Políticos, en situaciones comprometidas.
Uno de los más desoladores síntomas del empobrecimiento de la vida pública nacional lo constituye el desvergonzado hecho, tan común y repetido en todos los partidos, de que todo tipo de cargos, desde ministro a diputados o concejales mientan abiertamente al exponer públicamente sus biografías; conviertan su vida laboral o académica a retorcidas metamorfosis sucesivas o, simplemente carezcan de todo contraste, por no disponer de formación alguna o porque no hayan trabajado nunca en su vida que no sea, y empleo “trabajar” en sentido simbólico, en política.
En cualquier país europeo, una mentira o exageración de este tipo conllevaría el cese, renuncia forzada y muerte para la política del tramposo. En España se pasa página y tira para adelante.
De todos modos, dentro de las mentiras o exageraciones las hay de varios grados, e incluso algunas son graciosas. Hace años, tenía la costumbre, en tiempo electoral, de guardar el currículum de los diversos candidatos, y cuando alguno de éstos repetía en la siguiente convocatoria, comparaba la biografía inicial, con la sobrevenida, luego de ejercer algún cargo.
El cambio era prodigioso. Expondré dos ejemplos: Un ex alcalde de Vigo se presentó la primera vez como “administrativo” de una empresa de automoción industrial. Esa empresa había sido absorbida por una multinacional de los Estados Unidos. En la siguiente convocatoria, el administrativo se convirtió en “ejecutivo de una empresa americana”. Uno de los concejales del mismo partido, era, la primera vez “camarero” (oficio digno donde los haya); pero la segunda vez, dado que había desempeñado en empleo a bordo de un barco, pasó a ser de profesión “navegante”, o sea, el piloto del navío.
En la página web de la Xunta se pudo leer mucho tiempo la biografía de un conselleiro, excelente persona, por cierto. Su familia se encargaba de lanzar todos los años un tradicional globo de papel en una ciudad de Galicia y él, durante el servicio militar, en su condición de maestro había dado clases en una de nuestras plazas de soberanía en África a los soldados analfabetos. Más ahí el prodigio. Estos hechos se convirtieron en “su familia está vinculada a la industria aeronáutica [en todo caso sería aeroestática] y ha desempeñado misiones pedagógicas en África”.
En todos los partidos hay mentirosos, pero el PP gana a los demás en casos y despropósitos. En el partido de Rajoy, los paradigmas son el actual director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa y el candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía Jose Manuel Moreno. En el PSOE, Pepiño Blanco y Luis Roldán, pero hay otros muchos. Fernández de Mesa presume de ser “funcionario del Estado, por oposición, en excedencia forzosa”. Pero no precisa que su empleo es ayudante de jardinero en el puerto de Ferrol, donde lo colocó su padre. El director general de la Benemérita dice ser “Inspector Técnico del Departamento Marítimo de la multinacional inglesa International Marine Coatings Ltd”. Es decir, agente comercial de una empresa de pinturas para barcos.
Unos cursillos de unas horas se convierten en Diplomado en “Protección y Revestimientos del Acero” por International Paints en Bilbao en 1984”, en “Corrosión y su Prevención” por la Escuela de Ingenieros Técnicos Navales de Ferrol, de la Universidad de Santiago de Compostela, en 1988 y en “Contaminación y Protección del Medio Natural”, Universidad Politécnica de Madrid, Marzo 1988”. Lo que colma el vaso de la desvergüenza es decirse “Diplomado en “Altos Estudios Militares” por el Centro Superior de Estudios de la Defensa, en Madrid 1991”. Son unos cursos de unas pocas horas para parlamentarios que convoca el CESEDEN, pero en modo alguno son una carrera o una enseñanza reglada.
