Este pasado viernes día 13 hubo en Granada una concentración
para pedir la libertad de dos personas condenadas por participar en un
piquete informativo durante la celebración de una huelga general.
En este
país sumido en la miseria resulta más importante perseguir las protestas
de la población indignada que reclama sus derechos perdidos, que el
perseguir a los culpables de esa miseria.
Que miles
de personas muestren su apoyo a estas u otras personas en circunstancias
similares es importante pero insuficiente pues gritan ante un edifico
vacío y una ley (que no justicia) sorda.
Aun hay quien entiende la actuación de los jueces que "defienden la libertad de trabajar de aquellos que no desean hacer huelga",
como si el derecho a la huelga no estuviera condicionado por las
condiciones laborales precarias que son cada vez más comunes.
De
cualquier modo la propia huelga, único recurso permitido, (y cada vez
menos), de protesta, es en sí otro engaño que suele beneficiar a los
empresarios o al menos no perjudicarlos en absoluto, pues las pérdidas
(que suelen ser realmente simple disminución de ganancias), son
absorbidas por los propios trabajadores que dejan de ingresar los días
que no trabajan a lo que hay que sumar que una empresa parada aunque no
genera beneficios, tampoco genera gastos si los empleados no cobran.
Además en empresas donde la huelga podría hacer daño, ya están previstos unos servicios mínimos.
Así pues
de lo que se trata no es de evitar algo que daña al sistema de alguna
forma, si no de castigar el menor síntoma de rebelión que aparezca, de
reprimir cualquier oposición a lo que se ordene y hacerlo de forma
ejemplar y atemorizante para el resto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario