“No importa, ya hemos ganado, la oposición es como nosotros”
(Margaret Thatcher, tras perder las elecciones del 97.
(Margaret Thatcher, tras perder las elecciones del 97.
Citado por Javier Gallego en su artículo "Cambio o cambiazo")
"No hay una verdadera alternativa a la economía de mercado"
(Pablo Iglesias en The Wall Street Journal)
Pablo Iglesias, líder del partido Podemos que se presenta como abanderado del cambio, ha sido contundente. En una entrevista concedida al The Wall Street Journal ha declarado que no existe alternativa al capitalismo: "no hay una verdadera alternativa a la economía de mercado", dijo (recogido de larepublica.es). Esto es coherente con la ubicación ideológica de Podemos en el espacio socialdemócrata/socioliberal, reconocida en más de una ocasión por sus propios dirigentes.
Entre tanto, Izquierda Unida se empeña en seguir la estela de Podemos con la disculpa de la "unidad popular",
lo que viene a sugerir, de facto, que sus dirigentes no ven como un
problema el posicionamiento ideológico del partido de Pablo Iglesias. Se
habla muy poco del contenido ideológico y programático que se le quiere
dar a una hipotética "unidad popular", lo cual me hace pensar en que no
deja de ser un término fetiche, al menos tal como muchos lo están enfocando.
Lo más preocupante del
rumbo que sigue Podemos y que podría estar siguiendo IU (tengo mis dudas
razonables en el caso de Izquierda Unida), es que posiblemente se esté
contribuyendo a la recomposición del espacio socialdemócrata/socioliberal, forteleciéndolo en lugar de erosionarlo.
¿Se trata de acabar con el bipartidismo PP-PSOE impulsando una
alternativa nítidamente de izquierdas, o de reivindicar un pedazo da la
tarta del espacio político ocupado por el PSOE? Más bien, quizás, lo
segundo. Lo dejo ahí como duda.
Podríamos estar asistiendo a un preocupante fortalecimiento del yugo socialdemócrata/socioliberal,
a una renovación, a un rejuvenecimiento del mismo. Curiosamente tal
renovación tiene lugar fuera del PSOE, pero está condenada a converger y
entenderse con el PSOE. Es posible que dentro de unos años tengamos que
hablar de la gran operación gatopardista que está teniendo lugar.
El capitalismo lleva años transicionando de fase.
Lo que llamamos neoliberalismo no es más que un episodio en el
desarrollo del capitalismo, un reajuste necesario para facilitar y
permitir el proceso de acumulación capitalista que, de frenarse,
provocaría el colapso y parálisis del sistema. En este contexto debemos
preguntarnos por el papel de la socialdemocracia, de la cual forman
parte no solo los partidos clásicos de la Internacional Socialista.
Deberíamos reflexionar si acaso la izquierda está colaborando -de manera
activa o pasiva- en que tal transición tenga lugar sin sobresaltos para
el sistema. Al respecto, encuentro oportuno reproducir parte de un post publicado hace un año en este mismo blog, sobre la transición de la que no se habla:
(...)
Aunque estamos todos los días leyendo y escuchando sobre la segunda
transición que supone la sucesión dinástica, en realidad ésta apenas
supone un capítulo periférico y marginal de una transición mucho más
profunda de la que los medios no hablan, y que tiene que ver con la liquidación del modelo del estado del bienestar. Conservadores y socialdemócratas son los sacerdotes que dirigen el sacrificio ofrecido al capital.
A
diferencia de la primera transición española, la nueva transición no
tiene alcance regional (no se limita a un país), sino que es más global,
afectando a todos los países en los que en su momento se desarrolló el
estado del bienestar.
A
diferencia de la primera transición española, relativamente corta en el
tiempo, la nueva transición se va materializando en un dilatado
recorrido temporal, que comenzó mucho antes del estallido de la crisis
sistémica, cuando se comenzó a levantar la actual UE con cimientos
neoliberales.
A
diferencia de la primera transición española, centrada en aspectos de
la superestructura (forma de estado, leyes, etc.), la actual transición
afecta tanto a factores superstructurales como infraestructurales. En su
devenir, el capitalismo ha entrado en una nueva fase caracterizada,
entre otras muchas cosas, por lo Harvey calificó de acumulación por desposesión,
en la que resulta imperativo el abandono del estado del bienestar para
facilitar la acumulación capitalista. Aspectos tales como dejar morir
poco a poco el sistema público de pensiones, el proceso progresivo de
mutilación de la sanidad y educación públicas, etc., no solo reduce
costes para la oligarquía, sino que además son cambios que dibujan
nuevos escenarios privilegiados para la acumulación capitalista a través
de las privatizaciones. La lista de ejemplos que podríamos poner sería
muy amplia.
En definitiva, asistimos
a un reajuste del modo de producción capitalista, lento pero sin pausa.
Esa es la transición profunda, de la que apenas se habla (o sencillamente no se habla).
En
este contexto, la defensa de los intereses de la oligarquía exige el
control del potencial crecimiento de la izquierda política, al que
pudiera dar lugar el descontento social. La socialdemocracia ha desempeñado históricamente un papel de comadrona de los partos difíciles del capitalismo y, no cabe duda, que el sistema tiene por delante un parto muy difícil y peligroso. Lo peor está todavía por llegar y no
debe extrañarnos que, en un país como el nuestro, tenga lugar una
recomposición controlada del espacio socialdemócrata-socioliberal, para
afrontar con garantías la domesticación del descontento social.
Esto lo expresaba hace
un año. Me temo que no solo el PSOE esté desempeñando ese papel de
"comadrona de los partos difíciles del capitalismo". De la misma forma
que en los 80, el afianzamiento y modernización del sistema capitalista,
llegó de la mano de un partido supuestamente de izquierdas que se
presentaba con la consigna del "cambio", actualmente podríamos estar
reviviendo una situación semejante. Es el bucle perfecto de la
reproducción del sistema.
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