Prima facie, parecería que no, que
la utilización sistemática por parte de la derecha tardofranquista –el
PP- del tema catalán debería seguir siendo un granero de votos para sus
intereses electorales. Lo ha sido –al igual que el terrorismo- y nada
parece indicar que dejará de serlo. Algunos resabios franquistas,
algunos de los tópicos franquistas están anidados en una parte de los
votantes de PP, y uno de ellos es el lema aquel de que“más vale una
España roja que rota”. Es un lastre para este país, una losa que la
“modélica” Transición consolidó porque la izquierda del momento no se
opuso a ello ideológicamente. Y a esa utilización electoral se suma
ahora la nueva derecha, es decir, Ciudadanos, es decir, Albert Rivera e
Inés Arrimadas, niña pija pero con bonito y sonoro apellido élla, y
jovenzuelo con aspecto de nuevas generaciones o de estudiar un MBA on line
él.
El problema para la izquierda sociológica –y especialmente para el PSOE- es que no sabe, no quiere o no es capaz de arriesgar para salir del dilema que siempre le prepara el PP, a pesar de que esta izquierda cuenta con la ventaja del presidente de Gobierno actual, un ser indolente, nulo intelectualmente –“España es una gran nación y lo españoles muy españoles y... mucho españoles”- y con graves problemas psicológicos a sus espaldas. Tanto el PSOE como Izquierda Unida y resto de la izquierda han errado en la crítica a Mas y sus afanes independentistas, con la posible excepción del partido de Pablo Iglesias. También han caído en la trampa a título individual algunos líderes políticos y sindicales. Durante mucho tiempo estaba clara la entente entre Rajoy y Mas: el oportunismo del catalán y el anticatalanismo del gallego les daba votos a ambos. El PP compensaba la caída de votos en Cataluña con la subida de los mismos en el resto de España y el antiespañolismo de Mas le servía para mantenerse a flote en Cataluña a pesar de los recortes y la austeridad ideológica. Pero las cajas de Pandora acaban abriéndose y los aprendices de brujos acaban queriendo pasar a oficiales e, incluso, a obtener alguna maestría. Y tanto a Mas como a Rajoy se les ha ido de la mano el invento electoralista. No por ello hay que despreciar y minusvalorar el problema porque, como ya señalaba Ortega en su intervención en el año 1932 en el Congreso cuando se iba a votar el Estatuto catalán -y que Manuel Azaña replicó en discurso memorable - la cuestión catalana no tiene solución satisfactoria. Pero utilizar electoralmente en lugar de buscar un subóptimo es un crimen de lesa democracia. La izquierda sociológica –principalmente el PSOE- ha tomado el brazo postizo de Rajoy para impedir que siga adelante el intento del Parlamento catalán de avanzar en la “desconexión” con el resto de España, nuevo concepto jurídico que quizá los estudiosos del Derecho tengan que abordar y teorizar en el futuro. Es un error mayúsculo, porque el PSOE puede y debe tener criterio propio –aunque luego muchos no lo compartamos-, pero nunca ir de la mano del gran indolente al sufrimiento de las 720.000 españoles que no tienen ninguna fuente de ingresos y de los 1.572.900 hogares con todos sus miembro en el paro –por poner dos ejemplos-, esa mano apestosa del gran recortador de derechos, tanto civiles como laborales. Y parece que también los dos líderes sindicales de los dos principales sindicatos se han prestado de comparsa para ir juntitos en la carreta anticatalanista. Porque ese es el resultado más allá de las intenciones. Sí, porque aquí hay muchas cajas de Pandora y no sólo aquellas en las que convivían obscenamente Mas y Rajoy. Craso error de los sindicatos, uno más que llevarse al zurrón, cuando Rajoy, con su reforma laboral del 2012 –escribo de memoria-, se ha convertido en un terrorista laboral, que no merece su compañía ni de mendigo, cuando merecería en cambio la mayor huelga general de la historia. La representación política de la izquierda sociológica –en España, PSOE, IU y Podemos principalmente- debe, debería siempre diferenciarse de la derecha, siempre presentar un alternativa, nunca presentar un atisbo de consenso, ningún reconocimiento a los herederos de una dictadura criminal cuyos rescoldos no acaban de apagarse (véase lo sucedido con la ley de la memoria histórica), y no por mera ideología, sino como derecho y necesidad de una estrategia propia camino de una sociedad más justa en el reparto y con más derechos civiles y colectivos.Y la izquierda tendría y tiene una nueva oportunidad histórica en el tema catalán, aún más clara, más nítida que con