martes, 11 de febrero de 2014

La Guerra contra los pobres, una reflexión de Maite Ubiria,


Han muerto tratando de llegar a Europa vía una colonia española en África. Qué más da si son 13, 20, 100. El titular se repite por enésima vez. Lampedusa, Canarias, ahora Ceuta. Sólo cambia la localización del cementerio.
Los gendarmes del sur europeo cumplen con rigor las leyes que aprueban los mandatarios comunitarios.
Aparentemente, la pena de muerte está desaparecida del ordenamiento legal de la UE. Sin embargo, periódicamente el agua se llena de cadáveres.
Los objetivos del milenio para reducir la brecha de la pobreza en el planeta se ven hoy lejanos, luego la condena a muerte seguirá en vigor.
Esta misma Europa que no tiene empacho en pagar la deuda millonaria de los bancos con el sudor de los trabajadores tampoco tiene mayor empacho en ordenar más y más normas que provocan tragedias como las vividas en Ceuta.
El ministro de Interior español tendrá que explicarse por lo ocurrido. No tiene otra opción. Las cámaras han desbaratado la versión oficial. A ello se añade el testimonio de los que pudieron -esta vez- salvar la vida, aun a costa de ver morir a otros seres humanos.
La "campaña de socorro" -en favor de los uniformados, claro- ya está en marcha. Los pobres nos invaden, son demasiados, son violentos... A tenor de sus palabras, los pobres que tratan de desafiar los muros y los mares se parecen cada vez más a los "terroristas".
Ya sea con balas de goma, pistolas taser, flash-ball, la violencia estatal sube enteros. La mera utilización de armas cuyo empleo desaconsejan numerosos informes y la variada casuística de daños, algunos irreparables, pone en evidencia esta peligrosa deriva.
Lejos de Ceuta, pero al mismo tiempo cerca, miro a la isla de La Reunión. Ambos territorios son colonias y se sitúan a las puertas de ese Sur siempre en expansión.
Un joven de 17 años ha perdido un ojo. Disparo de flash-ball. El sufrimiento social -eufemismo para maquillar las heridas que causa la opresión económica, política, cultural- está en el origen de los disturbios que de manera cada vez más frecuente se producen en la isla. Los jóvenes sin futuro son los nuevos enemigos de la República. Son los casseurs. Los vándalos.
Las armas que utilizar los defensores del colonialismo y de su modelo económico son las causantes de estos "accidentes". Sólo cuando los daños superan la barrera de lo tolerable sabemos de lo ocurrido. Como es sabido, los pobres tienen que hacer cada vez ruido para poner colarse, siquiera unos instantes, en los circuitos de la comunicación globalizada.

Menea y vencerás...

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