La
situación que las políticas del Gobierno español, la monarquía
parlamentaria y la Troika están imponiendo a la mayoría de la población,
es de auténtica emergencia. Pese a sus mensajes de recuperación, tienen
muy claro que de lo que llaman crisis, el sistema capitalista solo
saldrá sobre-explotando al pueblo. Por eso cada día aumentan sus
agresiones a las clases populares en lo económico, lo social, lo
cultural y lo político, a la vez que refuerzan, con la ayuda de sus
medios de comunicación, el relato de la recuperación. La esperanza
frente a toda evidencia es una forma de control.
Su
recuperación se sostiene en los suicidios de cientos de personas. En la
esperanza de vida que empieza a caer después de más de cincuenta años
subiendo. En la tasa de mortalidad que ha crecido en los últimos dos
años. En la especulación con cualquier recurso pese a que sea un peligro
para la vida, promoviendo el fracking y alentando las prospecciones
petrolíferas. En las miles de familias que se quedan en la calle porque
un banco les quita su casa. En los millones de personas a las que, dos
reformas laborales mediante, han robado sus empleos. En que los salarios
directos han disminuido más de un 20% en los últimos años para aumentar
su ganancia. En la gente a la que con sádica hipocresía llaman “pobres
energéticos”. En las mujeres a las que condenan a una vida de miseria y
sumisión con sus reformas machistas. En los inmigrantes a los que
secuestran en CIEs o matan en las fronteras. La recuperación de la
oligarquía se cimenta en la desaparición del precario sistema de
protección social que existía, y en reprimir cualquier forma de auto
organización popular.
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