A finales de los 90 un militante de Jarrai colocó un pequeño texto en un frasco. Lo enterró en un lugar recóndito, lejos del alcance de ojos indeseados con la esperanza de que llegado el posible holocausto nuclear, ya en el contexto post-apocalíptico de mutantes y amenaza radioactiva, igual pudiera servir a la juventud de un posible futuro incierto.
Tras diversas exploraciones en las ruinas de unas catacumbas dejadas de la mano de Dios, un grupo de arqueólogos aventureros dieron con un frasco ennegrecido, lleno de polvo y telarañas. Al sostenerlo y debido al paso del tiempo, la estructura de cristal se rompió, pero un rollito de papel anudado con una goma de macarrón se hizo visible. Esto es lo que estaba escrito en el texto:
A la militancia juvenil del futuro
¿Qué pasa colegas?. Tengo dos noticias. Una buena y una mala. La buena es que si estás leyendo esto, no todo está perdido y la mala es que si lo estás leyendo, algo ha salido mal.
En cualquier caso, como dice un compañero, con el paso del tiempo, se pierden las palabras o su contenido se hace borroso o quizás hasta pierde significado. Pero lo que en el futuro se recuerde de lo que era una propuesta, corriente o tesis determinada, puede que estén muy alejadas de lo que en realidad eran. La memoria es selectiva, está sujeta a las necesidades vigentes de quien afirma un específico resumen del pasado, y no a lo que en realidad fue. De lo que se dice de Jarrai la mitad es mentira, la otra mitad es parcial y lo que queda está cogido con alfileres.
Jamás hubo una militancia de 24 horas. Si así hubiera sido, no solo hubiéramos liberado Euskal Herria sino todo el planeta, y aun hubiéramos tenido tiempo libre para el resto del sistema solar. Pese a que el nivel de compromiso tenía una exigencia mínima (no siempre cumplida), el desnivel era evidente entre personas. Lo cual por otra parte es normal. Pero eso no es el problema, sino que partiendo de las posibilidades de cada uno se haga lo máximo posible. De todas maneras, ni siquiera ese era el punto fundamental. Lo fundamental era que la propia juventud vasca lo hiciera. Una organización poderosa solo sirve para ponerla en una vitrina si la juventud vasca no está fuerte. Y el objetivo de Jarrai no era Jarrai sino la juventud vasca. Por eso había que organizarse, queramoslo o no, nadie iba a hacer ese trabajo de dinamización. Un trabajo anónimo y cansado donde no hay ascenso social ni medallas ni apenas reconocimiento pero que también tiene sus momentos felices y al final de día la constatación del deber cumplido y de que ese trabajo siempre da frutos. Lo que me temo es que no siempre recogidos por nosotros y nosotras.
Desde la izquierda decía Salvador Allende que ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica. Luego existe otra cita de algún acomodado con los años que no se exactamente quien pronunció que decía algo así como que el que de joven no es revolucionario es un cabrón y el que lo es de mayor es un gilipollas. Lo cierto es que no comparto ninguna de las dos. Si existe juventud revolucionaria no lo es por generación espontánea sino que hay mucho detrás. Y ese mucho detrás está asentado precisamente en las organizaciones juveniles revolucionarias.
Y hablando de viejos. Si me hubieran dado 25 pesetas por cada cartel que he pegado sin ninguna relación con la organización juvenil ni el movimiento juvenil aun siendo un juvenil, me codearía con la BBVA. Porque siendo claros, algunos no es que lleguen a mayor y sean gilipollas sino que piensan que lo son los y las jóvenes. Y que por alguna ley no escrita tengan que ser los chicos y chicas del cubo y la escoba y eso se aplica a todos los niveles. Por lo que nos hemos pasado muchos años muy bien centrados en qué pared es la adecuada, cuál es la mezcla exacta de pegamento en el cubo de la cola, y embriagados de disolvente y pintura. Alguno se quedó para allá con el disolvente.
Que en toda una década de militancia juvenil este sea el primer texto que escriba, solo es una pequeña muestra.
