actividad como “Kepa” procedente de la Ertzaina”. En torno al líder del “clan de La Rosa” y sus relaciones con exaltos mandos de la Ertzaintza.
LA VIGENCIA DEL “INFORME NAVAJAS”
Riviera-Saratoga”: proxenetas, mafia policial y ertzainas
Durante el juicio del “caso Riviera-Saratoga” en Barcelona, los medios han dedicado extensas informaciones con titulares contundentes. “Policías, chulos y prostitutas” en Onda Cero, “Burdeles de placa y pistola” en El País, “Mafia policial y proxenetas en el banquillo” en ABC, “Las prostitutas del Saratoga y el Riviera eran drogadas” en Diario de Navarra, incluso la BBC se interesó por el asunto.
Cerca de media docena de Policías españoles han sido procesados por el “caso Riviera-Saratoga”, una operación judicial promovida por la Policía autónoma catalana. El País relaciona a esta mafia policial con otra de la Guardia Civil que opera en Catalunya. El titular elegido para esta información fue “guardias civiles y policías al otro lado de la ley”.
El protagonista de la trama de proxenetas y mafia policial ha sido ninguneado en los medios. Antonio Herrero Lázaro es el líder del “clan de La Rosa”, grupo con clubes por toda la península y con plaza fuerte en Euskal Herria: club La Rosa (Oiartzun), Liberty y Guria en Gasteiz, Errota Berri (nuevo molino) en Donostia, Frontera y Clipper en Irún y Ontza (búho) en Legorreta. Este clan también controló la discoteca Universal, en el municipio navarro de Lakuntza. En 1992, un informe secreto de la Guardia Civil, “operación Arca de Noé”, vinculó a Antonio Herrero a la “trama verde de Intxaurrondo”. Sus informaciones lo ubicaron en un grupo que “junto a dos traficantes de Irún, dos ertzainas (Jhon y Julio), y un grupo de gente de Bilbao, se dedican al tema de la droga”.
Antonio Herrero se codea con apellidos de peso en la política. Llegó a comprar el palacete de la familia Mayor Oreja en Donostia, un edificio protegido que acabó siendo derribado después de acometer obras sin licencia. También adquirió dos inmuebles en una exclusiva zona de Madrid, ambos propiedad de Romualdo Hernández Mancha (hermano mayor del expresidente de Alianza Popular). El “clan de La Rosa” también adquirió la mayoría del capital de Abymatic, una empresa de seguridad privada con sede en Madrid1. Desde 2006, estaba administrada por un alto mando de la lucha antiterrorista de la Ertzaintza en excedencia laboral.
La autovía de Castelldefels había abierto otra oportunidad de negocio2 para Antonio Herrero Lázaro. Varias torres hoteleras construidas para los Juegos Olímpicos de 1992 dejaron de ser útiles. Fueron vendidas “a buen precio” y remplazados por macro-clubs de alterne3. Antes de celebrarse los JJOO de Barcelona de 1992, la Audiencia Nacional desató un operativo contra militantes de izquierda e independentistas. El operativo estaba dirigido por el juez Baltasar Garzón Real y contaba con la colaboración del inspector Javier Martín Pujal, ahora protagonista de la mafia policial del caso Riviera-Saratoga.
Los medios que han ofrecido cobertura al caso Riviera-Saratoga también han ninguneado que una docena de menores de edad fueron rescatadas (“identificadas” dice el informe judicial) durante el cierre de los clubs. Durante veinte años, los servicios de asistencia social han venido acogiendo a menores de edad derivadas de intervenciones judiciales contra la red de clubs del “clan de La Rosa”. Destaca por su crudeza el club Topacio en Cartagena, pero el caso más sangrante se produce en Barcelona. El caso Riviera-Saratoga desvela la captación continuada de menores de edad. Cabe señalar un informe extraordinario del Ararteko, publicado en mayo del 2000, en el que reconoce la existencia de “mafias que eluden la persecución policial” vinculadas a “redes de prostitución que utilizan a chicas menores”.
1 En Madrid, Antonio Herrero manejaba los clubs Belle Epoque, Flowers Park y Mississippi. También dispone de un inmueble en la calle Génova, a pocos metros de la sede central del PP.
2 José María Fuster Fabra, abogado del despacho de la defensa del general Rodríguez Galindo, realizó varios informes jurídicos para evaluar la viabilidad de proyectar allí varios clubs de alterne. El negocio era tan boyante que Fernando Martínez, dirigente del PP en Catalunya, no dudo en ejercer de asesor de “empresarios” interesados en explotar un club en la autovía de Castelldefels.
3 La primera torre hotelera en caer en manos de Antonio Herrero fue La Mansión, en la avenida Europa de Gavá. Su entorno medioambiental y su estilo “señorial” dieron “fama internacional” a la “meca del turismo sexual”. En 1997, este local obtuvo un beneficio neto de 43 millones de pesetas, cifra que dobló el siguiente año. A finales de los 90, puso en marcha dos clubs más en Castelldefels: Riviera y Saratoga. Medios catalanes calculaban que un macro-puticlub como los citados podría obtener unos beneficios netos de entre 300 y 500 millones de pesetas anuales. En 1998, el club Riviera generó 99 millones de pesetas netos de beneficios, multiplicando por siete la cifra de dos años antes, cuando la actividad era meramente hostelera y no explotaba a 200 mujeres.

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