domingo, 25 de octubre de 2015

El imperialismo contemporáneo según Samir Amin.

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 Samir Amin
El Imperialismo colectivo encuentra su razón de ser en la toma de conciencia, por las burguesías de los países de la tríada (Estados Unidos, Europa y Japon), de la necesidad de una gestión conjunta del mundo y en especial de las sociedades sometidas, y las que aún no se han sometido, de las periferias
Lecciones del siglo XX
Lenin, Bujarin, Stalin y Trotsky en Rusia, así como Mao, Zhou Enlai, y Den Xiaoping en China, dieron forma a la historia de las dos grandes revoluciones del siglo XX. Como líderes de partidos comunistas revolucionarios y más tarde como líderes de estados revolucionarios, se enfrentaron con los problemas propios de revoluciones triunfantes en países del capitalismo periférico y se vieron obligados a “revisar” (Uso deliberadamente este término, considerado sacrílego por muchos) las tesis heredados del marxismo histórico de la Segunda Internacional.
Lenin y Bujarin fueron mucho más allá de Hobson y Hilferding en su análisis del capitalismo monopolista y del imperialismo esbozando una importante conclusión política: la guerra imperialista de 1914-18 (fueron de los pocos, si no los únicos, que la anticiparon) fue un dramático acontecimiento que hizo posible una revolución dirigida por el proletariado.
Con la perspectiva que da el tiempo, tratare de indicar aquí, las limitaciones de estos análisis. Lenin y Bujarin consideran el imperialismo como una nueva etapa (“la más alta”) del capitalismo asociado con el desarrollo de los monopolios.
Pongo en duda esta tesis y sostengo que el capitalismo histórico ha sido siempre imperialista, en el sentido que ha producido la polarización entre centros y periferias desde su origen (siglo XVI), y que esta polarización sólo se ha incrementado en su actual desarrollo globalizado. El sistema pre-monopolista del siglo XIX fue no menos imperialista. Gran Bretaña mantuvo su hegemonía precisamente por su dominación colonial de la India.
Lenin y Bujarin pensaban que la revolución, que comenzó en Rusia (” en el eslabón más débil”), continuaría en el centro histórico del sistema (Alemania en particular). Su esperanza se asentaba en una subestimación de los efectos de la polarización imperialista, que destruyo las perspectivas revolucionarias en el centro.
Sin embargo, Lenin, y aún más Bujarin, rápidamente aprendieron la necesaria lección histórica. La revolución, hecha en nombre del socialismo (y el comunismo), era, de hecho, algo más: sobre todo era una revolución campesina.
¿Entonces que se podía hacer? ¿Cómo hacer que el campesinado se comprometiera con la construcción del socialismo? Había que hacer concesiones al mercado y respetar la propiedad campesina recién adquirida; no quedaba otra alternativa que progresar más lentamente hacia el socialismo. El Nuevo Plan Económico (NEP) implementó esta estrategia. Sí, pero …. Lenin, Bujarin y Stalin también entendieron que las potencias imperialistas nunca aceptarían la Revolución. incluyendo la NEP.
Después de las guerras calientes de la intervención, la guerra fría llego para transformarse en permanente, desde 1920 a 1990. 2 La Rusia soviética, a pesar que se encontraba lejos de construir el socialismo, fue capaz de liberarse de la camisa de fuerza que el imperialismo impone en todas las periferias del sistema mundial que domina.
En efecto, la Rusia soviética se desvinculo del sistema de dominación imperial. ¿Qué hizo a continuación? Impulsar la convivencia pacífica, haciendo concesiones en caso de necesidad y absteniéndose de intervenir demasiado activamente en la escena internacional. Sin embargo, fue forzoso armarse para hacer frente a nuevos e inevitables ataques.
Por otra parte , la rápida industrialización implícita en la NEP , entró en conflicto con los intereses de los campesinos amenazando romper con el fundamento del Estado revolucionario; la alianza obrero-campesina. Desde esta perspectiva, es necesario entender los errores de Lenin, Bujarin y Stalin.