Creo que esto es importante que lo tengáis en cuenta porque si no escribís vuestra propia historia, otros lo harán. Y me imagino que en vuestro tiempo os hablarán de muchas bondades del movimiento juvenil revolucionario abertzale del pasado precisamente a caballo pasado, pero quiero que sepáis que probablemente muchos de los que lo digan estaban en tensión y confrontación con nosotros y nosotras. Siempre existió cierta tensión en el seno de la izquierda abertzale ante los planteamientos juveniles. Que si ahuyentábamos a los jóvenes, que si eramos unos descerebrados. Supongo que era una forma de aprovechar el tiempo libre que se sacaba de no pegar carteles.
Jarrai fue vanguardia política del movimiento juvenil, no porque lo tuviera escrito en un papel, sino porque cuando nadie quería coger la pancarta la cogía y cuando demasiada gente la quería coger se apartaba y en silencio seguía creando nuevas condiciones. Sin rechazar a nadie, ni a uno mismo.
Los paradigmas políticos y praxis llevadas a cabo por Jarrai especialmente a partir de la década de los 90 en cada pueblo y barrio de Euskal Herria seguro que están muy adelantadas a su tiempo. Tan adelantadas a su tiempo que es posible que os resulten provechosas hoy en día en muchos aspectos. Fue Jarrai y prácticamente casi nadie más, pese a toda la porquería, represión, criminalización e intentos de marginación lanzada contra la organización juvenil la que abandonó la herriko taberna y empezó a fundirse con el pueblo creando nuevos sujetos activos y compartiendo con otros diferentes proyectos respetando la pluralidad, incluso impulsándola y sin perder por ello un ápice en su integridad ideológica. Sabiendo en todo momento dónde están los objetivos estratégicos y dónde está la táctica.
Fue precisamente el “sector duro” como le gusta llamar a la prensa en sus campañas de desinformación que nos lanzan cada semana una nueva, los que se lanzaron de lleno en esa tarea a modo de avanzadilla.
De abajo a arriba, pueblo a pueblo, barrio a barrio y a nivel nacional. Se empezó a trabajar mas intensamente que nunca en todos los sectores estratégicos; cultura, euskara, lucha de clases, enseñanza… y no solo con el sector clásico simpatizante de la izquierda abertzale. No, para nada. Se activó a toda persona que compartiera los objetivos concretos en cada iniciativa. Y se estrecharon lazos con movimientos muy diferentes.
No se esperó que la sociedad viniera sino que se fue a buscarla. La activó, se trabajó con ella y se fueron creando esos lazos que perduran como buenamente pueden y que han ido creando poco a poco un tejido social idóneo. Con paciencia y mucho trabajo de fondo. Una lucha anónima y profundamente revolucionaria. Con frutos que tardan en recogerse pero que llegan.
El día que se pierda esa perspectiva de reforzamiento del movimiento juvenil, de unidades populares juveniles y de la no menos importante organización revolucionaria juvenil estaremos perdidos y solo nos quedará la vitrina antes mencionada o cosas peores.
Mucho cuidado con cantos de sirena “plurales y abiertos”. En la mayoría de los casos eso acaba significando que los baremos ideológicos se reducirán a la mínima expresión y los mínimo común denominadores tanto en la práctica como en la teoría se convierten en máximos. En resumidas cuentas, que no existe ninguna organización revolucionaria plural y abierta en la faz de la tierra salvo en el campo popular del movimiento social. Todas tienen una caracterización concreta y definida. Es por ello que normalmente se hacen necesarias diferentes herramientas para dar cabida a los diferentes niveles de implicación e incidencia ideológica. Una, muy importante y vital, ha sido la estructuración juvenil a través de una organización revolucionaria, abertzale y socialista.
La desaparición organizativa de ello puede hacer que se abra un futuro donde las posibilidades de que el amplio caudal de lucha juvenil fuera absorbido por una dinámica institucional que hiciera perder todo referente para la juventud en el caso de que alguien cayera en la tentación de cubrir este vacío mediante la creación de las siempre inoperativas y dependientes “juventudes del partido”, o que no existieran centros neurálgicos de debate y estrategia juvenil por encima del sectorialismo, o que se buscara la unidad juvenil con diferentes olvidando que la juventud abertzale y socialista revolucionaria es una parte también.
