¿Qué pueblo oprimido del mundo ha conseguido su independencia
unilateralmente sin que medien armas y guerras de por medio?. Cualquiera
podría tirarse años o décadas inmerso en la biblioteca hurgando la
historia pero no llegaría a otra conclusión que no fuera la siguiente:
Jamás ningún pueblo oprimido se ha independizado unilateralmente sin que
sus fusiles apunten al que le negara esa libertad. Y también en todos
los casos, esos negadores de soberanías los han portado.
Claro que aquí siempre alguna alma cándida hace mención a Ghandi y
la independencia de la India como supuesto ejemplo que contradice este
axioma histórico. Incluso hasta a Argala se lo lanzaron. Pero éste
contestó que “para quien crea que la India es una excepción de la
norma, que se dé una vuelta por sus bibliotecas y sabrá de la existencia
de grupos guerrilleros junto al movimiento pacifista de Ghandi”. Hoy con la existencia de internet, no hace falta irse hasta las bibliotecas pero la verdad es la misma.
En todos los casos que han operado medidas de desobediencia y
resistencia civil para liberar a un pueblo, cuando se han llevado a sus
últimas consecuencias han derivado en lucha armada o en el aplastamiento
total de dicha resistencia. Ese es otro axioma histórico dentro de la
independencia de los pueblos oprimidos.
Estos dos axiomas históricos en realidad se funden y nos remiten al
significado profundo del Estado. De cualquier Estado. Que sencillamente
es un marco territorial donde se organiza la violencia por una clase
determinada. Eso es el Estado. Cualquiera que aspire a un Estado debe
tenerlo en cuenta porque tampoco ha existido en toda la historia un
Estado que no responda a esa definición. Sino que han existido
diferentes formas de organizar la violencia y su monopolio a través de
leyes, cárceles, policías y ejercito. Amenazas veladas o explícitas. La
clase burguesa para alcanzar el poder tuvo que cargarse al Antiguo
régimen. Los Estados de las democracias burguesas son sus hijos
directos. La clase trabajadora tiene que cargarse el orden burgués para
aspirar a un Estado socialista y la democracia socialista será su hijo
directo. Parece de cajón y ciertamente lo es. O dicta el capital o dicta
la clase trabajadora. Ese es el posible desarrollo histórico por ahora
interrumpido con el enquistamiento del capitalismo que aunque parece que
sea eterno, o mas bien intentan hacernos creer que así lo es, la
historia (y algún que otro empujón) lo barrerá llegado el momento
preciso.
En cualquier caso hablábamos de la independencia de los pueblos
oprimidos. De los pueblos a los que se les niega el ejercicio de la
autodeterminación con la única forma que los estados imperialistas
pueden hacerlo: mediante la violencia. Nunca ningún pueblo negado se ha
independizado unilateralmente sin un proceso de violencia, por lo que
los pueblos que por cualquier razón o sinrazón no puedan ponerla en
práctica o no tengan la fuerza requerida básicamente están condenados a
permanecer en su situación de dependencia con apenas resquicios para
poder llegar a la independencia. Esos resquicios en cualquier caso
serían una novedad en lo que conocemos de la historia del género humano
ya que ninguna experiencia histórica exitosa hasta el día de hoy es
conocida y requeriría un esfuerzo superior al esfuerzo de guerra que
pueda poner en práctica un pueblo en su defensa con un costo no inferior
a lo que puede suponer una resistencia armada llevado el proceso de
unilateralidad y desobediencia hasta las últimas consecuencias.
Por lo que una de las conclusiones es que si un pueblo no tiene la
fuerza ni las ganas para liberarse con todos los medios, es muy poco
probable que las tenga sin ellos.
