Rodrigo Vázquez de Prada y Grande
Periodista.Co Director de Crónica Popular
A finales de los años setenta del pasado siglo, el gran periodista y escritor Manuel Vázquez Montalbán lo decía en uno de sus libros “La palabra libre en la ciudad libre”: “La prensa burguesa tiene en cuenta los hechos pero deformándolos”. Un ejemplo paradigmático de la venalidad de los medios de comunicación y de su función al servicio del poder económicoy de la transmisión de la ideología dominante lo constituyó ya a finales del siglo XIX el tramposo estilo de hacer Periodismo del magnate norteamericano William Randolph Hearst. Su deleznable concepto del Periodismo y su permanente vulneración de los mínimos códigos deontólogicos quedaron magistralmente retratados en el “Ciudadano Kane” de Orson Welles. Hearst creó el concepto de Periodismo amarillo y, lamentablemente, su antimodelo del Periodismo veraz creó escuela. Y, lo que es peor, tuvo muchos seguidores, algunos de los más relevantes en España.
De entonces acá, la manipulación informativa ha sido una de las armas más utilizadas por el pensamiento reaccionario contra los avances de las alternativas democráticas y revolucionarias. En algunas ocasiones, tal manipulación de los contenidos informativos se lleva a cabo de forma sutil, mediante la difusión, planificada concienzudamente, de una sofisticada batería de mensajes. A veces, mensajes realmente subliminales difíciles de captar en una primera lectura por la opinión pública. En otras, sin embargo, el asalto al derecho a la información de los ciudadanos se desarrolla de forma tan burda como potente, partiendo del principio de que una mentira mil veces dicha termina convirtiéndose en verdad. O, dicho con otras palabras, de la eficacia del calumnia que algo queda.
Ambos mecanismos fueron denunciados hace ya varios años por los especialistas en análisis de contenidos. Entre otros, por Aurora Labio, profesora de Periodismo de la Universidad de Sevilla, en su trabajo “Poder y manipulación informativa. Una aproximación desde el pensamiento crítico”, publicado en 2005 en la revista digital latinoamericana especializada en Comunicación “Razón y Palabra”. Para ella, “la información sufre hoy en día las consecuencias de un sistema mercantilizado que antepone el resultado económico a la función pública y no es extraño así que, en la consecución de ese interés, el mensaje sufra un proceso de manipulación que puede resultar más que evidente, pero que también puede diluirse a través de mecanismos no reconocibles por el receptor”
Pero no se trata tan solo de manipular la información tan solo para vender periódicos. O, lo que es lo mismo, para engrosar la cuenta de resultados de las empresas editoras que, en realidad, ésa es la forma de entender la libertad de expresión por parte de la gran mayoría de los grupos de comunicación. En el trabajo mencionado, la profesora Aurora Labio llegaba a la conclusión de que “los procesos de concentración y transnacionalización han convertido a la comunicación y la información en negocios seguros, por sus beneficios y por su capacidad de influir sobre la población mundial”.
Lo cierto es que, hoy más que nunca, los medios de comunicación son las trincheras desde las que el poder económico y político lanza continuas campañas de desinformación ante una opinión pública realmente indefensa ante el bombardeo sistemático de mensajes sobre todo a través de los medios audiovisuales. Los objetivos pueden ser varios. Tergiversar las políticas de los Gobiernos progresistas, a los que califican despectivamente de populistas cuando no de dictatoriales; derribar Gobiernos incómodos para sus intereses que tratan de recuperar para el pueblo la soberanía arrebatada por las oligarquías de sus países al servicio de las transnacionales; crear el caldo de cultivo para justificar y legitimar las intervenciones militares del bloque imperialista que los tiren por tierra y hacerse con el control del petróleo y otras materias primas; y, en todos los casos, inocular en la sociedad la ideología de las clases dominantes que permita la perpetuación de su modelo, el diseñado por el capitalismo de nuestros días, en su versión neoliberal.
En las últimas semanas, estamos asistiendo a uno de los procesos de manipulación informativa más descomunales que se hayan podido observar en los últimos años. Una campaña de desinformación que tiene a Venezuela y la revolución bolivariana puesta en marcha por Hugo Chávez y continuada por Nicolás Maduro en el punto de mira. Realmente, como el objeto por excelencia de lo que tendría que definirse sin ambages, abierta y resueltamente, como una maniobra de pura miseria comunicacional.
No es nada nuevo bajo el sol. Son las mismas tácticas de las que la derecha echó mano cuando perdió el poder en las urnas. En la España de la II República, en el Chile de Allende, en la Indonesia de Sukarno, en la Honduras de Zelaya, en el Paraguay de Fernando Lugo… Y, como siempre sucede cuando coaliciones de izquierdas acceden democráticamente al Gobierno, la campaña comenzó el mismo día en que Hugo Chávez tomó posesión de su cargo en el palacio de Miraflores. Sin embargo, ahora reviste unos tintes verdaderamente nuevos. Sobre todo, después de los resultados de las últimas elecciones municipales, del pasado 8 de diciembre, en las que Maduro triplicó en votos a su principal opositor, Capriles, que las había planteado como un auténtico plebiscito… Un plebiscito que perdió estrepitosamente.
