jueves, 27 de marzo de 2014

Cuando al Estado le hablan las piedras

 El Estado Español es condenado sistemáticamente en instancias internacionales por prácticas de maltrato y tortura …Qué nos están matando a fuego lento!!  













«Arrojar una piedra es una acción punible. Arrojar mil piedras es una acción política. Incendiar un coche es una acción punible, incendiar cien coches es una acción política. Protestar es denunciar que eso o aquello no es justo. Resistir es garantizar que aquello con lo que no estoy conforme no se vuelva a producir.»
Ulrike Meinhoff
Me dispongo a sumergirme en el mar de la incorrección, asumiendo el posible chorro de críticas bienpensantes a mi reflexión de antemano, pese a que me da en la nariz que somos muchas quienes pensamos así. Vivimos días de combate entre lo real y lo virtual. Dentro de lo real, entre uno y dos millones de personas caminaron juntas por las calles de Madrid exigiendo unos mínimos, tales como Pan, Trabajo y Techo. Lo virtual es que este hecho no existe para quienes no estuvieron allí y se “informan” por medio de los grandes oligopolios de la comunicación. Si acaso, saben que hubo “violentos” enfrentándose a “policías” gracias a la profesional puntualidad de la primera carga policial, tan oportuna para entrar en los telediarios.
Dentro de la realidad virtual, parecería que el pasado fin de semana en Madrid hemos estado todas a una, pero para acudir al velatorio de Suárez, excepto un puñado de vándalos, sin más ambición que destrozarlo todo y pegar a pobres funcionarios que acuden armados a las movilizaciones para garantizar nuestras libertades.
Según el relato del Poder, no existe más violencia que la ejercida por grupos radicales de extrema izquierda y exige una condena unánime de la sociedad. En esa dirección se pronuncian a partir de ahí todos los peones de la moribunda Cultura de la Transición, cumpliendo su misión de delimitar el perímetro, expresar, en nombre del Régimen, obviamente, que se puede y que no se puede hacer, donde están los límites. Y lo hacen desde su derecha y desde su izquierda progre y dócil, incluso desde su ala más simpática, con Wyoming entre ellos.
Y los límites están justamente donde se garantiza que nada cambie, que nos demos el paseo y nos vayamos a casa sin molestar y pagando el billete. Como quien va al fútbol.
Lo que oculta ese discurso de la corrección, aparentemente inmaculado y escrupulosamente democrático, es justamente la violencia con mayúsculas que millones de personas padecemos.
El mismo coro que se escandaliza si la gente se defiende con piedras de una (más) agresión policial ( con pelotas de goma y gases lacrimógenos incluídos) contra una manifestación gigantesca, antes incluso de su finalización, son los mismos para los que los suicidios provocados por la miseria se olvidan en frías estadísticas, los mismos que no condenan la violencia extrema de los desahucios, la maldición del paro, la pobreza de más de dos millones de niñas y niños en el Estado, el exilio forzoso de lo mejor de nuestra juventud.
El mismo coro que se esfuerza en hacer olvidar que Íñigo Cabacas fue asesinado por una carga policial, que Esther Quintana y media docena de personas más, han perdido un ojo en los últimos años por cargas policiales, que una persona ha perdido un testículo por un pelotazo de goma en las marchas de la dignidad, que el Estado Español es condenado sistemáticamente en instancias internacionales por prácticas de maltrato y tortura en cárceles y comisarías…
Qué nos están matando a fuego lento!!
En nombre del rescate a los bancos, de los privilegios de la casta, de la expropiación del derecho a decidir de las mujeres, de la corrupción crónica, de la monarquía, del vivir condenadas a salarios de miseria en trabajos precarios, de la falta de libertades, del estado policial……

No hay comentarios:

Publicar un comentario