sábado, 20 de diciembre de 2014
Alberto San Juan: “Ganemos no puede esperar a que Ángel Pérez dimita de una vez o a que Podemos se aclare”
El Teatro del Barrio nació hace un año como una cooperativa de consumo cultural en el barrio de Lavapiés, en las antiguas instalaciones de la antigua Sala Triángulo, mítica del teatro independiente madrileño. En este teatro no se busca el ánimo de lucro, los socios deciden su gestión mediante asambleas y se sigue una política de precios que favorezca a las personas que no puedan pagar los precios estándar. De igual manera, se pretende un consumo responsable y se desarrollan actividades como la Universidad del Barrio, donde expertos analizan la historia reciente de este país y las posibilidades de una economía alternativa.
El actor Alberto San Juan (Madrid, 1968) es uno de sus promotores y la cara más visible del equipo. Atiende a cuartopoder.es justo después de regresar de Barcelona, donde se representa en el Teatre Lliure la obra Ruz Bárcenas, dirigida por él mismo. Al terminar la entrevista marcha directo al camerino, pues comienza una representación de su monólogo Autorretrato de un joven capitalista español. El público espera a que se levante el telón.
— ¿Qué balance hace del primer año del Teatro del Barrio?
— La buena noticia es que seguimos abiertos, pero todavía no es un proyecto sostenible. Confío en que dentro de un año ya lo seamos. Podemos estar muy satisfechos porque el proyecto tiene mucha vitalidad, tanto por la Universidad del Barrio, como por los proyectos ciudadanos que se hacen los martes, así como por las producciones propias, las ajenas, los eventos musicales… Todo esto conforma un lugar de encuentro político y social que nos hace convertirnos en el servicio público que aspiramos a ser. Nos hace falta más público y más socios para que sea solvente económicamente. También que se cambie la legislación, que se reduzca el IVA cultural.
— ¿Por qué una cooperativa de consumo cultural como forma de gestionar un teatro?
— Eso fue idea de gente vinculada al campo de la energía, de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético o de Ecooo. Ellos llevan tiempo trabajando y pensando en cómo construir una manera de convivir basada en la comunidad y no en la competencia, basada en la idea de anteponer los intereses colectivos a los personales.
— ¿Está en estos modelos alternativos económicos y de consumo el camino que debe seguir la sociedad?
— Creo que estos modelos son imprescindibles y los echo de menos en los discursos de las alternativas electorales que están surgiendo, como Podemos o Ganemos; no les oigo hablar de la nueva economía social. Estas cooperativas de consumo, donde participan trabajadores y usuarios de energía, cultura, alimentación… son un camino nuevo, porque supera la idea de que los medios de producción estén en manos del gran capital privado, como defiende el capitalismo o el liberalismo, pero supera también que tengan que estar en manos del Estado, como defienden los regímenes comunistas. Es una idea que va más allá, y que defiende que los medios de producción estén directamente en manos de los ciudadanos mediante cooperativas, donde no existe el afán de lucro, sino la rentabilidad social.
— ¿Cree que vivimos un momento de cambio político y social, o cree que es una burbuja creada en determinados movimientos sociales, medios de comunicación o zonas y barrios concretos, como Lavapiés?
— Creo que es real. Hay un despertar social. Todavía no hemos acabado de salir de la cama, ni hemos abierto la puerta de casa para salir a la calle, pero estamos en el camino. Espero que, como dice mi admirada Teresa Forcades, no tomemos las calles para hacer la revolución y luego volver a casa, sino que tomemos las calles para no dejarlas nunca. De lo contrario, luego aparece gente como Manuel Fraga, Fernández Díaz… Gente que hace de la calle un lugar hostil, frío y peligroso, porque son muy peligrosos nuestros gobernantes.
— Ha apoyado públicamente a Podemos. Tradicionalmente siempre ha estado junto a las reivindicaciones de izquierdas. ¿Qué le parece que este partido pretenda romper con la dicotomía izquierda-derecha?
— Me parece un enorme acierto dejar de perder el tiempo hablando de si algo es de izquierdas o de derechas, quiero saber si algo beneficia al conjunto de la población o a una minoría a costa del resto. Prefiero la dicotomía élite contra ciudadanía, minorías propietarias contra mayoría asalariada. Hay que rescatar palabras esenciales: emancipación frente a dominio o poder de unos con otros o de unos sobre otros. Yo era de los que, al principio, les escocía mucho que no usaran la palabra izquierda. Ahora lo comparto.
— ¿No cree que a militantes de distintas luchas, de toda la vida, que incluso han sido reprimidos por ser de izquierdas en distintos momentos les puede molestar esto?
