Han muerto tratando de llegar a Europa
vía una colonia española en África. Qué más da si son 13, 20, 100. El
titular se repite por enésima vez. Lampedusa, Canarias, ahora Ceuta.
Sólo cambia la localización del cementerio.
Los gendarmes del sur europeo cumplen
con rigor las leyes que aprueban los mandatarios comunitarios.
Aparentemente, la pena de muerte está desaparecida del ordenamiento
legal de la UE. Sin embargo, periódicamente el agua se llena de
cadáveres.
Los objetivos del milenio para reducir
la brecha de la pobreza en el planeta se ven hoy lejanos, luego la
condena a muerte seguirá en vigor.
Esta misma Europa que no tiene empacho
en pagar la deuda millonaria de los bancos con el sudor de los
trabajadores tampoco tiene mayor empacho en ordenar más y más normas que
provocan tragedias como las vividas en Ceuta.
El ministro de Interior español tendrá
que explicarse por lo ocurrido. No tiene otra opción. Las cámaras han
desbaratado la versión oficial. A ello se añade el testimonio de los que
pudieron -esta vez- salvar la vida, aun a costa de ver morir a otros
seres humanos.
La "campaña de socorro" -en favor de los
uniformados, claro- ya está en marcha. Los pobres nos invaden, son
demasiados, son violentos... A tenor de sus palabras, los pobres que
tratan de desafiar los muros y los mares se parecen cada vez más a los
"terroristas".
Ya sea con balas de goma, pistolas
taser, flash-ball, la violencia estatal sube enteros. La mera
utilización de armas cuyo empleo desaconsejan numerosos informes y la
variada casuística de daños, algunos irreparables, pone en evidencia
esta peligrosa deriva.
Lejos de Ceuta, pero al mismo tiempo
cerca, miro a la isla de La Reunión. Ambos territorios son colonias y se
sitúan a las puertas de ese Sur siempre en expansión.
Un joven de 17 años ha perdido un ojo.
Disparo de flash-ball. El sufrimiento social -eufemismo para maquillar
las heridas que causa la opresión económica, política, cultural- está en
el origen de los disturbios que de manera cada vez más frecuente se
producen en la isla. Los jóvenes sin futuro son los nuevos enemigos de
la República. Son los casseurs. Los vándalos.
Las armas que utilizar los defensores
del colonialismo y de su modelo económico son las causantes de estos
"accidentes". Sólo cuando los daños superan la barrera de lo tolerable
sabemos de lo ocurrido. Como es sabido, los pobres tienen que hacer cada
vez ruido para poner colarse, siquiera unos instantes, en los circuitos
de la comunicación globalizada.
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