Tómas Rodríguez Villasante
“El autor entra de lleno en el debate abierto en torno a las vías para asegurar una participación real de la población. Una discusión de plena actualidad en Podemos, IU y otros partidos”.
Entendemos que la estructura que se propone
más adelante es una vía mixta entre un sistema electoral con primarias,
basado en los votantes, pero con poca articulación de los activistas y
sus posibles deliberaciones y aportaciones; y por otro lado un sistema
de círculos de activistas –lo que llamamos “grupos motores” nosotros–
cuya función suele ser más el dinamizar las democracias de base que el
representar a la gente.
Un sistema democrático es bueno que tenga
distintas instancias de poderes según lo que se requiere para las
distintas tareas que se han de realizar, y que por definición son
complejas. Ni parece conveniente
que haya un solo comité, círculo, o grupo decisorio de todo; ni que los
grupos o círculos de base se erijan en representantes, cuando son
voluntarios y no elegidos.
Una asamblea local puede llegar a un 5% o máximo 10% de la población, y esto ya estaría muy bien. Pero si
se quiere llegar al 99%, o al menos al 66% de simpatizantes de un
proceso de cambio, hacen falta sistemas más abiertos de legitimidad.
No es bueno confundir los sistemas
electorales y representativos, con los sistemas de activistas surgidos
de las iniciativas de la gente.
Los dos son necesarios, cada cual tiene
caminos experimentados y se pueden articular. Da igual que el comité o
círculo de delegados venga de los círculos de base o de primarias, igual
se puede burocratizar, y hay ejemplos históricos de sobra.
Lo que parece necesario es mantener las
diversas vías de legitimación abiertas y complementarias. Y estas vías o
columnas de trabajo pueden ir cumpliendo diversas
actividades, tanto institucionales como instituyentes. Lo que es más
complejo es cómo se articulan entre sí según las circunstancias.
Un sistema alternativo puede tener unas bases asamblearias, pero sin mitificarlas.
Por ejemplo, para que pueda participar
mucha gente no deben ser más de 2 o 3 asambleas al año, y con propuestas
claras de temas y funcionamiento. Pueden tener varias partes en su
desarrollo, donde además de una explicación inicial y de rendición de
cuentas, puede haber luego un reparto en grupos pequeños que puedan
analizar y proponer, para al finalizar tomar algunas decisiones que sean
centrales hasta la siguiente Asamblea por lo menos.
Los electos, los círculos o los asesores,
deben rendir cuentas y pueden hacer propuestas, y sobre estas se puede
abrir los debates, con una dinamización adecuada, a un publico más
amplio que los activistas, siendo lo más inclusivos posible. Si los
círculos, por ejemplo, recabaron iniciativas de sectores de la población
no organizados o de movimientos, éstas pueden enriquecer los debates y
las propuestas.
Una “democracia de iniciativas” es mucho
más interesante y democrática que solo una “democracia de control”. Si
solo nos planteamos controlar a los electos, del propio partido o de
otros, ya les estamos dejando toda la iniciativa a los que han salido
representantes, y solo queda ver si lo hacen bien o mal y cambiarlos
Lo que se propone con las iniciativas de
base –en los mejores sistemas de las planificaciones participativas se
hace– es partir de la agenda de la gente, al menos para los asuntos más
de fondo (programas, planes anuales), y debatir cómo se pueden articular
y viabilizar. Esta es una base no tanto para resolver los problemas del día a día, sino para no desviarse del proceso de fondo, contando con las aportaciones más amplias posibles.
La tarea de los “grupos motores” no suele
ser tratar de ser representativos, sino activos. Esta es una función
esencial que prueba la dinámica no clásica de un movimiento. Si
la gente quiere ser representativa debe presentarse a elecciones de
tipo primario o definitivo, pero hace falta mucha más gente que no
quiera esa función sino la de dinamizar los procesos.
Y hay mucha gente dispuesta a estas
funciones de formación-acción, de activismo en movimientos, de preparar
los debates para programas y planes, etc. Si solo hay personas
dispuestas a ir en las listas electorales, eso es un partido clásico, y
tendrá el mismo futuro que los otros partidos que ya se conocen.
El ritmo de estos grupos o círculos no
puede ser de reuniones muy frecuentes, pues la gente tiene otras cosas
que hacer –trabajos, movimientos, familiares, etc.–, pero al menos
mensualmente deben seguir con las actividades que se auto-programen.
Otra cosa es una agenda del día a día, pues muchos problemas se plantean sin estar previstos. Un movimiento que quiera resolver los problemas de la gente ha de tener sistemas ágiles de respuestas.
Una cosa es el poder ‘legislativo’, de
‘planificación’, o el ‘judicial’ que puede tomarse sus tiempos de
deliberación y resolución, y otra cosa es contar con un ‘ejecutivo’ que
resuelva cotidianamente. Es claro que el ‘ejecutivo’, los candidatos
electos, han de seguir el programa, los planes, que se han debatido en
las asambleas a propuesta de los círculos, y que han de rendir cuentas
de sus actuaciones dentro de ese marco.
