Ante la miseria y los desastres de la crisis, la ostentación de los reyes |
En primer lugar, el lugar elegido para dar el discurso fue simbólico: el
Palacio Real, símbolo de la historia de la monarquía española, de la
imposición, conquista a conquista, matanza a matanza, quema tras quema,
expulsión tras expulsión, de esa idea tan del gusto de Franco y los dos
reyes de la dinastía creada por él, de la España Una, Grande y Libre.
Esa pluralidad natural de la península ibérica, ha ido siendo podada,
tallada, uniformada, por los reyes de Castilla, en especial tras la
venida al trono de los ilegítimos Borbones, que impusieron nada más
llegar la centralidad francesa ante, como Marx señalo en sus escritos
sobre La España Revolucionaria " la diversidad de su configuración
social, basada originalmente en la configuración física del país y
desarrollada históricamente en función de las formas diferentes en que
las diversas provincias se emanciparon de la dominación mora y crearon
pequeñas comunidades independientes, se afianzaron y acentuaron
finalmente a causa de la revolución económica que secó las fuentes de la
actividad nacional".
En ese entorno, el Palacio Real, símbolo de la realeza y de la voluntad
unidireccional de la clase dirigente y sus máximos representantes, los
monarcas, sobre sus subditos y los pueblos sometidos, Felipe VI de
Borbón y Franco recordó una y otra vez, amenazando veladamente a los
catalanes, vascos y a todo aquel que no respete el "orden"
constitucional, sufrirá la misma suerte de la que son víctimas, y de
estos no habló ni de refilón, todos aquellos que osan protestar contra
el saqueo que son los deshaucios o la corrupción, frente a los recortes
sociales mientras los salarios, pensiones o asignaciones de altos cargos
y de la familia real siguen siendo exagerados, o ante la destrucción
del trabajo, de la salud pública o la multiplicación vergonzante de la
miseria.
A Felipe de Borbón y Franco solo le faltó gritar, como ya hicieran su
abuelo y su padre, aquello que toda la clase dominante, que es hoy la
misma que la existente en tiempos de la abierta dictadura fascista del
General Franco, de la que llegó a ser jefe de estado también el actual
rey honorífico, Juan Carlos, el famoso grito que define tan bien, como
definía al sistema del que el actual régimen nació, de !Arriba España!.
Como hemos dicho, ni una palabra sobre la corrupción (algo lógico pues
este cáncer tiene a su propia familia como gran protagonista), sobre el
galopante desempleo o la inversamente creciente pérdida de calidad del
trabajo y de los derechos laborales; tampoco nada sobre el continuamente
batido record de deshaucios llevado a cabo por sus amigos, muy
monárquicos ellos, los banqueros, servidos fielmente por las fuerzasd e
seguridad del estado, ni mucho menos acerca de los cada vez más jóvenes
españoles que, como en tiempos de su abuelo, se ven obligados a huir del
país a buscar pan para comer, a cambio de un salario miserable (aunque
no tanto como el que les ofrece la clase capitalista en España).
A Felipe solo le preocupaba la unidad de España, el mantenimiento de esa
España Una, Grande y Libre por la que su abuelo asesinó a tantos
españoles que preferían a esa uniformidad forzosa bajo el cetro real (en
realidad, bajo el control de la clase parasitaria que solo sabe vivir
del robo, del saqueo, del producto del trabajo ajeno) la dignidad, el
trabajo, la ciencia o la democracia, En realidad, las palabras del
heredero de Franco daban un poco de miedo y provocan que sea evidente la
pregunta retórica de si sería capaz de mancharse las manos de sangre
como su abuelo político para conseguir esa unidad que tanto le
preocupa.
La verdad es que, aunque los usos y modos de la corte y de los medios,
que han de aparentar y vender que vivimos en una supuesta democracia, se
esforzarán en que parezca lo contrario, todos sabemos cual es la
respuesta obvia a esa innecesaria pregunta. Esta gentuza, acostumbrada a
siglos de saqueo, terror, tirania para mantener sus privilegios, es
capaz de todo para continuar haciéndolo, por muy bonachones y populares
que aparezcan en las noticias del corazón, en las películas de los
telediarios y en los actos públicos ante el pueblo, al que siempre, por
mucho que el guión les haga fingir lo contrario, consideraron y
considerarán, vulgar populacho, perfectamente prescindible salvo para
llenar sus cuentas bancarias y sostener su ostentoso nivel de vida.
Una frase, para terminar, define el discurso de nochebuena del tercer
rey de la dinastia franquista, despues de Francisco y Juan
Carlos: "caben las distintas formas de sentirse español" pero sin
vulnerar "el orden constitucional", El resto de formas de sentirse
español, no cabe, pues, porque el rey lo ordena. Y si no, le faltó
decir, ya sabéis como se las gastaba mi abuelo político.
En general este tipo de personajes son muy dados espectaculos con militares y en lugares
ResponderEliminarcerrados, que evitan cualquier acto en su contra.
Los contactos con el pueblo en general son con actores pagados como dicen los gringos y
asi se evitan que le hechen un grito de ….Asesino !