Mucho ojo al dato con esto porque es la transición común que han llevado a cabo las organizaciones juveniles apéndices (tanto de la socialdemocracia o del neoliberalismo) por lo que salvaguardar la autonomía significa que no existe ningún órgano superior ni paralelo a la organización juvenil que pueda trazarle ninguna de sus lineas. Pues solo la juventud revolucionaria organizada y los mecanismos que ella considere oportunos tienen la sabiduría, capacidad y legitimidad para ello además de estar sobre el terreno.
Es probable que estalle la ficticia burbuja “del estado de bienestar”. La situación socio-económica y las variables históricas del capitalismo aconsejan tenerlo en cuenta. En esa situación la primera que va a pagar el pato es la juventud. Si no se está preparado para ello y si en general la izquierda abertzale no está a la altura, lo vamos a tener difícil e incluso puede que muchos se os giren culpabilizandoos. Tranquilidad, pues esa contradicción de intentar atar y a la vez interpelar por falta de acción se resuelve en el tiempo y con la praxis de forma didáctica aunque cueste. Sabemos que en realidad es al contrario, probablemente seáis los únicos y únicas que estáis haciendo algo productivo y son las condiciones objetivas que os golpean sin compasión y la incapacidad ajena de todos lo demás.
Estar al loro a la hora de tomar nuevas perspectivas y que nadie os pise y escudriñar bien a las voces cantantes para no ir a remolque de ellas o de partes de generaciones viejas o de jóvenes envejecidos. Y es que de venir verdaderamente un cambio y perspectivas nuevas, la juventud tendrá que ser intelectual y activamente el valedor de ello como nos enseñan absolutamente todos los procesos revolucionarios y la propia historia del abertzalismo y el movimiento revolucionario vasco. Es decir, el cambio de paradigmas revolucionarios adecuados a las coyunturas que abran brecha sobre todo es cosa vuestra y si no lo está siendo, buscar las piezas que no encajan. Obviamente es algo que no tendrá que hacer en solitario la juventud vasca, pero sin vuestras chispas mal lo llevamos.
Si habéis leído este texto ahora, eso significa que yo ya no estoy y que seré polvo como el que supongo que tendrá el frasco que habéis encontrado pero nunca olvidéis que la cabeza bien alta por lo que somos y siempre atentos y atentas bien despiertos y despiertas. Iba a poner un vídeo para finalizar el texto pero me he acordado que aún no existe youtube.
Os quiero , la victoria es nuestra.
Si hay algo capaz de aglutinar deseos, demandas y necesidades diversas en torno a un proyecto común que se expresa como “colectivo”, eso es el consumismo. Si hay un gran significado vacío en nuestros tiempos ese es el “consumo” y si hay una cadena de equivalencias que exprese en sí misma una fuerza constructora de la sociedad de manera masiva y generalizada, esa es la mitología consumista-capitalista en su relación con los deseos, expectativas y sentido de la vida de los individuos que conforman la sociedad. Al capitalismo solo se le podrá derrotar alguna vez desde los valores y el cambio cultural, desde el “ser humano nuevo” que conforme una nueva “colectividad” que no se exprese en el mismo “juego del lenguaje” en el que se expresa, en última instancia, la ideología del capital.
ResponderEliminarLas limitaciones de los movimientos populistas son muchas. Esta es la principal de ellas. El populismo no es nunca reflejo de una lucha por un cambio de sistema o anti-capitalista, sino una mera lucha por el sentido de lo político en la esfera de la batalla por el control de las instituciones en el ámbito de estados capitalistas. Y eso, claro, puede ser eficiente en determinados momentos, pero en el ciclo largo nunca podrá serlo. Siempre volverá sobre sus pasos a poco que la gente cambie el modo de pensar sobre la forma de realizar y satisfacer sus necesidades, deseos y expectativas individuales movidas por la ideología consumista.