En términos teóricos, se paso de un extremo a otro. A veces predomino la actitud determinista, inspirada en el enfoque de fases heredada del anterior marxismo (primero la revolución democrático burguesa, a continuación, la socialista), A veces prevaleció un enfoque voluntarista (la acción política permitiría saltar por encima de las etapas). Por último, a partir de 1930-1933, Stalin optó por la rápida industrialización y el aumento del armamentismo (esta elección fue sin duda una respuesta al ascenso del fascismo).
La colectivización del campo fue el precio de esa elección. Aquí otra vez debemos tener cuidado al juzgar demasiado rápido: todos los socialistas de la época (y también los capitalistas) compartían el análisis de Kautsky sobre este punto; creían que el futuro pertenecía a la agricultura a gran escala. La ruptura de la alianza obrero-campesina que esta elección implico tuvo como resultado el abandono de la democracia revolucionaria y un giro autocrático.
En mi opinión, Trotsky no lo habría hecho mejor. Su actitud ante la rebelión de los marineros de Kronstadt y sus equívocos posteriores demuestran que él no era diferente de los otros dirigentes bolcheviques en el gobierno. Pero, después de 1927, cuando vive en el exilio y ya no tiene la responsabilidad de gestionar el Estado soviético, se deleito en repetir los sagrados principios del socialismo – al igual que muchos marxistas académicos – sin preocuparse por las dificultades reales en la transformación de la sociedad.
Los comunistas chinos aparecieron más tarde de esta etapa revolucionaria. Mao fue capaz de aprender de los errores bolcheviques.
China se confrontado con los mismos problemas que la Rusia soviética: una revolución en un país atrasado, la necesidad de incluir a los campesinos en la transformación revolucionaria, y la hostilidad de las potencias imperialistas.
Sin embargo Mao fue capaz de ver más claro que Lenin, Bujarin y Stalin.  La revolución china era antiimperialista y campesina (anti-feudal). Pero no era una revolución democrática-burguesa ; era una revolución democrática popular.
La diferencia es importante: este último tipo de revolución requiere el mantenimiento de la alianza obrero-campesina durante un largo período. China, por tanto, fue capaz de evitar el error fatal de la colectivización forzosa e imaginar otra manera de avanzar : A pesar de hacer la tierra agrícola de propiedad estatal, dio a los campesinos igualdad de acceso a la utilización de esta tierra, y renovó la agricultura familiar.
Las dos grandes revoluciones del siglo XX tuvieron dificultades en el logro de la estabilidad, ya que se vieron obligados a reconciliar el fundamento de una perspectiva socialista y las concesiones al capitalismo.
¿Cuál de estas dos tendencias prevalecería? Estas revoluciones sólo lograron estabilidad después de su “Termidor”, para usar el término de Trotsky. ¿ Pero cuando fue el Termidor en Rusia? ¿ Fue en 1930, como decía Trotsky? ¿ O fue en la década de 1920, con la NEP? ¿O realmente se produjo con la edad del hielo de Brezhnev? Y en China, ¿ Mao urdió el Thermidor a partir de 1950? ¿O tenemos que esperar hasta Deng Xiaoping para hablar del Termidor a partir de 1980?
No por casualidad se hace referencia a las lecciones de la Revolución Francesa. Los tres grandes revoluciones de los tiempos modernos (francesa, rusa y china) son grandes precisamente porque iban más allá de las necesidades inmediatas del momento.
Con el ascenso al poder de la Montaña, dirigida por Robespierre, en la Convención Nacional, la Revolución Francesa se consolidó , como popular y burguesa , en el caso de las revoluciones de chinos y rusos, estas se esforzaron por recorrer todo el camino hacia el socialismo, incluso si esta perspectiva estuviera fuera en la agenda inmediata debido a la necesidad de evitar la derrota.
El Thermidor no fue la Restauración. Esto no ocurrió en Francia, ni siquiera con Napoleón, aconteció sólo a partir de 1815. Sin embargo hay que recordar que la restauración no pudo acabar completamente con la gigantesca transformación social originada por la Revolución.
En Rusia, la restauración se produjo incluso más tarde en su historia revolucionaria, con Gorbachov y Yeltsin. Cabe señalar que esta restauración sigue siendo frágil, como puede verse en los desafíos que Putin debe enfrentar. En China, ha habido (o no) una restauración.