Otro gran mentiroso es el sujeto que Rajoy quiere endilgar a los andaluces, Juan Manuel Moreno Bonilla: No ha trabajado en nada en su vida, sino que se ha ido pasando de un cargo a otro en la administración pública, con labia, pero con una dudosa formación. Cuando se han descubierto sus patrañas, publicadas en la web oficial del departamento al que pertenecía la Secretaría de Estado de Igualdad, se atribuyeron a “errores técnicos”
En dicha biografía se incluían como "máster" titulaciones que no lo son. Uno de estos inexistentes “Master” era el “Programa para el Liderazgo en la Administración Pública del IESE”, cuando son unos cursos intensivos que se realizan una tarde de lunes al mes entre los meses de octubre a julio. Desde los 19 años, Moreno ha vivido del presupuesto y hasta los 40 no obtuvo su primer título oficial de verdad, de forma harto extraña. Ha sido diputado en varias legislaturas sin ser realmente nada en la vida. Ahora es “graduado” en Protocolo y Organización de Eventos de la Universidad Camilo José Cela. En realidad, mediante un extraño sistema de pasarelas y convalidaciones, sorprendentemente tolerado, obtuvo en menos de un años, un título (él dice de licenciado, en realidad graduado) correspondiente a una carrera de cuatro,
Como tantos tramposos, Moreno recurre a la socorrida fórmula de “realizó estudios de” para ocultar su vacío formativo. Pero ha ido más lejos en la desvergüenza: Su primera ficha en el Congreso de los Diputados (Legislatura 2000-2004) le califica como "licenciado en Dirección y Administración de Empresas". Falso. Al descubrirse la trapacería afirmó que era un error técnico. En la siguiente presentación del diputado (Legislatura 2004-2008), ya no aparece la palabra "licenciado", sino que se cambia por "Estudios en Dirección y Administración de Empresas". No tuvo un título universitario hasta hace un año.
Pero este prodigioso individuo fue capaz de convertir en un master, una mera mención honorífica. Lo que en un principio aparecía en la web del Ministerio de Igualdad como "Máster de Oro del Real Forum de Alta Dirección". Y es que ese máster es, en realidad, un premio “sui géneris” que se otorga políticos y otras personas con alguna proyección pública en el ámbito económico, empresarial y cultural.
Un falso médico que pasaba por lo que no era
Otro trapacero del PP es Tomás Burgos Gallego, secretario de Estado de la Seguridad Social. Según el currículum que figura en la referencia oficial del Consejo de Ministros que lo nombró el 30 de diciembre de 2011, era “médico y experto en gestión sanitaria” Sin embargo, la biografía de Tomás Burgos que figuraba en la página web del Ministerio de Empleo y Seguridad decía que el máximo responsable de la Seguridad Social poseía “formación universitaria en Medicina por la Universidad de Valladolid”. Es decir, no era médico. Nunca acabó la carrera (a no ser que lo haya hecho ahora. Entre los que se lo creyeron, sin contrastarlo, figura el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, que en su diario digital Médicos y Pacientes, correspondiente al 11 de diciembre de 2011, publicaba un artículo titulado: “18 médicos en la nueva Cámara Baja del Parlamento”. El primero de la lista era Tomás Burgos, al que definía como “licenciado en Medicina y Cirugía. Universidad de Valladolid”. En realidad, Burgos no estaba colegiado en ningún colegio médico de España.
La tentación de engordar los currículos con títulos que aparentan ser lo que no son, o que directamente son falsos, no es nueva. Ya lo hizo Luis Roldán, quien se atribuyó la condición de economista cuando fue nombrado director general de la Guardia Civil, en 1986. Y a partir de esa mentira se convirtió en un delincuente común y en un huido de la Justicia. Y este personaje estuvo a punto de ser nombrado ministro del Interior por Felipe González.
