Por Walter C. Medina | El suicidio es la primera causa de muerte violenta en España; sin embargo las noventa mil personas que al año intentan quitarse la vida son invisibles a los ojos de los medios.
“La alienación, la pérdida de valores de la sociedad y la influencia de los medios de comunicación provocan inestabilidad emocional y comportamientos autodestructivos que en muchas ocasiones acaban en suicidio”, explica el psicólogo argentino Raúl Sotelo
El suicidio es la primera causa de muerte violenta en España; sin embargo las noventa mil personas que al año intentan quitarse la vida son invisibles a los ojos de los medios de comunicación que prefieren mantener un inexplicable y estricto silencio en torno a este asunto. Las instituciones tampoco se pronuncian al respecto; y aun a sabiendas de que tres mil quinientas personas mueren anualmente por esta causa, no han diseñado campañas de prevención o invertido el mínimo Euro en averiguar por qué motivos la tasa de suicidios es extremadamente alta en este país.
A nivel global las cifras son contundentes. A cada segundo algún ser humano intenta suicidarse; y cada cuarenta segundos uno de éstos seres concreta su objetivo. Según la Organización Mundial de la Salud, unas 815 mil personas se quitaron la vida en el año 2000. Esto representa una tasa mundial de mortalidad anual de 14,5 por 100.000 habitantes. En la actualidad un millón de personas, de entre 15 a 44 años de edad, se suicida en el mundo cada año; una cifra que según la OMS se incrementará en 2020.
La pregunta del millón es qué factores influyen en este notorio incremento de suicidios, además de las consabidas patologías psiquiátricas o la herencia genética. Una pregunta que hasta ahora no ha hallado respuesta alguna, quizás porque el factor principal de estas muertes sea tan poderoso que no hay quien se atreva a denunciarlo. Sin embargo existen profesionales de la salud que no dudan en establecer una relación causal entre el sistema capitalista y este fenómeno que en el siglo XXI afecta, incluso, a niños y adolescentes. “La alienación, la pérdida de valores de la sociedad y la influencia de los medios de comunicación provocan inestabilidad emocional y comportamientos autodestructivos que en muchas ocasiones acaban en suicidio”, explica el psicólogo argentino Raúl Sotelo. “Vemos en las consultas un gran incremento de jóvenes y adultos incapaces de adaptarse a la sociedad o que sencillamente se niegan a ser parte de ella debido a que la encuentran vacía de valores. Muchos de estos pacientes coinciden en que no han venido al mundo para competir o para comprar objetos. La frustración que experimentan es muy grande y en ocasiones no suele advertirse que estas personas no están simplemente deprimidas, sino que son víctimas de un sistema que los excluye debido a sus supuestas faltas de ambiciones”.
EL SUICIDIO COMO FENÓMENO SOCIAL
Francia, país que registra una alta tasa de suicidios relacionados con problemas laborales, ha incrementado su número de víctimas desde el año 2007. Empresas como Renault, Electricité de France (E.D.F.), y France-Télécom son claros ejemplos de esto. Télécom fue privatizada en 1991 y obligada -por parte de su dirección- a una competencia feroz que impulsó cambios drásticos en su organización. De un concepto tradicional de empresa de servicio al público pasó sin transición a un modelo de competencia a ultranza, basado en la comercialización de sus productos y en una movilidad y un cambio permanente - tanto interno como geográfico - de su personal. Ese mismo año, durante una declaración pública, su Presidente y Director General expresó que los suicidios en su empresa se debían a una suerte “moda". Cuatro días más tarde de aquel pueril enfoque, un empleado de 33 años se arrojó por la ventana de su despacho. En el año 2000 se suicidaron allí 28 trabajadores, en el 2002, 29; en el 2008, 17; en el 2009, 18 y en el 2010, 23. Y, aunque parezca una broma de mal gusto, muchas de estas muertes fueron calificadas como "accidentes laborales” (“fue a a enviar un fax, tropezó y cayó desde el piso 10...una lamentable tragedia muy frecuente en los trabajos de alto riesgo como el de ejecutivo de una empresa de telefonía”, podría decir un humorista).
SALTAR DEL PUENTE
En 1998 la Concejalía de Obras e Infraestructuras del Ayuntamiento de Madrid decidió la instalación de mamparas a ambos lados del acueducto de Segovia. "Era imposible no hacer nada", manifestaba el por entonces concejal Enrique Villoria, "Hemos tenido que hacerlo a consecuencia del elevado número de suicidios allí consumados. Hemos estudiado el asunto y decidimos aplicar, de manera razonable, una solución disuasoria",
Los suicidios por desahucio no son una simple tragedia y la mayoría de las víctimas no presentaban ninguna patología psiquiátrica que pudiese advertir un final tan nefasto. Más de 150 personas se han quitado la vida como consecuencia de haber sido desahuciados por las entidades bancarias que protege el Estado.
En Japón ya no se practica el Harakiri, ahora es el bosque de Ahokigahara en donde más de cien personas de entre 17 y 55 años se suicidan anualmente. “La mayoría de las víctimas deja notas en las que explican que han perdido su empleo, o que no lo encuentran o que no pueden pagar sus deudas”, explicó Kuroi Juka, autor de la novela “El Bosque de los Suicidas”
Eric Steel dirigió y produjo “The Bridge” (El Puente) en 2006. La película resume un año de grabación en el puente Golden Gate de San Francisco, lugar desde donde cada año saltan entre cincuenta y ochenta personas con la intención de quitarse la vida. “Según los testimonios que recogí luego de la filmación, la mayoría de los suicidas habían perdido el empleo, tenían deudas o no lograban insertarse en la sociedad”, explicó Steel durante la rueda de prensa de presentación del documental.
EL SISTEMA
“Una -sino la principal- consecuencia de los suicidios que se producen en este siglo, es el impedimento de realización que experimenta el hombre. No se pueden realizar los deseos personales mientras el individuo quede reducido a un ente productivo y obligado a seguir los dictados de la cultura consumista. El sistema aliena al hombre porque no lo trata como un fin en sí mismo, sino como un mero medio o instrumento para la producción. Mientras tanto margina y aparta a los individuos que no encajan en una sociedad que se torna cada día más materialista”, explica el psicólogo Raúl Sotelo. “Que el suicidio se incremente en épocas de capitalismo rabioso también tiene su lógica. Los mecanismos de las grandes transnacionales, en acción combinada con fenómenos ecológicos y la no regulación por parte de los gobiernos de la conducta de las multinacionales, impiden que millones de personas -en especial de países subdesarrollados- accedan a condiciones de vida elementales. La pobreza, la falta de empleo o el subempleo provocan la migración y, con ella, la aparición de casos de depresión e incluso de suicidio infantil”.
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