En cualquier caso, solo un movimiento político radical puede ser capaz
de generar tal energía de ruptura unilateral y blindarse después. No
sabemos lo que deparará el futuro por lo que no hay que cerrarse en
banda a nada, pero cada generación tiene la obligación de aportar la
máxima energía posible en el camino de la liberación. Emprender una vía constituyente unilateral hacia la independencia
es una tarea que no se puede postergar. Tenemos actualmente dos
ejemplos principales en el mundo de vías constituyentes en un entorno
hostil. El proceso zapatista y los órganos de poder popular kurdo. En
casa, los procesos que más se han acercado a esa perspectiva fueron los
de construcción nacional y social de la ofensiva del MLNV de los 90, el
inicio del movimiento euskaltzale moderno en el franquismo, y
experiencias diversificadas e inconexas del movimiento popular y
sindical vasco (algunas abandonadas). Intentonas como las de Udalbiltza y
algunos otros elementos macro-políticos que pocas veces han pasado a
una realidad material.
De este modo, el proceso constituyente vasco necesita una base no
partidista y popular que deje atrás los intereses de las élites
políticas y económicas. Que organice y empodere a esa mayoría social que
es partidiaria de la autodeterminación y del control de su propia vida.
En ese sentido, reforzar las propuestas estratégicas independentistas,
socialistas y feministas es un requisito indispensable en la generación
de condiciones y gasolina para el proceso constituyente. También lo es
reforzar toda dinámica de rebeldía y de no normalización política de la
injusticia porque eso alimenta la filosofía de ruptura que será tan
necesaria. Como también es necesaria recuperar la estrategia de poder
popular y construcción nacional y social, ya que esa es la única que
avanza unilateralmente hacia el futuro y por eso fue tan agredida con
violencia.
El mejor ejemplo constituyente que tenemos en Euskal Herria a su nivel
son las gazte asanbladas y los gaztetxes, que arrancan un trozo de cuajo
al estado y al capital y es puesto al servicio del pueblo. En realidad
el proceso unilateral vasco de cara a la independencia si quiere ser
real y dejar atrás la retórica debe tener muchas similitudes con este
accionar tanto a pequeña como gran escala, ya que el proceder requerirá
las mismas filosofías para la creación de una gazte asanblada, las
mismas filosofías de cara a ocupar y las mismas filosofías de cara a
mantener los espacios liberados. Todo ello expandido a un nivel
socio-político-económico general.
Es obvio que sin un movimiento popular extremadamente activo y que sin
organizaciones revolucionarias no menos activas esta tarea es imposible.
Tan imposible como que un proceso constituyente se diseñe entre cuatro
paredes o sea dependiente de estrategias partidistas, o del
institucionalismo banal. Ya que estamos hablando de un entorno hostil,
de unas instituciones extranjeras y de dos estados completamente
operativos con sus monopolios de la violencia perfectamente activos, por
lo que en realidad la base teoríca de donde se parte a la hora de la
creación e impulso de un movimiento de contra-poder a gran escala que
sustituya al poder existente nos remite ineludiblemente al poder dual que es un concepto que en su día fue primeramente articulado por Lenin en el artículo El poder dual (dvoevlastie)
que describe una situación en la Revolución de Febrero en la que dos
poderes, los consejos obreros (o soviets) y el aparato oficial del
Estado del gobierno provisional ruso, coexistieron el uno con el otro
compitiendo por la legitimidad. Lenin argumentó que esta situación
esencialmente inestable constituía una oportunidad única para que los
soviets incrementasen su poder aplastando al gobierno provisional y
situándose como la base de una nueva forma de poder del Estado.
El proceso constituyente vasco será una lucha de poder
dual (no existe otra opción) en la que finalmente vence la soberanía
vasca frente a los estados .Aquí, como en cualquier otra parte donde
haya opresión, no va a haber salida sin vencedores ni vencidos.
Por eso, ese proceso es incompatible con la
normalización política y la no confrontación ya que eso indica
precisamente un no rotundo a un proceso constituyente. El cambio más
significativo que se deberá realizar es empezar a operar nacionalmente
como lo ha hecho localmente la base social militante durante décadas y
uno de los problemas es que parece que se camina en sentido opuesto
hundidos en el fango del institucionalismo y el delegacionismo hacia
humos y esperanzas de diversos colores cuando el único que puede
solucionar sus problemas es el propio pueblo trabajador vasco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario