Durante
muchos años, todos los de la transición, se nos ha convencido de que
vivíamos en un sistema democrático y de derecho; lo dice hasta la
Constitución de 1978. Y todo fue mientras fluyó el dinero extranjero
para comprar toda la industria nacional. Al principio lo creímos, ya que
veníamos de una situación anterior mucho peor. Al mismo tiempo se nos
informaba de cómo a nivel internacional no se respetaba la democracia,
exceptuando, curiosamente, los países más ricos del mundo, adalides de
la democracia mundial y dispuestos a defenderla por doquier de las
garras de un comunismo dictatorial.
La
principal dicotomía al respecto se ha establecido entre la “democracia
española” y la “dictadura venezolana”. Pasando de largo sobre la lógica
de que no puede haber democracia cuando el dirigente de un país ha sido
elegido por un dictador sanguinario y no por sus ciudadanos, como es el
caso de Juan Carlos (dicho sea de paso que pertenece al entramado de
poder del gran capital, siendo un invitado habitual del grupo
Bilderberg); quizás unas pequeñas indicaciones prácticas nos sirvan para
discernir las diferencias entre democracia y dictadura.
NO es democracia que las elecciones se
ganen por un candidato que después no cumple sus promesas electorales,
como ha ocurrido con todos los presidentes españoles. Las promesas
bolivarianas como la mejora de vida del conjunto de venezolanos, la
sanidad para todos, la educación gratuita hasta en la Universidad o el
reparto de los beneficios petroleros entre sus ciudadanos (que antes
eran expatriados a otros países como Estados Unidos), se están
consiguiendo.
El referendum revocatorio es una
posibilidad contemplada en la Constitución venezolana que permite que
sea sometido a reprobación un presidente al que un 20 % de los votantes
consideran que ha incumplido sus promesas electorales. Se produjo uno en
2004 que venció cómodamente el presidente Chávez.
También contempla el referendum
abrogatorio, por el que un 10 % de los votantes pueden exigir la
realización de una consulta nacional para derogar leyes aprobadas por el
Gobierno. Estas opciones no se contemplan en la normativa española, por
lo que el presidente electo tiene 4 años para hacer lo que quiera sin
rendir cuentas a los votantes, lo que facilita la corrupción.
NO es democracia que todos los medios de
comunicación de un país defiendan la conservación del sistema de
gobierno bipartidista, al que sirven, financian y controlan. Es lo que
lleva ocurriendo en España durante toda la Transición y es a lo que tuvo
que enfrentarse el Movimiento para la V República liderado por Chávez
cuando ganó las elecciones en 1998, la lucha de David contra Goliat; una
victoria a priori imposible que demuestra el descontento generalizado
de la población con el sistema económico patrocinado por el Fondo
Monetario Internacional. El mismo que se ha implementado en España desde
1977 y que se ha intensificado en esta crisis con el apadrinamiento de
la Troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea).
NO es democracia aquella en la que
organismos no elegidos por el pueblo (Troika, FMI) son los que
determinan la política del país, órdenes que cumplen diligentemente los
gobernantes españoles, como lo hacían los gobernantes venezolanos de la
IV República, aunque perjudiquen a la mayoría de sus ciudadanos. Con el
triunfo de Chávez en 1998 y el nacimiento de la V República tras un
proceso constituyente, Venezuela renunció a las políticas de recortes
públicos en beneficio de los ciudadanos.
NO es democracia que las
administraciones, los ciudadanos y las empresas deban financiarse a
través de bancos privados al 10 % de interés, mientras los bancos
privados lo hacen a través de bancos públicos (BCE) por debajo del 1 %.
En Venezuela se han creado bancos públicos para evitar esta situación,
mientras en España se ha legislado para dificultar esta posibilidad.
NO es democracia que las fuerzas de
seguridad y defensa se encuentren al servicio del gobierno y grupos de
presión que lo sostienen y no de los ciudadanos. ¿Cuántas imágenes de
antidisturbios repartiendo porrazos con deleite hemos podido presenciar
en España y en Venezuela? España gana por goleada. La calidad
democrática de un país es inversamente proporcional a la potencia de sus
fuerzas antidisturbios. La represión en Venezuela es escasa como
muestra el hecho de que la prensa venezolana (en un 85 % antichavista) y
la internacional deban fabricar pruebas falsas para intentar demostrar
lo dictatorial del gobierno de Nicolás Maduro. Por contra, las imágenes
de policías españoles aporreando a ciudadanos indefensos son continuas
(los ejemplos de Gamonal en Burgos y de Alcázar de San Juan son
sangrantes) y han provocado escándalo en todos los lugares del mundo.
NO es democracia que la mayoría del
tejido industrial nacional se encuentre en manos extranjeras que exilian
los beneficios obtenidos a paraísos fiscales con la connivencia del
gobierno. El ejemplo de Iberdrola amenazando que desinvertir en España
es la muestra de esta semana. En Venezuela se crea industria nacional
pública y comunal y se nacionaliza parcialmente aquella industria que no
trabaja por el beneficio del país. La principal preocupación del
Gobierno venezolano es el poder adquisitivo de las familias y no la tasa
de beneficios de las empresas transnacionales.
