La sociedad hubo de pasar por no pocas conmociones y catástrofes antes
de surgir y afianzarse el régimen capitalista. Pero, las causas de estas
conmociones eran entonces las extraordinarias calamidades naturales o
sociales: inundaciones, sequías, sangrientas guerras o devastadoras
epidemias. De resultas de semejantes catástrofes decaía mucho la
producción, se destruían y se aniquilaban los frutos de largos años de
trabajo y las masas populares se veían condenadas a la extrema miseria y
al hambre.
Ahora bien, nadie más que el capitalismo ha engendrado las crisis de
superproducción, cuando crueles privaciones de las masas trabajadoras
son consecuencia de que se “han producido demasiadas” mercancías.
No obstante, ¿es verdad que se producen “demasiadas cantidades” de
carbón, grano, ropa, vivienda, etc.? Claro que no. La demanda de grano,
carbón y ropa es enorme. No se han producido demasiadas cantidades de
mercancías en comparación con la verdadera demanda de los trabajadores,
sino en comparación con su capacidad adquisitiva.
Al capitalismo no le preocupa en absoluto la satisfacción de las
necesidades de la sociedad. A los capitalistas les interesa otra cosa:
la posibilidad de vender las mercancías producidas a un precio que le
asegure una ganancia bastante alta.
Y precisamente esta posibilidad es la que desaparece durante la crisis.
La gran diferencia entre la suma de mercancías producidas en las
empresas capitalistas y la demanda solvente de la población conduce a
las crisis económicas de superproducción.
Durante la crisis de 1929-1933, en los EEUU se quemaban el trigo y el
maíz en lugar de carbón. Millones de cerdos fueron aniquilados. La
cosecha de una parte considerable de algodón se quedó en los campos y se
pudrió. En el Brasil se arrojaron al mar millones de sacos de café. En
Dinamarca fueron exterminados rebaños de vacas, en Francia e Italia
fueron destruidas miles de toneladas de frutas. Las crisis económicas de
superproducción son engendro de la contradicción básica del
capitalismo. Es, como hemos visto antes, la contradicción entre el
carácter social de la producción y la forma capitalista privada de
apropiación del producto. La contradicción fundamental del capitalismo
condiciona la anarquía de la producción y el consumo limitado de las
masas debido a la explotación del trabajo por los capitalistas. La
anarquía de la producción capitalista y la explotación del trabajo por
el capital hacen inevitables las crisis económicas de superproducción,
que conmueven a los países capitalistas.
En su avidez de ganancia, los capitalistas procuran producir mas
mercancías. Caldea este afán la competencia. Y el nivel de consumo de
las masas trabajadoras se halla limitado debido a la explotación
capitalista, lo que supone la reducción relativa de la demanda solvente,
la reducción de la posibilidad de vender las mercancías. La finalidad
de la producción capitalista no es la satisfacción de las necesidades de
la sociedad, sino la ganancia a cuenta del trabajo no retribuido a los
trabajadores. Pero al fin y al cabo, incluso bajo el capitalismo, la
producción va ligada al consumo y depende de éste.
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