Pero en el día a día han de tomar muchas
resoluciones que no pueden esperar a los ritmos más lentos de las
asambleas o de las primarias. En ese sentido han de tener una cierta
autonomía para interpretar los acuerdos previos programáticos. Pero como
puede haber fallos ha de ser posible tanto la revocación –si es grave
la decisión– como la rotación para no acostumbrar a las personas
sentirse como profesionales de la política.
Las candidaturas electorales son personas
que se infiltran en un sistema que no está pensado desde la
participación activa de los sectores de base. En ese sentido han de
cumplir perfiles mediáticos para poder ser elegidos, pero al tiempo han
de responder a mandatos ‘imperativos’ para que no se acostumbren a
actuar por su cuenta.
Los grandes problemas que hay que resolver tienen que ver con que las
personas más persistentes en las reuniones, y más maquinadoras para
conseguir puestos, suelen medrar en los partidos, y suelen acabar por
imponer sus clientelas de arriba abajo.
Practicar una buena formación-acción de
base, vínculos con los movimientos sociales, y rendición de cuentas
pueden ser formulas para que se aminoren estas tendencias elitistas. Y
como se ha de contar con asesores, pues cada cual no sabe de todo, que
estos equipos de asesores del día a día sean mixtos, pues la
inteligencia colectiva es también un valor que deben aprender los cargos
electos igual que las demás personas.
Asesores mixtos es una forma de formar
equipos donde algunos expertos en algunas temáticas –medios de
comunicación, legislación, economía, formación, etc.–
pueden articularse con delegados o voluntarios que surgen de la base
social, es decir, de los círculos y asambleas.
Según los recursos disponibles habrá
algunos profesionales pagados para estas funciones, pero puede haber
otros que sean voluntarios. La complejidad jurídica de los sistemas en
donde están infiltrados los electos los van a coartar por todos lados.
Por eso han de actuar con doble eficiencia:
hacia dentro de las instituciones con expertos en ellas para no quedar
bloqueados; por fuera de las instituciones para seguir construyendo
formación-acción con la gente y con los movimientos. Y en esta segunda
parte tanto los asesores como los grupos motores suelen jugar un papel
fundamental de extensión.
Propuesta
Es posible compatibilizar las vías para las
tomas de decisiones ejecutivas del día a día con las deliberativas de
participación social sobre formación, vinculación con movimientos y
programas, que pueden realizarse en tiempos más dilatados. Proponemos
cuatro vías de actuación o columnas de trabajo en paralelo que
pueden interrelacionarse entre sí.
A) Candidaturas. Como
se ha venido haciendo se basan en sistemas de primarias abiertas. De
donde saldrán responsabilidades de gobierno o de oposición. Según los
resultados que se obtengan en las distintas elecciones habrá ingresos
para garantizar el funcionamiento de toda la estructura.
B) Asesorías. Pueden haber
tres o más equipos asesores pero consideramos imprescindibles un equipo
multimedia, otro jurídico-económico y un tercero de formación-acción
para dinamizar círculos y asambleas para ir introduciendo un estilo de
democracia participativa.
Cada equipo debería contar con personas
especialistas –profesionales y/o activistas– y algunos delegados/as de
los círculos con experiencia en los respectivos temas. Se regirán por un ‘libro de estilo’ acorde con los principios de la democracia participativa.
Los equipos deben existir al menos a nivel federal, autonómico y de
grandes municipios. Habrá que evaluar qué gastos llevaría su
funcionamiento.
C) Círculos. Una primera
tarea sería la de Formación-acción para la dinamización local o del
sector temático correspondiente, y recoger las iniciativas que surjan
desde la gente, de abajo hacia arriba. La segunda tarea sería la vinculación con movimientos sociales de acuerdo a estrategias locales partiendo
de mapeos de los procesos existentes. Una tercera tarea puede ser
debatir los programas de Podemos y preparar planes anuales operativos.
Las personas pertenecientes a los círculos
de Podemos deberán hacer constar alguna forma de identidad y conexión
para hacer posible las tareas y el estilo acordado.
Los círculos deberán impulsar la formación y
debates presenciales e incluir algún sistema telemático para incorporar
el máximo de personas e iniciativas.
Los acuerdos de cada círculo se comunicarán
mediante una ficha preestablecida a los círculos de coordinación
autonómica o federal.
Es conveniente que haya círculos de ámbito
local, autonómico y federal. Al menos en estos últimos debería haber
círculos por sectores temáticos.
Desde los ámbitos federal y autonómico se
les preguntará a los círculos locales sobre las cuestiones programáticas
y de planificación.
D) Asambleas. Se
realizarán en torno a dos asambleas a lo largo del año, con la
finalidad de establecer rendición de cuentas de candidatos/as,
asesores/as y círculos; y para la aprobación de programas
y priorizar planes operativos anuales. Otra tarea de estas asambleas puede ser la elección de delegados/as para formar parte de los equipos asesores y
para los círculos autonómicos y federales. Estas delegaciones serán
rotativas periódicamente, y pueden ser revocadas por las asambleas.
El funcionamiento de las asambleas puede
ser mediante talleres abiertos a la población en base a las propuestas
presentadas por los distintos círculos.
Se trata de un debate que precisa de adecuación a las prácticas más que a teorías previas que nos suelen hablar de lo que no debemos hacer más que de lo que ha sido un éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario