Es bien obvio que la bronca interna en el PSOE no tiene nada que
ver con Cataluña.
Hace demasiadas décadas desde que el PSOE no ha
fallado a los poderes económicos y a los poderes internacionales como
para pensar que ahora estarían dispuestos a revertir su penúltima
traición (esa reforma de la Constitución dictada que impone pagar antes
deuda a los bancos alemanes que sanidad a los ciudadanos españoles) y
poner los derechos sociales de los españoles como prioridad y acometer
una verdadera reforma democrática en la ley electoral, la justicia y la
lucha contra la corrupción. El PSOE nunca falla a los poderosos pero
como eso no se puede explicar así habrá que decir que se trata de la
unidad de España. Es bien obvio, también, que a Susana Díaz le importa
poquísimo España sino que sus movimientos sólo buscan acaparar poder
interno en su partido: pase eso por nuevas elecciones en las que sea
candidata (sacrificándose por España y por el PSOE, valga la
redundancia) o por un paso por la oposición que permita matar a Pedro
Sánchez en breve.
Pero más allá de las obviedades que hacen de Cataluña un excelente
McGuffin cabría preguntarse cuál sería, si tenemos que creernos el
teatrillo de estos días, su plan para Cataluña.
Posiblemente las CUP den la investidura a Artur Mas. Es una
posibilidad cierta. Ello, previsiblemente, acelerará un proceso de
“desconexión”, es decir, construcción de un nuevo Estado al margen de la
legalidad española. Al menos ese es el plan declarado. Ello, por
cierto, sería la excusa perfecta para que PP, PSOE y Ciudadanos digan
que pese a las grandísimas diferencias hay que entenderse para responder
al “desafío independentista”.
Ante eso caben algunas respuestas desde España pero no muchas.
-Una es no hacer nada. Es una mierda de respuesta, pero es una
respuesta. Se sigue recurriendo al Tribunal Constitucional, éste anula
cosas, las instituciones catalanas no hacen caso, hacemos declaraciones
muy altisonantes pero no hacemos nada. El proceso avanza en la confianza
de que atascará en algún momento por la falta de recursos económicos
propios, la ausencia de reconocimientos internacionales relevantes… qué
sé yo. No hacer nada es una posibilidad, pero si esa es la apuesta el
teatrillo quedaría demasiado sobreactuado, aunque permitiría vender
entradas durante sucesivas entregas de la saga en las que el espectador
pensara que por fin se resuelve la historia en un sentido u otro.
-Otra respuesta, la que propone Podemos, es que un gobierno español
se disponga a acordar con el catalán un referendum sin que se produzca
todo ese proceso de desconexión antes. Eso es perfectamente
constitucional (artículo 149.1.32º)
y respondería a la voluntad del 80% de los catalanes, independentistas o
no y votantes de los distintos partidos (incluida una buena parte de
los votantes catalanes del PP y Ciudadanos). Eso supondría un giro
drástico en la posición de los gobiernos españoles, por fin dispuestos a
escuchar al pueblo catalán. Es una solución pacífica y democrática. Y
además es una solución duradera puesto que sería difícil no asumir el
resultado del referendum como punto de llegada del proceso de estos
años. Si el “plebiscito” del 27S demostró como mínimo que no hay una
clara mayoría independentista, uno se atreve a pensar que ante un
gobierno tan distinto, que asumiera la necesidad de cambios
constitucionales también en lo territorial sería muy difícil que saliera
una mayoría independentista. Y si saliera aún en ese caso, los
españoles tendremos que asumir que tantos años sin buscar soluciones han
llevado a una situación irreversible en la que la única salida
democrática y pacífica es asumir la voluntad libre y mayoritaria de los
catalanes. Aunque, ya digo, sería sorprendente a la vista del 27S (y del
20D). Es lo que hizo Cameron, por ejemplo, a quien Susana Díaz acusaría
de no “amar” el Reino Unido pero que probablemente ha sido quien más ha
hecho por su unidad en tiempo al lanzarse al referendum escocés. Es,
por cierto, la salida que ha propuesto en general el PSC, con el que no
sabemos que haya roto el PSOE aunque puede que sea por haber olvidado su
existencia.
-La tercera es la que probablemente tengan en la cabeza PP y
Ciudadanos: una aplicación contundente del artículo 155 de la
Constitución que mutile la Generalitat catalana desde Madrid.
Jurídicamente se pararía el proceso a través de una involución reactiva
tal que sólo aumentaría la brecha social dando al independentismo el
empujón que le faltaba y generando una lógica incomprensión
internacional.
-Cabe una cuarta opción pero que es un mero brindis al Sol. Sería un
nuevo Estatuto para Cataluña pero eso no se puede hacer sin contar con
la mayoría parlamentaria catalana… y termina con un referendum en
Cataluña (que podría hacer de referendum independentista por pasiva). Y
además no hay razón para pensar que un nuevo Estatuto no corriera la
misma suerte que el anterior. Si alguien piensa que esa solución está
hoy sobre la mesa es que aún queda inocencia en el mundo; esa es una
buena noticia, supongo.
¿Cuál es, más allá de los alaridos patrioteros, la salida que ofrecen
los enrocados dirigentes socialistas que simulan que Cataluña es lo que
más les importa en el mundo? Supongo que para “no hacer nada” no
montarían este numerito; quiero creer que saben que lanzar un proceso de
elaboración de nuevo estatuto es lo mismo que “no hacer nada”;
descartan un referendum acordado… Así que sólo queda la alternativa del
155. ¿Es eso de lo que se habla cuando se pide a Podemos que para
empezar a hablar renuncie al referendum? ¿Que se sume al recorte
unilateral de competencias? El propio Pedro Sánchez denunció que el
inmovilismo de Rajoy había aumentado enormemente el independentismo.
¿Cuál cree que sería la consecuencia de pasar del inmovilismo a la
reacción centralizadora? ¿Un súbito enamoramiento de España de los
catalanes indecisos?
Hoy por hoy sólo hay una propuesta que permita afrontar la cuestión
territorial con visos de alcanzar una unidad de España estable y es una
consulta acordada bastante pronto. Las demás propuestas sólo llevan a
mantener el conflicto y agravarlo. Como no buscan la unidad de España
sino pelear por la supervivencia del partido o ganar cuotas de poder en
él no les preocupa demasiado. Pero nadie rompe España más que el
numantinismo del que hacen gala.
Las naciones sólo tienen un momento para volverse libres; es aquel en que todos los poderes antiguos están suspendidos: pasado ese momento, si se da al despotismo el tiempo para recobrarse, los gritos de los buenos ciudadanos son denunciados como actos de sedición, la libertad desaparece y la servidumbre permanece. Se quiere que perdamos este momento precioso, se quiere abatir la energía del pueblo.
Maximilien Robespierre.