Una nueva etapa del capital monopolista
El mundo contemporáneo todavía se enfrenta a los mismos retos con que toparon las revoluciones del siglo XX. La profundización continua de la desigualdad centro / periferia, característica de la expansión del capitalismo globalizado, sigue dando lugar a una misma consecuencia política importante: la transformación del mundo con -revoluciones anticapitalistas y populares-(potencialmente nacionales y antiimperialistas) son las únicas en la agenda de un futuro cercano previsible.
Pero esta transformación sólo será capaz de ir más allá de sus primeros pasos y continuar en el camino hacia el socialismo cuando los pueblos de los centros, comiencen, a su vez, la lucha por el comunismo, visto como una etapa superior de la civilización humana universal. La crisis sistémica del capitalismo en los centros da una oportunidad para que esta posibilidad se traduzca en realidad.
Mientras tanto, los pueblos y estados del Sur tienen un doble desafío que enfrentar:
  1. El lumpen-desarrollo del capitalismo contemporáneo en todas las periferias del sistema no tiene nada que ofrecer a las tres cuartas partes de la humanidad;en particular, este lumpen-desarrollo conduciendo a la rápida destrucción de las sociedades campesinas de Asia y África, y por tanto la respuesta dada a la cuestión campesina gobernará en gran medida la naturaleza de los cambios futuros.
  1. La agresiva geoestrategia de las potencias imperialistas, que se oponen a cualquier intento por parte de los pueblos y los Estados de la periferia para salir del callejón sin salida, obliga a los pueblos interesados ​​a derrotar el control militar del mundo que conserva Estados Unidos y sus aliados subalternos europeos y japoneses.
La primera larga crisis sistémica del capitalismo se inició en la década de 1870. El desarrollo del capitalismo histórico, en su largo lapso, sugiere una sucesión de tres épocas: diez siglos de incubación desde el año 1.000 en China hasta las revoluciones del siglo XVIII en Inglaterra y Francia, un siglo corto de florecimiento triunfal ( el siglo XIX), probablemente una larga decadencia que comprende la primera crisis (1875-1945) y luego la segunda (iniciado en 1975 y que sigue aún en curso).
En cada una de estas dos largas crisis , el capital ha respondido la misma triple fórmula: concentración del control de los capitales, profundización de una globalización desigual y financiarización de la gestión del sistema.
Dos grandes pensadores (Hobson y Hilferding) captaron en su tiempo la enorme importancia de la transformación del capitalismo en capitalismo monopolista. Pero fue Lenin y Bujarin quienes sacaron la conclusión política de esta transformación, una transformación que inicia la decadencia del capitalismo y por tanto la revolución socialista se puso al orden del día.
En realidad la formación primaria del capitalismo monopolista , se remonta a finales del siglo XIX, en los Estados Unidos realmente se establece como un sistema sólo desde la década de 1920, y conquista Europa Occidental y Japón en los “treinta años gloriosos” que sucedieron a la segunda Guerra Mundial.
El concepto de excedente, expuesto por Baran y Sweezy, en la década 1950-1960, nos permitió una comprensión de lo que es esencial en la transformación del capitalismo. Convencido que este trabajo enriqueció sustantivamente la crítica marxista del capitalismo, emprendí en 1970 una necesaria reformulación. En mi opinión, la “primera” transformación del capitalismo a capitalismo monopolista (1920 a 1.970) a cambiado a capitalismo monopolista generalizado, nueva fase cualitativa del sistema.
En las formas anteriores la competencia entre las numerosas empresas que producen , con el mismo valor de uso , fueron decisiones hechas por los propietarios capitalistas de esas empresas sobre la base de un precio de mercado reconocido, que se impuso como un dato de uso externo .
Baran y Sweezy observaron que los nuevos monopolios actúan de forma diferente: fijan sus precios de forma simultánea con la naturaleza y el volumen de sus productos. Por tanto esto es el fin de la “competencia justa y abierta”, que sigue estando, muy al contrario de la realidad, en el corazón de la retórica económica convencional ‘!
La abolición de la competencia, la transformación radical del significado de ese término, de su funcionamiento y de sus resultados, se desprende el sistema de precios a partir de su base, el sistema de valores, y en ese mismo camino se esconde de la vista del marco referencial que se utiliza para definir el capitalismo de racionalidad.
