Alba Peraleda y Juanjo Delapeña (fotos)
Como otras ciudades de España y de la inmensa mayoría de los países del mundo entero, Madrid celebró el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, tal como fue proclamado por las Naciones Unidas en 1975. Un suave tiempo primaveral, con un esplendoroso cielo azul, invitaba a conmemorar este día en la calle, donde miles y miles de personas se concentraron para reivindicar una vez más la plena igualdad de género. El eslogan de este año era “Igualdad para las mujeres; progreso para todos y todas”. Porque es un hecho, que sin igualdad para las mujeres no podrá haber progreso para nadie.
La convocatoria era a las 19:00 en Cibeles para dirigirse después a la plaza de España, donde la manifestación debería disolverse, pero, ya desde bastante antes de la hora anunciada, numerosos grupos empezaban a concentrarse en las aceras de la plaza delante del Banco de Españas, el edificio del Ayuntamiento y el Cuartel General del Ejército. Cada vez iba afluyendo más gente hasta empezar a ocupar la calzada, por la que quedaba interrumpido el tráfico. Aunque resulta difícil calcular el número de personas concentradas entre Cibeles y la Plaza de España, todo a lo largo de Alcalá, y, luego, Gran Vía, podemos decir que eran mucho miles. Se veían muchas mujeres, pero también muchos hombres, de todas las edades, y parejas jóvenes con niños en brazos, a hombros o en cochecitos. El numeroso elemento joven -chicos y chicas- daba una nota alegre y festiva a la marcha, amenizada por orquestas compuestas de hombres y mujeres con tambores y otros instrumentos de percusión.
Por doquier se alzaban enseñas, pancartas y banderas. Entre estas últimas destacaban las republicanas y las rojas con la hoz y el martillo, y, entre las enseñas, las del PSOE, el PCE e IU, y las de los sindicatos UGT y CC.OO.
Era de esperar que este Día Internacional de la Mujer fuese ocasión para mostrar una vez más el rechazo a la Ley del Aborto, de Ruiz Gallardón. Muchas de las pancartas repetían los eslóganes que ya vimos el 1 de febrero con ocasión de la llegada a Atocha del “Tren de la Libertad”, evento que ya reseñamos, en su momento, en Crónica Popular. En la manifestación del 8 de marzo había también mucha “marea morada”: boinas, pañuelos, camisetas moradas con el eslogan “Vosotras decidía; nosotros apoyamos”, como demostración del apoyo de los hombres a la decisión que adopten las mujeres. Una pancarta era precisamente de las mujeres asturianas del “Tren de la Libertad”, que se habían trasladado a Madrid para participar en la manifestación del 8 de marzo, con Begoña Piñero Hevia, presidenta de la tertulia feminista de Gijón “Les Comadres”, a la cabeza. Volvimos a ver pancartas como la de IU de la Comunidad de Madrid pidiendo “el aborto libre y gratuito”, mientras otras denunciaban la situación a la que se verían abocadas miles de mujeres con la “Ley Gallardón”: “Las ricas se lo pagan, las pobres se desangran”. Muchos eslóganes contra esta Ley retrógrada y con tufo neofranquista eran voceados por los manifestantes: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”, “Aborto legal en el hospital”, “Ni del Estado, ni de la Iglesia, ni del marido ni del patrón, que es solo mía, que es solo mía, la decisión”, eslóganes que alternaban con el insistentemente repetido: “Gallardón, dimisión”.
Además del tema del aborto, no podía faltar el del maltrato y la violencia contra las mujeres. Una gran pancarta de la Federación de Asociaciones de Mujeres de la Comunidad de Madrid rezaba: Por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres”, y otra del Partido Comunista de Madrid incidía en lo mismo, pero ampliándolo a otros tipos de abusos físicos o de discriminación laboral: “Contra la violencia de género: no más asesinatos a mujeres. Por el empleo digno y sostenible. Por la abolición de la explotación sexual de mujeres y niñas”. El tema de la discriminación laboral estaba presente en muchas pancartas: “¡Salarios machistas, NO!”, “Maltrato laboral, NO”. Y, por supuesto, la reivindicación de la igualdad de las mujeres con pancartas como: “Ya seas cura o imán, a la mujer igualdad”.
Por último, numerosos eslóganes voceados por los manifestantes se referían a la lucha de las mujeres en general: “La lucha sigue cueste lo que cueste. La lucha es el único camino”, “¡Que viva la lucha de las mujeres!”.
Todos somos perfectamente conscientes de que la lucha debe continuar. El salario de las mujeres es aún netamente inferior al de los hombres por realizar el mismo trabajo. Por ello, la vieja reivindicación “A trabajo igual, salario igual” sigue teniendo plena vigencia en 2014. Es muy cierto que en lo que respecta a la igualdad de las mujeres con los hombres, no solo tienen que cambiar las leyes, sino también las mentalidades. Después de tantos siglos de ser consideradas seres inferiores, para muchos hombres lo siguen siendo, aunque hayan dejado de serlo ante la ley. Las actitudes paternalistas y patriarcales imperan aún en nuestras sociedades, incluso entre las más desarrolladas o entre los que son o se dicen progresistas o de izquierdas. El cambio de mentalidades es una cuestión de educación desde la escuela. La lucha, pues, sigue.
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