Ahora
resulta que la víctima es el partido responsable de la miseria y el
hambre de millones de personas en todo el estado español, culpable de un
genodicio social devastador, de miles de suicidios masivos por motivos
económicos, de que cuatro millones de niños y niñas sufran desnutrición y
empobrecimiento extremo.
Un hombre desesperado
empotra su coche con dos bombonas y explosivos caseros contra la sede
del PP en la calle Génova de Madrid, los jefes de la policía activan su
protocolo para casos de terrorismo, como en los tiempos del coche bomba y
el “basta ya”, políticos tan sucios como Rafael Hernando, acusan a los
medios de comunicación de enzarzar la violencia contra los genoveses,
hasta la beata y multimillonaria Cospedal pidió “tranquilidad” ¡Paz
hermanos en el país de los sobres y los pelotazos!
Señores/as que esto da
vergüenza, la verdadera violencia la producen ellos con sus políticas
destructoras de los derechos civiles, la que destroza el futuro de la
infancia y la juventud, generadoras de dolor, sufrimiento, desempleo,
desahucios violentos a palos y patadas de los esbirros policiales sobre
personas honradas, que no pueden pagar la estafa bancaria de las
hipotecas o el alquiler de sus viviendas.
El terror tiene nombres y
apellidos, viaja en coche oficial, especula, roba, se estalla millones
de nuestro dinero en vicios caros, putas, masajes con final feliz,
tarjetas blacks y otras miserias humanas llevadas a cabo por sátrapas
sin escrúpulos.
Tantos años viviendo del
victimismo que ahora se aferran como agua de mayo a cualquier particular
violencia, en este caso el de un hombre arruinado, sin nada, que perdió
todo gracias a las políticas vergonzosas e inhumanas de este gobierno
tiránico, testaferro del putrefacto poder financiero.
El terrorismo no viajaba en ese humilde coche, viene directamente de lujosos despachos del mal gobierno, el que nos mata lentamente de pobreza, miedo, ansiedad, taquicardia, depresión, infartos, ictus cerebrales, desesperación por no llegar a fin de mes para alimentar a tu familia, que tus chiquillas/os no pasen hambre, que tengan al menos un par de juguetes usados, restaurados de amor, en esta Navidad impregnada de corrupción política generalizada.
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