Aunque los valores de uso utilizados para constituir a un gran realidades autónomas medida, se convierten, en el capitalismo monopolista, el objeto de fabricaciones reales producidos sistemáticamente a través de estrategias agresivas y particularizados de ventas (publicidad, marcas, etc.).
En el capitalismo monopolista, una reproducción coherente del sistema productivo ya no es posible más que por el ajuste mutuo de los dos capítulos analizados en el segundo volumen de El Capital: a partir de entonces hay que tener en cuenta un volumen III, estudiado por Baran y Sweezy. Este análisis explica la absorción del excedente agregado promovido por el Estado, más allá de la inversión privada y más allá de la parte del consumo privado dedicado al consumo capitalista.
El ejemplo clásico de este gasto es el gasto militar. Sin embargo, esta noción se debe ampliar para cubrir una gama más amplia de los gastos socialmente necesarios y promovidos por el capitalismo monopolista generalizado.
Esta excrecencia a su vez, favorece de hecho, la supresión de la distinción hecha por Marx entre trabajo productivo ( plusvalía) de la mano de obra y el trabajo improductivo.
Todas las formas de trabajo asalariado pueden convertirse en fuentes de posibles beneficios. Un peluquero vende sus servicios a un cliente que le paga de su ingreso. Pero si la peluquería se convierte en un salón de belleza , con empleados, la empresa debe lograr un beneficio para su dueño.
Si el país cualquiera, tiene diez millones de trabajadores asalariados, este trabajo proporcionará el equivalente a doce millones de años de trabajo abstracto, y si los salarios percibidos por los trabajadores le permite comprar bienes y servicios por solamente de seis millones de años de trabajo abstracto, la tasa de explotación para todos ellos, trabajo productivo e improductivo confundidos, sumará el 100 por ciento. Los años de trabajo abstracto que los trabajadores no reciben serán invertidos en la compra de bienes de producción destinados a ampliar el capital y a su expansión.
El Capitalismo Monopolista generalizado (Desde 1975)
El paso de la capital monopolista inicial hasta su forma actual (capitalismo monopolista generalizado) se llevó a cabo en un corto período de tiempo (entre 1975 y 2000) en respuesta a la segunda larga crisis del capitalismo en decadencia. En quince años, la centralización del poder del monopolio y su capacidad de control sobre todo el sistema productivo ha alcanzado cotas impensables con lo que hasta ahora conocíamos.
Mi primera formulación del capitalismo monopolista generalizado data de 1978, cuando desarrollé una interpretación de las respuestas que está dando el capital para el desafío de su larga crisis sistémica, abierta entre 1971 y 1975.
En esa interpretación determine tres direcciones de esa respuesta: el fortalecimiento del control de la economía por los monopolios, la profundización de la globalización (y la externalización de la industria manufacturera a la periferia), y la financiarización. Probablemente el trabajo que André Gunder Frank y yo publicamos juntos en 1978, interesó porque nuestras tesis se adelantaron a su tiempo.  Hoy en día las tres características en cuestión han saltado a la vista de todos. 11
A esta nueva fase del capitalismo monopolista lo agregamos un adjetivo : “generalizado” porque especifica lo que es nuevo: los monopolios están , hoy en día, en una posición que les da la capacidad de reducir todas (o casi todas) las actividades económicas a un estado “subcontratista”.
La agricultura familiar en los centros capitalistas ofrece el mejor ejemplo de esto. Los agricultores son controlados aguas arriba por los monopolios que proporcionan sus insumos y financiamiento, y aguas abajo por las cadenas de comercialización, hasta el punto que las estructuras de precios manejadas por las grandes cadenas acaban con el ingreso de su trabajo. Los agricultores sobreviven sólo gracias a los subsidios públicos sufragados por los contribuyentes.
Esta extracción es, pues, en el origen de las ganancias de los monopolios!  Tal como se ha observado con las quiebras bancarias, la nueva gestión económica se resume en una frase: privatización de las ganancias de los monopolios y socialización de sus pérdidas!  Seguir hablando de la “libre competencia” y de ” precios fijados por los mercados” es una verdadera farsa.
El antiguo poder económico fragmentado de la propiedad burguesa ha dado paso a un poder centralizado ejercido por los directores de los monopolios y una cohorte de servidores asalariados.