— Lo entiendo totalmente. Creo que en este país la memoria histórica es una gran asignatura pendiente. Me parece muy feo que un escritor de prestigio como Javier Cercas diga que la memoria se ha convertido en un negocio. Creo que un Gobierno que luche por la emancipación colectiva, por la libertad y los derechos humanos y por la democracia tiene que resolver el problema de las fosas comunes y que España sea el segundo país del mundo con más desaparecidos, después de Camboya.
— Está recién llegado de Barcelona. ¿Qué le falta a Ganemos Madrid con respecto al proceso que se sigue en Guanyem?
— En Madrid ocurre que Izquierda Unida se está peleando para ver quiénes son y que Podemos todavía no aclara su postura. Cuando digo Podemos me refiero a los órganos formales de Podemos, porque Podemos y Ganemos y cualquier nombre en primera persona del plural somos todos. Pero la estructura formal de Podemos no ha aclarado si se presenta a las municipales a través de Ganemos o qué van a hacer. Los ciudadanos no tienen que esperar a Podemos, ni a Izquierda Unida, ni a ninguna estructura formal de nadie. Hay que impulsar Ganemos ya, y es aquí donde tiene que estar la Federación de Asociaciones de Vecinos, la PAH, Juventud sin Futuro, la Marea Blanca, la Marea Verde… Quien quiera, que esté. Quién no quiera, que no esté. No se puede estar esperando a ver si Ángel Pérez dimite de una vez en Izquierda Unida o a ver si los de Podemos se aclaran.
— ¿Apuesta entonces por Ganemos para la ciudad de Madrid?
— Absolutamente. Me parece la mejor opción, una candidatura ciudadana sin propósito de convertirse en partido político. Lo cual no quiere decir que no haya que alcanzar un grado de organización eficiente para conseguir que funcione un proyecto. Pero en Madrid están Yayo Herrero de Ecologistas en Acción, Cote Romero de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, Nacho Murgui del movimiento vecinal… Hay mucha gente capacitada para ocupar puestos políticos de gestión en las instituciones madrileñas.
— En unos minutos entra al escenario para representar Autorretrato de un joven capitalista español, obra en que repasa los vicios de la Transición y cuenta cómo la vivió usted. ¿Qué le desengañó de este periodo?
— Nunca he estado demasiado engañado. Nunca he votado al PSOE. También creo que no tenía la información que tengo ahora. Era un ciudadano pasivo, no creía en el sistema pero no me sentía capaz de formar parte de un movimiento que presentara una alternativa. Ahora sé que, por el hecho de estar vivo, tengo capacidad para actuar sobre la realidad en la que vivo.
— En este monólogo hace referencia también a El País, a la cultura progresista en este país… ¿Se ha roto el discurso de una única élite cultural progresista en España?
— El PSOE lo que hizo fue vaciar la cultura. Desarrolló enormemente las infraestructuras culturales y dio la oportunidad a muchísimos artistas de tener espacio y poder expresarse. Pero la vació en el sentido de que la cultura o es crítica, o no es cultura. Con el desarrollo cultural del PSOE no hubo espacio para una cultura crítica con el PSOE.
— Hablando de cultura crítica. Las producciones del Teatro del Barrio están muy cercanas a la actualidad. Ruz Bárcenas es un claro ejemplo de ello…
— Creo que necesitamos seguir profundizando en el conocimiento de la realidad para transformarla y el teatro puede ayudar a eso, porque en un escenario se ven las cosas de una manera distinta a como se ven en una pantalla. También porque los grandes medios de comunicación están al servicio del poder de las élites que dominan y forman parte del problema. Nos fijamos mucho en los políticos y poco en los propietarios y gestores de los principales medios de comunicación. Ruz Bárcenas es una obra de teatro cuyo texto es la segunda declaración de Bárcenas ante el juez Ruz en la Audiencia Nacional, cuando el primero cambió el sentido de sus anteriores declaraciones y confirmó que existe una financiación ilegal en el PP, una caja B y unos sobresueldos en la cúpula del partido.
— ¿Qué nos recomienda de la temporada 2015 en el Teatro del Barrio?
— En enero hago cuatro funciones de un monólogo que se llama Confesiones de un presidente que llevó a su país a la crisis. En febrero estrenamos Las guerras correctas, sobre los GAL. En marzo, una obra que se llama González, sobre Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid. En abril El rey, sobre la monarquía española personificada en Juan Carlos I. Tengo a medio escribir una obra sobre la historia de la banca española y todavía no tiene fecha de estreno…
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