lunes, 23 de marzo de 2015
Elecciones en Andalucía : Un cambio político en ciernes.
Miguel Manzanera
Sin sorpresas, las elecciones andaluzas confirman el resultado de las europeas y lo que todo el mundo esperaba: el sistema de partidos que ha regido en los últimos treinta años está en descomposición. PSOE y PP han alcanzado aproximadamente los mismos porcentajes que obtuvieron hace diez meses, sumando entre los dos algo más del 60% de los votos (62,19% con el 99,5% de los votos escrutados). Hace 3 años la suma de ambos partidos se situaba alrededor del 80% de los votos en las elecciones andaluzas, y hace apenas 7 años entre ambos conseguían el 86,86% de los sufragios. Ha habido, pues, una caída de voto importante, aunque todavía la mayoría de los ciudadanos manifiestan su apoyo al orden político que ha estado vigente en los últimos 30 años. La comunidad andaluza es la más grande en población y extensión del estado español, así que los datos de ayer son significativos; este resultado anuncia el desarrollo de los acontecimientos en el conjunto del estado español a lo largo del próximo año con el ciclo electoral que ha comenzado.
Los graves errores en la gestión política, cometidos por el bipartidismo a lo largo de los treinta últimos de monarquía borbónica, han conducido al Reino de España al borde del abismo, y la ciudadanía ha comenzado a reaccionar. Es de esperar que en los próximos meses las grietas del actual ordenamiento político se agranden y se abra un nuevo horizonte para la historia de nuestra tierra. Ese pronóstico puede desprenderse de los datos que caracterizan la coyuntura histórica: la profunda crisis económica del capitalismo que ha generado millones de parados y una deuda de 3 billones de euros (1 billón la economía pública y 2 billones la privada); la incapacidad de resolver los problemas a partir de las recetas neoliberales, aplicadas por los actuales políticos españoles y europeos; y el creciente descontento de la población ante los graves problemas de corrupción que corroen la confianza en el Estado y el orden social.
Como consecuencia, las fuerzas políticas se reorganizan. Aparece un nuevo partido de derecha, Ciudadanos, sin las graves hipotecas del PP, gravemente corrompido e incapaz de resolver la grave crisis económica que atraviesa el país. Todavía lejos de disputar la hegemonía de las fuerzas conservadoras, Ciudadanos representa los deseos de renovación dentro de las capas sociales conservadoras y la nueva generación que ha entrado en política. Si tenemos en cuenta el conjunto de votos de los partidos de derecha, puede decirse que hay un ligero crecimiento respecto de las elecciones europeas, aunque se haya producido una importante caída desde las anteriores elecciones autonómicas. Sin embargo, es de subrayar la volatilidad de ese voto que en las europeas se canalizó hacia UPyD y ahora ha cambiado su sentido a favor de Ciudadanos. Es un índice de la inseguridad del electorado de la derecha, que ha visto desvanecerse las ilusiones despertadas por el equipo de Rajoy, cuando en las últimas elecciones autonómicas y municipales arrasó cubriendo el mapa de azul, para después vencer de manera arrolladora en las elecciones generales.
La izquierda se reorganiza. Izquierda Unida, lastrada por años de lucha y resistencia, con estructuras demasiado rígidas y burocráticas, no ha podido adaptarse a los nuevos tiempos. Ha sido necesario el surgimiento de Podemos, y menos mal que ha nacido, para que la nueva generación pueda acceder a la política y tomar en sus manos su propio destino, sin depender de costumbres políticas envejecidas. Una comprensión correcta de las fuerzas políticas, sin los apasionamientos de la lucha por el poder, debe reconocer que Podemos e IU son en la práctica la misma organización en fase de recomposición. Las diferencias programáticas se reducen a matices y la mayoría de los cuadros políticos de Podemos han militado previamente en IU; y seguramente la afluencia de militantes de IU hacia Podemos no va a dejar de producirse, de forma ordenada y con los mínimos conflictos posibles, como ha sucedido hasta ahora.
Desde ese punto de vista, la izquierda ha obtenido el mejor resultado de su historia reciente bajo la monarquía borbónica: la suma de votos de Podemos e IU alcanza la cifra de 21,73% y 20 diputados. Crece exactamente 3 puntos desde las elecciones europeas, cuando sumando sus votos alcanzaron 18,73% en Andalucía, si bien hay un trasvase de apoyos desde IU hacia Podemos. Lo cual tiene además otro significado y es la radicalización del electorado, que considera a Podemos como una fuerza más izquierdista que IU. No obstante, hay que añadir que ese crecimiento es insuficiente todavía para las tareas que hay que afrontar. El olfato político del PSOE andaluz le ha permitido salvarse por ahora del naufragio anunciado por los institutos de opinión pública.
Ha comenzado un ciclo electoral que durará todo el año 2015. Dentro de dos meses las elecciones municipales deben confirmar el cambio político a nivel del estado español. Si la izquierda se organiza de manera consistente y los ciudadanos se comportan razonablemente, en las elecciones generales de noviembre la izquierda habría de estar situada en posición de disputar el primer puesto en las preferencias de los votantes al resto de las fuerzas políticas, y consecuentemente poner en cuestión la hegemonía social a la derecha liberal, representada por la monarquía borbónica y su sistema bipartidista de gobierno.
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