En la etapa del capitalismo monopolista generalizado el sistema no implica la concentración de la propiedad, por el contrario es más dispersa que nunca, pero los monopolistas tienen el poder de manejarlo prácticamente todo. Por eso es engañoso utilizar el termino “patrimonial” para el capitalismo contemporáneo.
El termino patrimonio es sólo una apariencia para captar “accionistas populares “. Monarcas absolutos, los altos ejecutivos de los monopolios, lo deciden todo en su nombre. Por otra parte, la globalización del sistema borra de manera integral (es decir, económica, política y socialmente ) la lógica de los sistemas nacionales, sin poner en su lugar ninguna lógica.
Este es el imperio del caos– que es el título de uno de mis trabajos, publicado en 1991 y posteriormente adoptado por otros : de hecho, la violencia política internacional ocupa el lugar de la competencia económica.
La financiarización de la acumulación.
La nueva financiarización de la vida económica corona esta transformación del poder del capital. En lugar de las estrategias establecidas por los verdaderos dueños del capital fragmentado, los administradores de títulos de propiedad sobre el capital son los que mandan. Lo que se llama vulgarmente capital ficticio (el valor estimado de los certificados de propiedad) no es más que la expresión de este desplazamiento, esta desconexión entre el mundo virtual y real.
Por su propia naturaleza la acumulación capitalista siempre ha sido sinónimo de desorden, en el sentido que Marx dio a este término: un sistema de desequilibrio (impulsado por la lucha de clases y los conflictos entre las potencias) que no busca tender hacia el equilibrio.  Este trastorno resultante de la competencia entre capitales fragmentados se mantuvo dentro de límites razonables a través de la gestión del sistema de crédito llevado a cabo bajo el control del Estado nacional.
Con el capitalismo financiarizado y globalizado contemporáneo esas fronteras desaparecen; la violencia de los movimientos de desequilibrio se ve reforzada. El sucesor del trastorno del desequilibrio es el caos.
La dominación por el capital de los monopolios generalizados se ejerce a la escala mundial a través de la integración global del mercado monetario y financiero, con base en el principio de los tipos de cambio flexibles, y a la obligación a renunciar a los controles nacionales sobre el flujo de capital.
Esta dominación se esta poniendo en duda, en diversos grados, por las políticas estatales de los países emergentes. El conflicto entre estas últimos políticas y los objetivos estratégicos del imperialismo colectivo de la tríada se convierte en uno de los ejes centrales que posiblemente esta colocando el capitalismo monopolista generalizado, una vez más en tela de juicio.
La decadencia de la democracia
En los centros del sistema, el capitalismo monopolista generalizado ha traído consigo la generalización de la forma-salario. Los altos directivos son empleados, que no participan en la formación de la plusvalía, de los cuales se han convertido en consumidores.
En el otro polo social, la proletarización generalizada de los asalariados es acompañada por la segmentación de la fuerza de trabajo. En otras palabras, el “proletariado” (en sus formas como se conocía en el pasado) desaparece en el momento mismo en que la proletarización se generaliza.
En las periferias, los efectos de la dominación de los monopolios generalizados de capital no son menos visibles. Por encima de una estructura social ,compuesta por las clases dominantes locales, las clases subalternas y burócratas de estado, se coloca un superclase dominante emergente como consecuencia de la globalización.
Esta superclase a veces es la “neo-compradoras de adentro”, a veces la clase política (o la clase del partido único) que gobierna, o una mezcla de los dos.
Lejos de ser sinónimos, “mercado” y la “democracia” son, por el contrario, antónimos. En los centros hay un nuevo consenso. La llamada “cultura política” es sólo aparente, en realidad es sinónimo de despolitización, Esta despolitización ha tomado el lugar de la antigua cultura política basada en la confrontación derecha-izquierda que se utilizaba en la democracia burguesa para dar significado a las contradicciones y a la lucha de clases dentro de ese marco.
En las periferias, el monopolio del poder capturado por los superclase locales dominantes implica asimismo la negación de la democracia. El ascenso del Islam político es un ejemplo de una regresión tales.
El imperialismo colectivo de la Tríada; el Estado en el capitalismo contemporáneo
En la década de 1970, Sweezy, Magdoff, y yo dijimos que el capitalismo monopolista estaba entrando en una nueva era, caracterizada por la progresiva y rápido desmontaje de sistemas de producción nacionales.