el tema del terrorismo. Ya no vale el lema franquista aludido. No hay ninguna razón para denigrar directa o indirectamente, con voluntad o sin ella, al 47% de los catalanes que ha votado la independencia de Cataluña. Están en pie de igualdad, con los mismos derechos desde el punto de vista de los fundamentos del Derechos –o de su ausencia- que los catalanes que no quieren esa independencia. Por este camino los independentistas no pararán de crecer porque, a los que tienen ese sentimiento arraigado, se sumarán los que ven en esa actitud una forma de protesta frente a la derecha cavernícola y también –y por desgracia- frente a la izquierda sociológica que la ve de la mano zafia e incorrupta de Rajoy y su caterva. Podemos ha presentado la nota diferencial, un punto de vista distinto: la necesidad de hacer un referéndum en Cataluña para los catalanes y que sean ellos los que decidan. Y la pregunta que debemos hacernos el resto es: ¿quienes somos el resto de los españoles, de los no catalanes o de los que simplemente no vivimos en Cataluña, para impedir que ellos se pronuncien sobre su futuro? No valen los argumentos meramente jurídicos por estos son siempre discutibles y periquitables. Cameron lo vio claro en el Reino Unido y por eso esa nación, antaño país de piratas, es una democracia consolidada. La española aún no, nuestra democracia para la derecha es aún un mero sistema electoral, un obstáculo para intentar “la dictadura” de la mayoría absoluta. Nadie puede negar el derecho a un referéndum y no encuentro argumentos éticos y desde el punto de vista de los fundamentos del derecho para que tengamos que ser todos los españoles los que decidamos sobre el futuro de una parte de los españoles. Es verdad que tampoco lo contrario, pero en caso de duda la ventaja es siempre del reo, como dice el viejo aforismo latino. La izquierda sociológica comete un inmenso error en el tema catalán al no tener criterio propio, con sumarse al criterio del tardofranquismo. Si el PSOE prefiere una España de derechas antes que rota debe hacerlo contra Rajoy y no de su mano, no con el mismo discurso, porque en este caso que no hay solución satisfactoria, los argumentos, los discursos, las razones, son tan importantes como las acciones. No para vencer, porque en estos casos de argumentos empatados –y a veces sin empate- siempre vence quien tiene las pistolas y, en este caso y como Franco en el 36, las tiene Rajoy, sino para convencer, que las razones son también, además de la poesía –Celaya dixit-, un arma cargada de futuro. No obstante, felicito a Podemos por tener criterio propio y porque creo que es el más acertado para consolidar un sólo Estado a largo plazo.
El problema para la izquierda sociológica –y especialmente para el PSOE- es que no sabe, no quiere o no es capaz de arriesgar para salir del dilema que siempre le prepara el PP, a pesar de que esta izquierda cuenta con la ventaja del presidente de Gobierno actual, un ser indolente, nulo intelectualmente –“España es una gran nación y lo españoles muy españoles y... mucho españoles”- y con graves problemas psicológicos a sus espaldas. Tanto el PSOE como Izquierda Unida y resto de la izquierda han errado en la crítica a Mas y sus afanes independentistas, con la posible excepción del partido de Pablo Iglesias. También han caído en la trampa a título individual algunos líderes políticos y sindicales. Durante mucho tiempo estaba clara la entente entre Rajoy y Mas: el oportunismo del catalán y el anticatalanismo del gallego les daba votos a ambos. El PP compensaba la caída de votos en Cataluña con la subida de los mismos en el resto de España y el antiespañolismo de Mas le servía para mantenerse a flote en Cataluña a pesar de los recortes y la austeridad ideológica. Pero las cajas de Pandora acaban abriéndose y los aprendices de brujos acaban queriendo pasar a oficiales e, incluso, a obtener alguna maestría. Y tanto a Mas como a Rajoy se les ha ido de la mano el invento electoralista. No por ello hay que despreciar y minusvalorar el problema porque, como ya señalaba Ortega en su intervención en el año 1932 en el Congreso cuando se iba a votar el Estatuto catalán -y que Manuel Azaña replicó en discurso memorable - la cuestión catalana no tiene solución satisfactoria. Pero utilizar electoralmente en lugar de buscar un subóptimo es un crimen de lesa democracia. La izquierda sociológica –principalmente el PSOE- ha tomado el brazo postizo de Rajoy para impedir que siga adelante el intento del Parlamento catalán de avanzar en la “desconexión” con