lunes, 27 de octubre de 2014

Por una vez los medios de EEUU dicen la verdad

No lo hacen por afán de buscarla sino porque les aterroriza que su mundo se desmorone.

Moscú y Pekín "están solidificando su alianza"-tanto en el ámbito económico como en el político y militar- y esto es mucho peor y más complicado para EE.UU. de lo que fue en su momento la Guerra Fría, sostienen medios estadounidenses.

Antiguamente rivales, hoy en día Rusia y China están fortaleciendo su cooperación activamente. Rusia y China colaboran en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que componen junto con otros 19 países, y también en el Grupo de los 20 (G-20), un foro de jefes de Estado, gobernadores de bancos centrales y ministros de Finanzas de los países miembros. Pekín y Moscú son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que supone derecho de veto. 
  
Pero como punto de partida de su aproximamiento activo debería considerarse la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en 2001. Hoy en día a la unión intergubernamental formada por Rusia, China, Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán, que ocupa un 60% de todo el territorio de Eurasia y alberga un cuarto de la población de todo el planeta, piensa unirse también la India. La OSC tiene numerosos proyectos conjuntos tanto en materia de seguridad como en la esfera económica, sobre todo en el sector energético. 
  
Otro bloque donde Moscú y Pekín cooperan es el BRICS, que incluye también a la India, Brasil, y Sudáfrica. La unión posee más de un tercio de las tierras cultivables del planeta y produce el 40% del trigo, el 50% de la carne de cerdo y el 30% de la carne de vacuno y de la carne de aves de corral. El PIB común de la unión es de aproximadamente 15.800 millones de dólares: un 14,6% del PIB mundial. 
  
El creciente aproximamiento entre Moscú y Pekín es "un fuerte dolor de cabeza" para EE.UU. y las publicaciones en los medios locales lo confirman, sostiene el rotativo ruso 'Vzglyad' y da varios ejemplos. Desde el punto de vista de los periodistas del diario 'The Washington Post' Douglas E. Schoen y Melik Kaylan, la coordinación estratégica de Rusia y China en la arena mundial, que frecuentemente desemboca en la postura común acerca de la agenda política internacional, es una situación más dinámica y sin duda más difícil de lo que fue la Guerra Fría para EE.UU. Su preocupación parece justificada.

Dólar en caída libre

En medio de las sanciones que Washington y sus aliados están imponiendo sobre Moscú, varios bancos de Rusia y China han formalizado los acuerdos que les permiten evitar pagos mutuos en dólares. El pasado 8 de agosto el Banco de Rusia y el Banco Nacional de China firmaron un proyecto de acuerdo para cerrar los contratos de permuta financiera ('swap') en divisas nacionales. Moscú y Pekín discuten también la creación de un sistema de acuerdos entre bancos que podría convertirse en un análogo del sistema internacional SWIFT, creado en 1973 en Bruselas para regular la cotización del dólar (desde aquel momento todas las ventas de petróleo han sido efectuadas en dólares). Rusia quiere alejarse también del uso de Visa y MasterCard y está estudiando la posibilidad del desarrollo de un sistema nacional de pago en cooperación con el sistema de tarjetas chino UnionPay. 
  
Aún más: en julio el BRICS firmó el acuerdo de creación de su Banco de Desarrollo, que se formará sobre una base paritaria y la sede del banco estará ubicada en Shanghái. Está previsto que tenga un capital inicial autorizado de 100.000 millones de dólares y un capital suscrito de 50.000 millones. Se presenta como una alternativa al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. 
  
Grandes corporaciones rusas ya han mostrado un interés en empezar a emplear yuanes y abrir cuentas en Asia. Hasta hace poco, el 75% de los pagos bilaterales se realizaba en dólares. Esto, cuando los volúmenes del comercio bilateral llegaron a un total de 90.000 millones de dólares, según la cifra oficial. Se pronostica que para el año que viene alcanzará los 100.000 millones de dólares. 
  
En 2013, la petrolera rusa Rosneft firmó un acuerdo con la empresa china Sinopec para el suministro de 100 millones de toneladas de petróleo en los próximos diez años. El valor del contrato podría alcanzar los 85.000 millones de dólares. En mayo de 2014, los gigantes estatales, la rusa Gazprom y la china CNPC (Corporación Nacional de Petróleo de China), firmaron otro proyecto histórico de suministro de gas por un montante anunciado de 400.000 millones de dólares: estipula el suministro de hasta 38.000 millones de metros cúbicos anuales de combustible al país asiático durante 30 años.

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