La producción de un número cada vez mayor de bienes de mercado ya no puede ser definida por la etiqueta “made in France” (o made in los Estados Unidos), se ha transformado en “Hecho en el mundo”, porque su fabricación está dividida en segmentos , que se encuentra aquí y allá a lo largo y ancho de todo el planeta.
Reconocer este hecho, ahora un lugar común, no implica que sólo hay una explicación para la actual transformación del sistema. Por mi parte, lo explico por el avance en el control del capital desde el capitalismo de los monopolios al capitalismo de los monopolios generalizados.
La revolución de la información, entre otros factores, proporciona los medios que hacen posible la gestión de este sistema de producción disperso en todo el mundo.  Estos medios sólo se emplean como respuesta a una nueva necesidad objetiva creada por el avance en el control centralizado de capital.
La aparición de este sistema de producción globalizada elimina políticas coherentes de “desarrollo nacional” (efectivamente diversos y desiguales), pero no sustituye una nueva coherencia, la de un sistema globalizado.
La razón de ello es la ausencia de una burguesía globalizada y un estado globalizado, que examinaré más adelante. En consecuencia, el sistema de producción globalizado es incoherente por la naturaleza.
Otra consecuencia importante de esta transformación cualitativa del capitalismo contemporáneo es el surgimiento del imperialismo colectivo de la tríada, que toma el lugar de los imperialismos nacionales históricas (de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Alemania, Francia y algunos otros)
El Imperialismo colectivo encuentra su razón de ser en la toma de conciencia, por las burguesías de los países de la tríada, de la necesidad de una gestión conjunta del mundo y en especial de las sociedades sometidas, y las que aún no se han sometido, de las periferias.
Algunos dibujan dos correla tesis de la aparición de un sistema de producción globalizada: el surgimiento de una burguesía globalizado y la aparición de un estado globalizado, los cuales encuentran su fundamento objetivo en este nuevo sistema de producción. Mi interpretación de los cambios y las crisis actuales me lleva a rechazar estas tesis.
No hay burguesía globalizada (o clase dominante) en el proceso de formación, ya sea en la escala mundial o en los países de la tríada imperialista.  Hay que hacer hincapié en el hecho que la centralización del control sobre el capital de los monopolios se lleva a cabo dentro de los Estados-nación de la tríada (Estados Unidos, cada miembro de la Unión Europea, Japón) mucho más de lo que en las relaciones políticas entre los socios de la tríada, o incluso entre los miembros de la Unión Europea.
Las burguesías (o grupos oligopólicos) están en competencia dentro de las naciones (y el Estado nacional gestiona esta competencia, al menos en parte), y entre las naciones. Así, los oligopolios alemanes (y el estado alemán) asumen la dirección de los asuntos europeos, no para el beneficio de todos, sino en primer lugar para su propio beneficio.
A nivel de la tríada, es, obviamente, la burguesía de los Estados Unidos, la que lidera la alianza, una vez más con una distribución desigual de los beneficios.
La idea que la aparición de la producción globalizada conlleva ipso facto el surgimiento de una clase dominante globalizado se basa en una hipótesis subyacente: el sistema debe ser coherente. En realidad, es posible que no sea coherente. De hecho, no es coherente y por lo tanto este sistema caótico no es viable.
En las periferias, la globalización del sistema de producción se produce en conjunción con la sustitución de los bloques hegemónicos de épocas anteriores por un nuevo bloque hegemónico dominado por las nuevas burguesías compradoras, que no son elementos constitutivos de una burguesía globalizada, pero que son los aliados subalternos de las burguesías de la tríada dominante.
Al igual que no hay una burguesía globalizada en proceso de formación, tampoco hay un estado globalizado en el horizonte. La razón principal de esto es que el actual sistema globalizado no atenúa, sino que acentúa el conflicto (ya visible ) entre las sociedades de la tríada y los estados del resto del mundo.
