sábado, 20 de febrero de 2016

La derecha rabiosa nos quiere asustados

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Colectivo Prometeo/ FCSM ||
A quien tenga un mínimo conocimiento histórico no le sorprende la desaforada reacción del Conservadurismo hispano en los últimos tiempos.
Desde que perdió una gran porción de poder institucional en las elecciones municipales y se dio un fuerte batacazo en las generales no saliva porque siempre tiene la boca llena de espumarajos.

Intenta aprovechar cualquier resquicio para embestir con floja dialéctica intelectual (manejó mucho mejor la de “los puños y las pistolas”) contra Carmena, Ada, Pablo, Alberto…en definitiva contra todo lo que le huela a conjura roja-masón-bolchevique. Por supuesto le importa un bledo que las acusaciones carezcan de la mínima base.
La última “perfomance” la ha realizado tras la detención de dos personas de la compañía “Títeres desde Abajo” mientras representaban la obra “La bruja y Don Cristóbal”. Los titiriteros seguramente se merecen unas grandes orejas de burro por el mal gusto de representar la obra – en Carnavales, no olvidemos la fecha y lo que se supone significa- ante un público infantil, pero de ahí a ser encarcelados por doble apología de terrorismo debiera existir un abismo.
Como recoge el comunicado emitido por la Asamblea de IU del distrito Tetuán: “En esta obra, La Bruja y Don Cristóbal, se refleja la caza de brujas tradicional sufrida por determinadas personas a lo largo de la historia y cómo han sido objeto de criminalización, represión y difamación. Precisamente el cartel del que habla la prensa no dice “Gora ETA”, sino “Gora Alka-eta” y lo colocan a la bruja para incriminarla. Don Cristóbal es el villano. En el tradicional género de la cachiporra, la “violencia” puede ser similar a la de un cómic humorístico.” (Comunicado integro).
La secuencia completa es conocida. El actual juez de la Audiencia Nacional – antiguo inspector de policía entre 1974 y 1983 – los ha enviado a prisión incondicional sin fianza a la par que la Derecha salía en tromba para “defender a las víctimas de terrorismo”. Curiosamente las declaraciones más duras y sesgadas salían de la boca de los mismos que se niegan sistemáticamente a condenar al Franquismo, el mayor régimen de terror asesino que ha vivido nuestro país y no les importa hacer mofa (sin problema judicial alguno) un día sí y otro también de las familias de las decenas de miles de víctimas que pretenden hacer cumplir la ley de la Memoria Histórica para cerrar sus heridas abiertas, dándole sepultura digna a padres, abuelos y bisabuelos que fueron indignamente masacrados en las cunetas y tapias de cementerio de todo el país. Para eso si son amnésicos.
Aunque esperable dada la catadura, sorprende la doble vara de medir. No dudamos que si la detención por los mismos hechos fuese en Venezuela ahora se hablaría del “sagrado derecho a la expresión y del liberticida régimen de Maduro”. No olvidemos que el Sistema ha convertido sin pudor en “mártires de la libertad” a quienes en el país sudamericano intentaban desestabilizar con violencia al gobierno elegido de las mismas urnas – esta última vez si valían- que hace unos meses le dio la victoria a sus conmilitones.
La estrategia no es una anécdota. Si repasamos hemeroteca nos encontramos una y otra vez la nimiedad, el agarrarse a un clavo ardiendo -o a un cambio de callejero del nombre del golpista de turno- para demostrar que cualquier oportunidad sirve para ensayar el paso de la oca.
El Ultramontanismo español degluta con placer toda la mierda que le pongan en el plato si viene envuelta en corrupción, sobornos, uso de información privilegiada, enriquecimiento proveniente de privatizar sectores públicos rentables…, pero no aguanta un pelo en la sopa si éste se le ha caído a un izquierdista.
Es natural. Considera a España su coto privado de caza, su cortijo y no tolera que advenedizos braceros sin derechos, pero que se han hecho con parcelas de poder político amplias, estén levantiscos. La furia creciente es proporcional al cada vez mayor número de españoles que cuestionan su dominio secular. Y las circunstancias geopolíticas del XXI, unidas a una sociedad que ha cambiado y no se traga sus dogmas, impiden de momento el recurso a la fuerza bruta tantas veces empleada en el XIX y XX.
No podemos olvidar qué nos jugamos y contra quién nos jugamos los cuartos. Van a por todas, enfangando lo que se ponga a mano. En esa faceta cuenta con el apoyo de los medios de difusión ideológica que controla. Todos.
Ironía del destino, el Poder más autoritario tiene un rostro de cemento y no se corta en expedir certificados de “demócrata”.
Tiene su hoja de ruta y una estructura política, económica y judicial diseñada a su favor. Un ejemplo: nos encantaría ver la misma celeridad de “la Justicia” en los procesos de corrupción que han esquilmado el país. Soñar es gratis.
Nosotros, los “antisistema” -según nos define quien le puso alfombra roja a Urdangarín, Blesa, PP valenciano, Díaz Ferrán, Rato..- somos muchas veces incapaces de articular nuestro “programa, programa, programa” y dejar nítidas las líneas rojas irrenunciables, las actuaciones políticas necesarias para revertir todo el daño que la Oligarquía ha hecho con la excusa de la Crisis a la Ciudadanía. Desde el reformado artículo 135 de la Constitución a la Deuda odiosa, pasando por Recortes, Ley Mordaza, LOMCE…
Sólo los muy ingenuos no ven que se busca la criminalización del disidente social o político y que la nómina de represaliados (SAT, Molero, Alfon, Airbús, huelguistas de todos los pelajes…) se incrementa a pasos agigantados. Por ello el instinto de supervivencia nos debe hacer combinar el trabajo institucional con la movilización social en la calle (urge la revitalización de las Marchas de la Dignidad como uno de los pilares) como respuesta a las tropelías.
La rabia inunda las acciones del Conservadurismo, ya lo hemos dicho. No nos dejemos morder por los viejos y conocidos dobermans del PP o por los que aprovechando el Carnaval vienen disfrazados de corderos pero que al abrir la boca nos desgarran el brazo con sus caninos.
A un Poder estructurado y con todos sus peones en formación de combate sólo se le confronta desde un Contrapoder que, trascendiendo rivalidades y desencuentros, ponga sobre la mesa ese bloque hegemónico que teorizó Gramsci.

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