NO es democracia que los servicios
esenciales para la población: agua, energía, comunicaciones, transporte,
salud o educación, se encuentren en manos de grupos de poder cuyo
objetivo principal sea la consecución de cuanto mayor beneficio personal
mejor, en detrimento del beneficio social, el objetivo lógico de dichos
servicios. En España casi todos están privatizados, mientras en
Venezuela se está creando un polo público que contrarreste el egoísmo
capitalista y ajuste los precios a un nivel compatible con el beneficio
social.
NO es democracia que el poder judicial
defienda permanentemente al ejecutivo, impidiendo la investigación de la
extendida corrupción o alargándola años y años (salvo escasas
excepciones), permitiendo la prescripción o caducidad del delito. Sin
embargo se tarda pocos meses en sancionar a un magistrado que intenta
investigar los crímenes del franquismo o encarcela a un banquero que ha
estafado a muchos españoles. El proceso bolivariano se ha centrado en
preparar nuevos profesionales y democratizando el acceso a la carrera
judicial, anteriormente en manos del poder bipartidista.
SI es
democracia que los dirigentes políticos consulten a la población
cualquier decisión de cierta relevancia y se sometan continuamente a la
aprobación de los votantes. En Venezuela ha habido 19 procesos
electorales en 15 años, uno de ellos un referéndum revocatorio contra el
presidente del Gobierno y consultas para los cambios constitucionales
(en España 12, ningún referendum aunque ha habido modificaciones
sustanciales del entorno de vida de los españoles, incluso
constitucionalmente).
SI es democracia que muchas decisiones
que afectan a la vida diaria de los ciudadanos sean tomadas por los
mismos ciudadanos en reunión asamblearia, sin interferencia de cargos
públicos. La organización comunal es una forma organizativa admitida por
la Constitución venezolana de 1999 y no por la española de 1978. Las
decisiones comunales se transmiten al Gobierno de la Nación, quien
financia directamente los proyectos. En España todas las decisiones se
toman por los órganos públicos y se transmiten a la población de arriba
hacia abajo, sin posibilidad real de participación ni de control, lo que
facilita el auge de la corrupción.
SI es democracia la división de poderes.
En España la Constitución consagra tres poderes: legislativo, ejecutivo y
judicial que, según han demostrado los acontecimientos tienen escasa
independencia real. En Venezuela hay otros dos poderes, además de los
nombrados, el ciudadano (encargado de la defensa de los valores
constitucionales y el control de ingresos y gastos públicos) y el
electoral (gestiona los procesos electorales y supervisa los registros
civil y electoral). Es garantía de mayor transparencia y democracia.
SI es democracia que los recursos
nacionales del país lleguen en mejores condiciones a sus ciudadanos,
propietarios legítimos de ellos (el combustible en Venezuela es el más
barato del mundo -no era así antes de los gobiernos bolivarianos-,
mientras España es campeona en precios elevados de comunicaciones,
transporte, combustible, electricidad,… que sólo benefician a sus
propietarios transnacionales).
SI es democracia que cuando la economía
empeora, el Gobierno tome medidas para evitar, en lo posible, el
sufrimiento de su población. Es lo que cualquier ciudadano espera. En
Venezuela se ha optado por aumentar la deuda pública y bajar el IVA al 9
% para mantener la capacidad adquisitiva de sus familias. En España se
ha subido del 16 % al 21% en los últimos años y es muy posible que lo
haga hasta el 23% próximamente. Con todo ésto la deuda pública
venezolana se ha situado en el 18 %. En España se ha rescatado a los
bancos y las grandes empresas al tiempo que ha deteriorado
considerablemente la situación de la mayoría de la población. Todo a
costa del dinero público (el de todos) situando el déficit público casi
en el 100 % del PIB (es decir, tenemos una deuda pública que equivale a
todo lo que producimos en un año). Esto desmonta la tesis de que
recortes y austeridad es igual a menor déficit público, una de las
mentiras más extendida por los gobiernos españoles bipartidistas desde
Felipe González hasta Rajoy.
SI es democracia la garantía del sistema
electoral. En Venezuela el voto se emite de dos modos simultáneos: la
boleta (como en España) y el voto electrónico, por lo que el fraude
electoral es casi imposible. Además, las urnas están controladas por los
comandos electorales de los diferentes partidos y se hace una
comprobación aleatoria del 60 % de las urnas, lo que confiere al sistema
una fiabilidad del 99 % (avalado por la Fundación norteamericana Jimmy
Carter). En España la posibilidad de fraude es alta contra los partidos
no gobernantes. En las últimas elecciones se comprobaron varios fraudes
que perjudicaban a pequeñas formaciones en favor del bipartidismo.
Democracia
si, pero no cualquier democracia. Tenemos mucho que aprender de
aquellas democracias que los medios de comunicación y los dirigentes del
bipartidismo califican como dictaduras. Demandamos una democracia real y
muchas de sus características están ya en las constituciones de países
sudamericanos como Venezuela. ¿Por qué nuestros dirigentes bipartidistas
tienen miedo a introducirlas en nuestra normativa?
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