Se acerca el 25 de Mayo y con él las elecciones al parlamento europeo.
Empiezan ya las campañas electorales de los partidos nacionales
adscritos a partidos europeos, que no han hecho esperar al electorado y
han atacado ya ferozmente a la abstención.
Pero, ¿cuáles son los argumentos que usan contra ella? Básicamente todos
se basan en: la abstención no computa, luego no incide en la
conformación de las instituciones, y posteriormente, ningún régimen ha
sido derrocado por medio de la abstención electoral.
El primer argumento es legitimador del sistema político
liberal-representativo y parlamentario. Precisamente, con la abstención
activa, se pretende no participar en la formación de las instituciones.
¿Qué régimen político-económico ha sido cambiado desde dentro y por
elecciones? Ninguno. Ahora bien, desde fuera, han sido muchos los que
han sido destruidos, lo que invalida a su vez el segundo argumento.
Claro que la abstención activa ha derrocado regímenes. La organización
al margen de las instituciones ha acabado en vastas ocasiones con el
capitalismo y el sistema político liberal-representativo y
parlamentario. Ejemplos hay muchos. Demasiados.
Se pueden ganar unas elecciones, lo que no significa que se haya ganado
el poder. Éste, en la Unión Europea, lo ostentan más de 50 grupos de
presión formados por grandes y medianos empresarios que, debido a la
contradicción palpable de intereses entre empresarios y trabajadores, se
benefician a ellos mismos. O lo que es lo mismo, el poder económico
europeo ha monopolizado el poder político. Es decir, incluso aunque
llegase un partido anticapitalista al poder de la Unión Europea, no
podría reformarla de modo que suprimiera los privilegios de esos
empresarios, puesto que son ellos los que tienen el poder.
Una vez aclarado esto, el último y más sonado argumento en contra de la
abstención ha sido que ésta favorece a los partidos mayoritarios
(Partido Popular Europeo y Partido Socialista Europeo). Y de hecho es
cierto, pero como ya habrá podido observar la lectora, incluso aunque
las elecciones las ganara un partido anticapitalista, el poder seguiría
siendo inaccesible. Y aunque las ganara un partido socialdemócrata, el
poder seguiría estando en manos de las élites económicas europeas. Con
lo cual, ese argumento se convierte en oportunismo electoral, puesto que
en el caso de que no ganaran esos partidos europeos, tampoco se
conseguirían cambios.
En conclusión, una alta participación electoral no significaría cambio
alguno. En cambio, la abstención sí. No porque condicione la formación
de las instituciones o deslegitime el sistema político-económico, sino
porque la abstención convertida en organización es un acto
revolucionario. Y la revolución es cambio. Es boicot.
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