La canción sobre el enemigo de clase
Bertolt Brecht (1898‑1956)
1.
Cuando pequeño, fui a la escuela
y aprendí, lo que es mío y lo que es tuyo.
Y cuando todo se había aprendido,
me parecía que no era todo.
Y no tenía desayuno que comer,
y otros sí tenían:
y así fue que sí lo aprendí todo
sobre la naturaleza del enemigo de clase.
Y aprendí, por qué y debido a qué razón
hay un desgarrón atravesando el mundo.
Y este perdura entre nosotros, porque la lluvia
cae de arriba hacia abajo.
2.
Y me dijeron: Si soy dócil,
entonces llegaré a ser como ellos.
Pero pensé: Si soy su oveja,
entonces llegaré jamás a carnicero.
Y vi más de uno de entre nosotros
que tragó su anzuelo.
Y cuando le aconteció lo que nos aconteció a ti y a mi,
entonces se extrañó.
Mas a mi, a mi no me extrañó,
pronto descubrí su juego:
La lluvia, así es, corre hacia abajo
y no corre, así es, hacia arriba.
3.
Ahí escuché que redoblaron los tambores,
y todos hablaron de eso:
Ahora deberíamos conducir guerras
por un lugarcito en el sol.
Y voces enronquecidas nos prometían
cielo, mar y tierra.
Y cabecillas gordos y grasientos
gritaron: no os postréis ahora!
Y creímos: no quedan más que unas horas,
luego tendremos esto y aquello.
Pero otra vez la lluvia corría hacia abajo,
y durante cuatro años tragamos hierba.
4.
Y una vez de repente se escuchó:
Ahora hacemos Republica!
Y ahí un hombre se parece al otro,
sea flaco u gordo.
Y los que estaban cansados por el hambre
jamás no habían estado tan esperanzados.
Pero los que estaban saciados porque comían,
estaban esperanzados como ellos.
Y dije: Ahí algo no puede ser cierto
y estaba lleno de dudas turbadas:
que sí, no es cierto, lo de la lluvia que
parece que corre hacia arriba.
5.
Nos dieron papelitos para votar,
entregamos las armas.
Nos dieron una promesa,
y dimos nuestro fusil.
Y escuchamos: que los que saben de las cosas,
ahora nos ayudaran.
Deberíamos emprender el trabajo,
ellos harían el resto.
Entonces me dejé conmover otra vez
y me quedé quieto, conforme a lo pedido
y pensé: Que bueno la lluvia
queriendo correr hacia arriba.
6.
Y poco después escuché decir,
ahora todo esta arreglado ya.
Si aguantamos la calamidad menor,
se nos dispensará de la mayor.
Y tragamos el frailuco Brüning,
para que no sea el Papen.
Y tragamos el junker Papen,
puesto que de lo contrario sería el turno del Schleicher.
Y el frailuco cedió su puesto al junker,
y el junker lo cedió al general.
Y la lluvia corría hacia abajo,
y corría copiosamente de verdad.
7.
Mientras anduvimos con papeletas para votar,
cerraron las fábricas.
Cuando dormimos frente a las agencias de empleo
que nos sellan la constancia,
les evitamos la preocupación por nosotros.
Escuchamos dichos como estos:
¡Siempre tranquilo! ¡Que esperáis, no más!
Después de una crisis mayor
¡viene un auge mayor!
Y dije a mis colegas:
¡Así habla el enemigo de clase!
Cuando él habla de buen tiempo,
se refiere a su tiempo a él.
La lluvia no puede ir hacia arriba,
aun cuando súbitamente tenga buenas intenciones
para nosotros.
Lo que puede es: puede acabar,
y es cuando brilla el sol.
8.
Un día los vi marchando
detrás de nuevas banderas.
Y muchos de los nuestros dijeron:
No más hay enemigo de clase.
Entonces vi encabezándolos
hocicos que ya conocía,
y escuché voces berreando
en el antiguo tono de sargento.
Y tranquillo entre banderas y fiestas
corría la lluvia noche y día.
Y cada uno que estaba acostado en la calle
podía sentirla.
9.
Se entrenaban con aplicación para tirar
y hablaron ruidosamente del enemigo
y señalaron furiosamente más allá de la frontera.
Y es que se refirieron a nosotros.
Pues nosotros y ellos, somos enemigos
en una guerra en que uno solo gana.
Pues viven de nosotros y reventan
si no seamos más los Coolíes.
Y es por esto también que
no debáis extrañaros
si se echan sobre nosotros, como la lluvia
se echa sobre el suelo.
10.
Y ese de entre nosotros que falleció de hambre,
cayó en una batalla.
Y ese de entre nosotros que murió,
ha sido asesinado.
Al que recogieron con sus soldados,
tener hambre no le agradó.
Al que le rompieron la mandíbula a patadas,
había pedido pan.
Al que habían prometido el pan,
ahora le dan caza.
Y al que traen en el ataúd de zinc,
ese dijo la verdad.
Y ese que entonces les daba confianza
cuando pretendían ser sus amigos,
lo que así imaginó
era que la lluvia corra hacia arriba.
11.
Ya que somos enemigos de clase,
sea lo que sea que nos dicen:
Ése de entre nosotros que no se atrevía a luchar,
se atrevía a morir de hambre.
¡Somos enemigos de clase, tamborilero!
Esto, ¡tu sonsonete no lo cubre!
Empresario, general y junker -
nuestro enemigo, ¡eres tu!
¡De esto, nada será movido,
ahí nada será arreglado!
La lluvia no corre hacia arriba,
¡por cierto no se le exige tal cosa!
12.
Por más que tu pintor retoque,
¡no va a tapar el desgarrón!
Uno de los dos perdura y el otro debe dejar su lugar,
o yo u tú.
Y sea que sea que aprenderé,
esto sigue siendo el abecé:
Jamás nada tendré de común
con el asunto del enemigo de clase.
No se encontrará la palabra
que un día nos una a ambos.
La lluvia corre de arriba hacia abajo.
Y tú eres mi enemigo de clase.
Texto de 1933. Puesta en música: Hanns Eisler (1898‑1962).
Versión musical de Ernst Busch en Youtube: www.youtube.com/watch?v=61B2oN5tV3M
Texto tomado de 321ignition.free.fr/pag/es/art/pag_002/brech_05.htm
Ojalá que el nuevo año nos traiga 365 días llenos de buena poesía, de buena música, de buenas películas y mejores libros, pero también 365 días cargados de solidaridad, de lucha, de inconformismo, de pasión, de amor, de sexo, de amistad, de fraternidad. Ojalá que el nuevo año sea generoso y combativo.
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