De hecho me refiero a potencialmente a conflictos entre estados. La ventaja derivada de la posición dominante de la tríada (alquiler imperialista) permite que el bloque hegemónico formado alrededor de los monopolios generalizados se beneficien de una legitimidad que se expresa, a su vez, por la convergencia de todos los principales partidos electorales, tanto de derecha como de izquierda, y a su similitud en las políticas económicas neoliberales y a la intervención continua en los asuntos de las periferias.
Por otro lado, las burguesías neo-compradora de las periferias no son ni legítimas ni creíbles a los ojos de su propio pueblo (porque las políticas que sirven a menudo conducen al estancamiento de lumpen-desarrollo). La inestabilidad de los gobiernos actuales es, pues, la regla en este contexto.
Así como no hay una burguesía globalizada, incluso a nivel de la tríada o la de la Unión Europea, tampoco hay un estado globalizado en estos niveles. En cambio, hay una alianza de estados. Estos estados, a su vez, aceptan de buen grado una jerarquía que permite que la alianza funcione: el liderazgo en general es asumida por Washington, y el liderazgo en Europa por Berlín. El Estado nacional en la triada se mantiene para servir a la globalización tal como es.
Hay una idea que circula en corrientes posmodernistas que el capitalismo contemporáneo ya no necesita el Estado para gestionar la economía mundial y por tanto que el sistema estatal se encuentra en proceso de extinción en beneficio de la emergencia de la sociedad civil.
No voy a volver sobre los argumentos que he desarrollado en otro lugar en contra de esta tesis ingenua, una tesis que , además, propaga los poderes dominantes y los medios de comunicación a su servicio. No hay capitalismo sin estado. La globalización capitalista no podía llevarse a cabo sin la intervención de las fuerzas armadas de Estados Unidos y la gestión del dólar. Notoriamente, las fuerzas armadas y el dinero son instrumentos del Estado, no del mercado.
Pero como no hay un estado mundial, los Estados Unidos tiene la intención de cumplir con esta función. Las sociedades de la tríada consideran esta función legítima; otras sociedades no. Pero, ¿qué tiene que ver? La autoproclamada “comunidad internacional” conformada por el G-7, más Arabia Saudita.
Existe, pues, una asimetría entre las funciones del Estado en los centros imperialistas dominantes y los Estados, que aún no se ha sometido, en las periferias. El estado en las periferias es inherentemente inestable y, en consecuencia, un potencial enemigo.
Hay enemigos con la que las potencias imperialistas dominantes han sido forzados a convivir, al menos hasta ahora. Este es el caso de China, que ha rechazado (hasta ahora) la opción neo-compradora y está llevando a cabo un proyecto soberano de desarrollo nacional integrado y coherente.
Rusia se convirtió en un enemigo tan pronto como Putin se negó a alinearse políticamente con la tríada y decidió bloquear las ambiciones expansionistas de la triada en Ucrania, aunque no prevé (todavía no?), dejar de lado el liberalismo económico.
La gran mayoría de los Estados compradores en el Sur (es decir, los estados al servicio de sus burguesías compradoras) son aliados, no enemigos, siempre y cuando cada uno de estos estados compradores den la apariencia de estar a cargo de su país.
Pero los líderes en Washington, Londres, Berlín, París y saben que estos estados son frágiles. Tan pronto como la revuelta de un movimiento popular, con o sin una estrategia alternativa viable, amenace a uno de estos estados, la tríada se arroga el derecho de intervenir.
La intervención puede incluso conducir a la destrucción de estos estados y, más allá de ellos, la destrucción de las propias sociedades intervenidas. Esta estrategia se encuentra actualmente funcionando en Irak, Siria y otros lugares.
La razón de ser de la estrategia para el control militar del mundo por la tríada encabezada por Washington se encuentra en su totalidad en una supuesta visión “realista”, que está en contrapunto directo a la ingenua visión-de Negri- de un estado globalizado en el proceso de formación.
Las respuestas de los pueblos y de los Estados del Sur
La actual ofensiva de Estados Unidos / Europa / Japón . del imperialismo colectivo contra todos los pueblos del Sur camina en dos patas: neoliberalismo globalizado presentado como la única política económica posible; y las injerencias políticas continuas que incluyen guerras preventivas contra los que rechazan las intervenciones imperialistas. En respuesta, algunos países del Sur, como los BRICS, caminan sobre una sola pierna: rechazan la geopolítica del imperialismo, pero aceptan el neoliberalismo económico.