el resto de España, nuevo concepto jurídico que quizá los estudiosos del Derecho tengan que abordar y teorizar en el futuro. Es un error mayúsculo, porque el PSOE puede y debe tener criterio propio –aunque luego muchos no lo compartamos-, pero nunca ir de la mano del gran indolente al sufrimiento de las 720.000 españoles que no tienen ninguna fuente de ingresos y de los 1.572.900 hogares con todos sus miembro en el paro –por poner dos ejemplos-, esa mano apestosa del gran recortador de derechos, tanto civiles como laborales. Y parece que también los dos líderes sindicales de los dos principales sindicatos se han prestado de comparsa para ir juntitos en la carreta anticatalanista. Porque ese es el resultado más allá de las intenciones. Sí, porque aquí hay muchas cajas de Pandora y no sólo aquellas en las que convivían obscenamente Mas y Rajoy. Craso error de los sindicatos, uno más que llevarse al zurrón, cuando Rajoy, con su reforma laboral del 2012 –escribo de memoria-, se ha convertido en un terrorista laboral, que no merece su compañía ni de mendigo, cuando merecería en cambio la mayor huelga general de la historia. La representación política de la izquierda sociológica –en España, PSOE, IU y Podemos principalmente- debe, debería siempre diferenciarse de la derecha, siempre presentar un alternativa, nunca presentar un atisbo de consenso, ningún reconocimiento a los herederos de una dictadura criminal cuyos rescoldos no acaban de apagarse (véase lo sucedido con la ley de la memoria histórica), y no por mera ideología, sino como derecho y necesidad de una estrategia propia camino de una sociedad más justa en el reparto y con más derechos civiles y colectivos.Y la izquierda tendría y tiene una nueva oportunidad histórica en el tema catalán, aún más clara, más nítida que con el tema del terrorismo. Ya no vale el lema franquista aludido. No hay ninguna razón para denigrar directa o indirectamente, con voluntad o sin ella, al 47% de los catalanes que ha votado la independencia de Cataluña. Están en pie de igualdad, con los mismos derechos desde el punto de vista de los fundamentos del Derechos –o de su ausencia- que los catalanes que no quieren esa independencia. Por este camino los independentistas no pararán de crecer porque, a los que tienen ese sentimiento arraigado, se sumarán los que ven en esa actitud una forma de protesta frente a la derecha cavernícola y también –y por desgracia- frente a la izquierda sociológica que la ve de la mano zafia e incorrupta de Rajoy y su caterva. Podemos ha presentado la nota diferencial, un punto de vista distinto: la necesidad de hacer un referéndum en Cataluña para los catalanes y que sean ellos los que decidan. Y la pregunta que debemos hacernos el resto es: ¿quienes somos el resto de los españoles, de los no catalanes o de los que simplemente no vivimos en Cataluña, para impedir que ellos se pronuncien sobre su futuro? No valen los argumentos meramente jurídicos por estos son siempre discutibles y periquitables. Cameron lo vio claro en el Reino Unido y por eso esa nación, antaño país de piratas, es una democracia consolidada. La española aún no, nuestra democracia para la derecha es aún un mero sistema electoral, un obstáculo para intentar “la dictadura” de la mayoría absoluta. Nadie puede negar el derecho a un referéndum y no encuentro argumentos éticos y desde el punto de vista de los fundamentos del derecho para que tengamos que ser todos los españoles los que decidamos sobre el futuro de una parte de los españoles. Es verdad que tampoco lo contrario, pero en caso de duda la ventaja es siempre del reo, como dice el viejo aforismo latino. La izquierda sociológica comete un inmenso error en el tema catalán al no tener criterio propio, con sumarse al criterio del tardofranquismo. Si el PSOE prefiere una España de derechas antes que rota debe hacerlo contra Rajoy y no de su mano, no con el mismo discurso, porque en este caso que no hay solución satisfactoria, los argumentos, los discursos, las razones, son tan importantes como las acciones. No para vencer, porque en estos casos de argumentos empatados –y a veces sin empate- siempre vence quien tiene las pistolas y, en este caso y como Franco en el 36, las tiene Rajoy, sino para convencer, que las razones son también, además de la poesía –Celaya dixit-, un arma cargada de futuro. No obstante, felicito a Podemos por tener criterio propio y porque creo que es el más acertado para consolidar un sólo Estado a largo plazo.
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