De un lado, porque acompaña y discurre de forma paralela a la intensificación de la violencia en las calles por parte de la fracción más ultraderechista de la oposición al proyecto de Hugo Chávez, la liderada por Leopoldo López. El objetivo es diáfano y lo denunció ante periodistas españoles el embajador de Venezuela en Madrid, Mario Isea:“En Venezuela no hay una guerra civil. En Venezuela no hay un estallido social, pero sí incitación a la violencia por parte de grupos opositores que quieren promover la idea de un guerra civil para provocar una intervención extranjera”.
La magnitud de la campaña es, realmente, inusual. El embajador Mario Isea lo reveló estos mismos días: “Estamos enfrentado el más brutal ataque mediático que haya enfrentado la revolución desde el golpe de estado en 2002, el sabotaje petrolero y desde la guarimba del 2004. Estuvimos evaluando la intensidad, el tipo de información, la campaña, quién participa, qué cosas se dicen y solo es comparable con lo que se hizo contra el comandante Chávez por allá a finales del 2001 cuando el gobierno de Bush decidió tumbar a Chávez a antes de invadir Irak”, sostuvo al referirse a la oposición venezolana”.
De otro lado, porque se están utilizando no solo los medios de comunicación convencionales sino también las mismas redes sociales. En un excelente artículo titulado “Venezuela y Twuiter, la orgía desinformativa”, el periodista Pascual Serrano lo denunciaba en estos términos: “Una vez más, Venezuela se ha convertido en el campo de pruebas de las nuevas tendencias (des)informativas. Los enfrentamientos entre opositores al gobierno de Nicolás Maduro y defensores, y la violencia desencadenada han tenido un reflejo en las redes sociales, y en especial en Twitter, que nos muestra hasta qué punto internet y esta red social se pueden convertir en un estercolero gracias a la intervención de militantes paranoicos y campañas dirigidas por manos ocultas. Fotos antiguas y acontecimientos en cualquier otro lugar del mundo han nutrido toda una catarata de mentiras donde resulta más laborioso desmontar las mentiras que contar la verdad.”
Poco antes de su reciente desaparición, el filósofo y presidente del Ateneo de Madrid, Carlos París, dejó acuñada una expresión que caracteriza de forma atinada el mundo que nos ha tocado vivir. “La época de la mentira”. Pues bien. La campaña contra el Gobierno de Nicolás Maduro está siendo una perfecta expresión de que la mentira es la principal arma para derribar al Gobierno legítimamente constituido de Venezuela.
Hoy como ayer, la derecha mediática hace suyas las palabras de Randolph Hearts, cuando, en 1898, empujó a los EE.UU. a su guerra contra España: “Usted facilite las ilustraciones que yo pondré la guerra.”. En esta guerra que se quiere desatar contra la Venezuela bolivariana, las ilustraciones tramposas recorren las primeras páginas de muchos medios de comunicación, incluidos algunos de nuestro país, y las redes sociales. Fotos de Siria, Honduras, Chile y hasta de España sirven para difundir la mentira y sembrar ante la opinión pública la impresión de la represión que no existe y de que Venezuela está al borde de una guerra civil. Contemplar el repertorio de imágenes falsas que circulan en estos días por unos canales u otros de Falsimedia y que reproducimos en Crónica Popular es, realmente, indignante.
[RECOPILATORIO] Manipulación informativa sobre Venezuela
Fotos antiguas y acontecimientos en cualquier otro lugar del mundo
han nutrido toda una catarata de mentiras donde resulta más laborioso
desmontar las mentiras que contar la verdad.En otras ocasiones se han utilizado imágenes de Brasil en 2013.
O de estudiantes que se manifestaban contra el gobierno chileno en 2012.
No podían faltar las imágenes de violencia sexual, siempre de gran éxito viral. Difundieron una fotografía de policías obligando a un estudiante a hacerles una felación, pero se trataba de una escenificación procedente de una web porno.
Incluso presentaron como estudiantes muertos en Maracay, una docena de cadáveres de sirios en Alepo de 2012.
No solo los brasileños, los chilenos y los sirios tienen una segunda oportunidad para ser protagonistas en Venezuela, también el ciudadano vasco Unai Romano, deformado por las lesiones tras su paso por el cuartel de la Guardia Civil en 2001, acusado de pertenencia a ETA, acabó presentado como víctima de tortura del “régimen” venezolano.
Además de la represión había que presentar unas condiciones del país que pudieran justificar ese “levantamiento” contra el gobierno de Maduro. Afirman que en el Hospital Central de Maracay la situación era tan precaria que los bebés los debían de colocar en cajas y adjuntaban fotos que resultaron ser de Honduras de 2012.
En cuanto a presentar un masivo apoyo ciudadanos a las movilizaciones contra el gobierno, se difundieron imágenes de la cadena humana a favor de la independencia de Cataluña diciendo que era en Venezuela (Táchira).
Desde las redes también podemos asistir a unos razonamientos bastantes limitados mentalmente para demostrar sus tesis.
Decenas de imágenes circulan en estos momentos en redes sociales y medios de comunicación de diferentes países, como forma de alegar que existe una “cruel represión” por parte de los cuerpos de seguridad venezolanos contra los manifestantes opositores. Alba Ciudad recopila algunas de estas imágenes como forma de ayudar a desmontar esta campaña de mentiras contra Venezuela. Todas las imágenes pueden ampliarse y descargarse haciéndoles click.
Etiquetas: manipulación, manipulación informativa, redes sociales, Venezuela
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