Ellos permanecerán, por esa razón, vulnerables, como es el caso de la actual Rusia. Al final tienen que entender que “el comercio es la guerra”, como escribió Yash Tandon.
Todos los países del mundo fuera de la tríada son enemigos o enemigos potenciales, excepto aquellos que aceptan la sumisión completa a su estrategia económica y política.
En ese marco Rusia es “un enemigo.”  Cualquiera que sea nuestra evaluación de lo que fue la Unión Soviética, la tríada luchó simplemente porque era un intento de desarrollar independientemente del capitalismo / imperialismo dominante.
Tras el colapso del sistema soviético, algunas personas (en Rusia, en particular) pensaban que el “Occidente” no iba antagonizar con una “Rusia capitalista” – que al igual que Alemania y Japón había “perdido la guerra pero que ganaron la paz.”
Se olvidaron de que las potencias occidentales apoyaron la reconstrucción de los países ex fascistas precisamente para enfrentar el desafío de las políticas independientes de la Unión Soviética. Ahora, cuando este desafío parece haber desaparecido, el objetivo de la tríada es la sumisión completa; para ello necesita destruir la capacidad de Rusia para resistir.
El desarrollo actual de la tragedia Ucraniana ilustra la realidad del objetivo estratégico de la tríada. La tríada organizada en Kiev lo que debería ser llamado un “Euro / putsch nazi.” La retórica de los medios de comunicación occidentales, alegando que las políticas de la Tríada tienen como objetivo la promoción de la democracia, no es más que una mentira. Europa del Este se ha “integrado” en la Unión Europea no como socios iguales, pero sí como “semi-colonias” de potencias imperialistas occidentales y de Europa Central. La relación entre Occidente y Oriente en el sistema europeo es en cierto grado similar a la que rige las relaciones entre Estados Unidos y América Latina!
Por tanto, la política de Rusia para resistir el proyecto de colonización de Ucrania debe ser apoyada. Pero esta “política internacional” Rusa está condenada al fracaso si no se apoya en el pueblo ruso. Y este apoyo no se puede ganar sobre la base exclusiva de “nacionalismo”.
El apoyo se puede ganar sólo si la política económica y social interna promueve los intereses de la mayoría de las personas que trabajan. Por lo tanto, una política orientada a las personas implica alejarse, lo más posible, de la receta “liberal”, y la mascarada electoral asociado a él, que pretende dar legitimidad a las políticas sociales regresivas.
Me permito sugerir la creación en su lugar un nuevo capitalismo de Estado con una dimensión social (digo social, no socialista). Ese sistema podría abrir el camino a eventuales avances hacia una socialización de la gestión de la economía y, por tanto, auténticos avances hacia una re-invención de la democracia frente a los retos de una economía moderna.
El poder del Estado ruso que queda dentro de los límites estrictos de la receta neoliberal aniquila las posibilidades de éxito de una política exterior independiente y de las posibilidades de que Rusia se convierta en un país realmente emergente que actúa como un importante actor internacional.
El neoliberalismo puede producir en Rusia solamente una trágica regresión económico y social, un modelo de “desarrollo lumpen”, y una creciente situación de subordinación en el orden imperialista mundial. Rusia proporcionaría a la tríada petróleo, gas y otros recursos naturales; pero sus industrias serían reducidos a la condición de la subcontratación para el beneficio de los monopolios financieros occidentales.
En esa posición, que no está muy lejos de la Rusia de hoy en el sistema global, los intentos de actuar de forma independiente en el ámbito internacional seguirá siendo extremadamente frágiles, permanentemente amenazada por “sanciones” que fortalezcan la alineación desastrosa de la oligarquía económica gobernante con las exigencias de los monopolios dominantes de la tríada. La crisis de Ucrania ilustra este peligro. Restablecer el control estatal sobre los movimientos del capital es la única respuesta eficaz en esta situación.
Fuera de China, que está llevando a cabo un proyecto nacional de desarrollo industrial moderno y la renovación de la agricultura familiar, los otros llamados países emergentes del Sur (el BRICS) todavía caminan sólo en una pierna: se oponen a las latrocinios de la globalización militarizada, pero permanecen encarcelados en la camisa de fuerza del neoliberalismo.

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