Uno, rezar a todos los santos para que el PP no gane de nuevo.
Dos, especular sobre quién es más de izquierda si Susana o Pedrito.
Tres, votar a IU esperando que la
mayoría vote al PSOE, pero no demasiado para que necesite a IU en la
formación del gobierno.
Cuatro volver a rezar para que Felipe González no impida el gobierno de unidad de la izquierda.
Cinco, que IU entre en el gobierno y le den un observatorio de pisos vacíos.
Seis, exigirle a IU que salga del gobierno por que el observatorio se ha quedado en apartamentos sin amueblar, solo.
Que triste ¿no? Pues ese ha sido
nuestro sino electoral en los últimos años. Afortunadamente irrumpió
Podemos y al menos en lo que a expectativa se refiere, ya veremos luego,
esta canción triste de la Moncloa se ha acabado. El entusiasmo ha
prendido a tanta gente harta de votar con la nariz tapada a lo menos
malo. Lo raro, raro, es que muchos de la “izquierda verdadera” sigan
empeñado en transitar por tan desolador páramo político. Quizás es que
vivían muy bien cuando la gente vivía muy mal, quizás es que eran unos
impostores en tricolor, quizás es que eran unos frívolos vestidos de
rojo, quizás. |
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