De Pepiño Blanco, del PSOE, hizo la mejor definición Joaquín Leguina, su compañero de partido, quien afirmó literalmente: “Es un mal ejemplo para los jóvenes”: “Tiene una mala educación porque sus padres, que no son millonarios precisamente, hacen un esfuerzo para que su hijo estudie derecho en Santiago de Compostela, entra en primero y no pasa de ahí porque se mete en las juventudes del partido. Es un mal ejemplo para la juventud porque no estudia, se dedica sólo al partido y llega a ministro de Fomento. No es un buen ejemplo que se pueda llegar muy alto sin dar ni golpe”.
Lo cierto es que sin haber trabajado nunca en nada, sin poseer carrera alguna, llegó a ministro de Fomento y ahora come la sopa boba como diputado europeo. Pero la lista de mentirosos es de todos los colores: Carmen Chacón no era doctora en Derecho cuando dijo serlo. Bernat Soria, otro ministro de Zapatero a quien se le atribuyó la falsa condición de decano de la Facultad de Medicina de Valencia.
“Tener estudios” da para mucho y aparenta lo que no se tiene
Lo de “tener estudios” da para mucho. La ficha en la página web del Parlamento Europeo de la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, la presentaba como “licenciada en Derecho y Ciencias Políticas”, dos carreras que no terminó. Valenciano aseguró luego que la atribución de estas titulaciones en su ficha de la Eurocámara -de la que formó parte entre 1999 y 2008- se debió a un error de traducción, pues ella solo declaró que tiene estudios en Derecho y Ciencias Políticas.”
Otro “error” se refiere al que fuera dirigente del PSOE y Lehendakari vasco, Patxi López. La agencia EFE publicó un currículum del mismo en el que se decía que era ingeniero industrial, lo que era falso. El presidente no llegó a terminar la carrera. En la web del PSE figuraba que “tiene estudios en Ingeniería Industrial”. Esta fórmula es la preferida por los dirigentes del PSOE.
La falta de formación o experiencia laboral es una constante en muchos de los políticos que llegan en España a los más elevados cargos, como ocurre con Susana Díaz, presidenta de Andalucía, que tardó diez años en finalizar su carrera de Derecho. José Luis Rodríguez Zapatero no se manejaba en otro idioma que el castellano y alcanzó la presidencia sin otro bagaje que la licenciatura en Derecho y apenas unos meses de experiencia como profesor ayudante de Derecho Constitucional. Y ahora es consejero de Estado.
José Montilla, breve presidente de la Generalitat de Cataluña, a sus 25 años, ya era primer teniente de alcalde y aunque inició Economía y Derecho en la Universidad de Barcelona nunca llegó a licenciarse en ninguna de las dos carreras. Tampoco tenía otra actividad conocida que no fuera la política.
El suma y sigue es interminable y recorre toda la geografía política: La vicepresidenta de Generalitat de Cataluña, Joana Ortega, según su biografía oficial, era licenciada en Psicología. Pero le faltaban dos asignaturas. Descubierta la falsificación pidió disculpas. Menos mal, los errores siempre son de otros. Pilar Rahola, tertuliana y miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional -que asiste a Artur Mas- decía poseer dos doctorados, según la biografía en castellano de su propia página web, mientras que en la versión catalana señalaba ser "licenciada". Ella le replicó que era licenciada en Filología y doctora honoris causa "por la Universidad de Chile". En realidad lo era por la UNIACC, un pequeño centro privado no avalado por la Comisión Nacional de Acreditación chilena. Rahola ha figurado en su web como doctora en dos filologías en las versiones en castellano, inglés y francés, aunque en catalán siempre hablaba de licenciaturas. Tardó diez años en corregir “el error”
Lo que en España se admite como cosa habitual, acaba en otros países con prometedoras carreras políticas: El ministro de Defensa alemán, Karl Theodor zu Guttenberg se fue a la calle, con un grave baldón encima, cuando se descubrió que había plagiado diversos párrafos de su tesis doctoral. Al mismo tiempo Universidad de Bayreuth retiró el título de doctor concedido al inmoral ministro.
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