La verdad es algo inaceptable en los estados de fútbol, deporte
fomentado por la clase dominante precisamente para aborregar a los
trabajadores, y en el que no se puede permitir que algunos piensen. Por
eso, y aprovechando el asesinato por los fascistas del Atlético de
Madrid, el Frente Atlético, de un seguidor del Deportivo, a finales del
año pasado, existe un empeño marcado por prohibir, perseguir y
criminalizar a toda denuncia, protesta o pancarta sincera sobre la
situación política y social del estado español por parte de la policia,
los jueces y el gobierno.Además de la persecución sufrida por la peña rayista Bukaneros por parte
de las fuerzas del Orden y de la Delegación del Gobierno de Madrid, por
su habitual animación de su equipo, el Rayo Vallekano, a la vez que se
denuncian los crímenes de la clase política o las injusticias abundantes
que por su mal gobierno sufren los españoles, se hace lo propio con
otras aficiones que destacan, como los vallecanos, por su mezcla en las
gradas de fiesta y protesta.
Así, las Brigadas Amarillas del Cádiz mostraron el pasado fin de semana una pancarta en la que se podía leer lo siguiente: "Los delincuentes están en el Parlamento", junto a otra que animaba a los Bukaneros a resistir. La osadía le ha costado al equipo andaluz 3.000 euros, multa que persigue, ni más ni menos, que el propio club sea el que controle sus acciones antifascistas, que molestan tanto a los que pertenecen, abierta u ocultamente, a esta ideología criminal.
En definitiva, se trata de, igual que en las calles, callar a los que denuncian y llaman a las cosas por su nombre: a los políticos, corruptos, a los grandes empresarios, mangantes, y al régimen, fascista.
Así, las Brigadas Amarillas del Cádiz mostraron el pasado fin de semana una pancarta en la que se podía leer lo siguiente: "Los delincuentes están en el Parlamento", junto a otra que animaba a los Bukaneros a resistir. La osadía le ha costado al equipo andaluz 3.000 euros, multa que persigue, ni más ni menos, que el propio club sea el que controle sus acciones antifascistas, que molestan tanto a los que pertenecen, abierta u ocultamente, a esta ideología criminal.
En definitiva, se trata de, igual que en las calles, callar a los que denuncian y llaman a las cosas por su nombre: a los políticos, corruptos, a los grandes empresarios, mangantes, y al régimen, fascista.
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