Tomás Rodríguez-Villasante, Profesor Emérito de la Complutense.
Quién retome los movimientos y las construcciones desde abajo tendrá la mejor estrategia, y mejor que sea de forma unitaria y sin sectarismos, para ser eficaces de cara a los sectores que hay que ganar al reformismo que viene.
Siendo realista hay que
identificar que por el “cambio de sistema” realmente solo hay unos 7
millones de votos, es decir una cuarta parte, y no más, del electorado.
Al mismo tiempo es poco y es mucho. En números es poco aún, pero en
capacidad para la movilización es bastante, más que en la primera
transición, por ejemplo. En el 15M y las Mareas nos movilizamos entre un
1 y 2 %, pero se llegó en la simpatía de las encuestas al 60-70% de la
ciudadanía. Si ahora sumamos los votos de Podemos y sus alianzas, los
votos de IU, Esquerra Republicana, Bildu, Nos, etc. que estarían por un
cambio de modelo en la Constitución y en los derechos sociales, aún nos
quedamos cortos en el número de apoyos para un cambio de sistema.
Tenemos
enfrente otros 7 millones de votos que son inmovilistas, y tienen de su
parte los medios económicos y de comunicación principales del estado.
En estos 4 años que vienen, tienen mayoría absoluta en el Senado para
bloquear las leyes importantes que se puedan acordar en el Congreso, aún
en el supuesto de que se pudieran consensuar por Podemos con Psoe y
Ciudadanos. Hay que tener en cuenta las 4 “españas” que aún hay: el
frente inmovilista del PP, el no-frente abstencionista (9 millones), y
el no-frente reformista del Psoe y Ciudadanos (otros 9 millones), junto a
un frente de iniciativas para el cambio de sistema (en el mejor de los
casos, sobre unos 7 millones de votantes).
La
estrategia entonces está en poder ampliar el conjunto de acción por el
“cambio de sistema”, llegando a las bases sociales que se oponen al
bloqueo que promueve el sector inmovilista del capital y el PP. Y las
palancas para esto están en propuestas concretas que puedan motivar a la
ciudadanía a defender sus derechos en cada sector de actividad, es
decir revitalizar los movimientos sociales, y construir desde los
municipios aquellas iniciativas desde abajo que ejemplifiquen el cambio
de sistema. Hay unas generaciones que ya no vivieron el franquismo y que
se están sacudiendo el miedo, hay generaciones que ya sabemos lo que
nos pueden estafar desde centro-europa, y es con movilizaciones
concretas como esto se ha de poner de manifiesto.
Ya ha
pasado el año electoral y se ha llegado hasta una cuarta parte de las
“españas”, en datos electorales. Por eso en los gobiernos y parlamentos
no se tienen las condiciones favorables salvo para protestar, para
denunciar. Los acuerdos de reformas por arriba entre PP, Psoe y
Ciudadanos, tratarán de sellar el sistema actual sin cambios muy de
fondo. Pero el que no haya una mayoría absoluta es una ventaja para los
movimientos sociales, pues ya podemos presionar para que los partidos
tengan que definirse ante las iniciativas construidas desde abajo. Si la
opinión pública no es construida colectivamente y desde abajo, se
construirá por los medios y desde arriba.
Por ejemplo,
no se trata de meter a los movimientos sociales en los plenos
municipales, sino todo lo contario. O sea, que los activistas, círculos,
grupos motores, concejales, salgan a la calle, a construir los posibles
frentes de lucha por los derechos sociales, nacionales, ecológicos,
etc. Poner en marcha experiencias de auto-gestión y co-gestión,
presupuestos participativos, planificación integral de los barrios y los
servicios, etc. Parece deseable el acumular suficientes experiencias y
fuerzas sociales para que dentro de otros 4 años se pueda plantear un
cambio de sistema, el que ahora se inicia. Pero construyéndolo de abajo a
arriba, con bases diversificadas pero unitarias, para no repetir los
errores de la primera transición.
Haya o no haya
elecciones anticipadas, construir los frentes de la ciudadanía es de
nuevo la tarea que heredamos del 15M y de las “mareas” sectoriales. El
debate partidista no da más de sí, ni en los parlamentos ni para las
movilizaciones sociales. Aún no se han conseguido las propuestas que se
iniciaron con el 15M y por eso cabe retomarlas de nuevo, pero ahora con
más apoyos desde algunos municipios importantes y desde algunos
portavoces en parlamentos y algunos medios. Quién retome los movimientos
y las construcciones desde abajo tendrá la mejor estrategia, y mejor
que sea de forma unitaria y sin sectarismos, para ser eficaces de cara a
los sectores que hay que ganar al reformismo que viene.
Tomás R. Villasante
Esto que estamos viviendo es, no quepa duda, la pura expresión de la lucha de clases: es el ataque del capital contra los intereses y conquistas históricas de las clases trabajadoras, en un momento de extrema debilidad en la consciencia de clase de los integrantes de la misma, y en un contexto de crisis sistémica, generada por la aplicación durante décadas de estos mismos planteamientos neoliberales en el mundo de las finanzas, y que, paradójicamente, ahora brinda el escenario perfecto para que el capital pueda lanzar su ataque contra aquellos que nada tuvieron que ver en la gestación de la misma y que ahora son quienes está sufriendo trágicas consecuencias.
ResponderEliminar*Incluso sabiendo que, tal y como nos dice el materialismo histórico, pase lo que pase, la historia seguirá su curso y, antes o después, las clases trabajadoras venceremos, no es este el mundo que quiero dejarle a mis hijos. Y estoy seguro que tú, trabajador, trabajadora, tampoco. Más que un mundo, sería una pesadilla: una vuelta a la Edad media pero con Iphones y televisiones de pantalla de plasma. Ellos no debieran sufrir las consecuencias de que nuestra generación haya sido incapaz de organizarse y luchar, como sí hicieron nuestros abuelos, para plantar cara y derrotar al capitalismo. Ellos no merecen vivir en ese infierno. Ellos merecen otro mundo mejor, incluso mucho mejor que el nuestro actual. Aún podemos, eso sí, evitarlo.
Luchemos, luchemos.