Seguimos sin comprender
el porqué de que países soberanos, respetuosos con los elementales
derechos humanos como Cuba y Venezuela
(al contrario que España donde son pisoteados constantemente) no retiran
sus
embajadores o emiten una nota diplomática de protesta ante el régimen de
Madrid cada vez que ocurre un caso de estos. Ayer las bochornosas y
barriobajeras declaraciones, llenas de mentiras y odio,
vertidas en un plató de televisión por Esperanza Aguirre donde,
curiosamente, se debatía sobre las corruptelas y la degradación del
Estado
español, merecían respuesta inmediata. Creemos que La Habana
y Caracas deben abandonar la actitud de mantenerse siempre a la
defensiva.
La ultrafascista señora Aguirre
sabe que España mantiene relaciones diplomáticas con esos Estados pero, inmersa
en su reino de Taifas particular, se permite- pese a ser, por desgracia, un
alto cargo del partido del Gobierno- insultar constantemente a unos países que
dan lecciones, en todos los sentidos, a la España franquista que padecemos.
Que sepamos en Cuba y Venezuela
no hay millones de niños pasando hambre como en España; que sepamos están escolarizados;
que sepamos todos tienen sanidad; que sepamos estudian gratuitamente; que
sepamos se prohíben los desahucios (Cuba) cuando el perjudicado no tiene donde
ir; que sepamos el líder de la oposición venezolana está en prisión por incitar
al fascismo a lanzarse a las calles a asesinar chavistas; que sepamos lo poco o
lo mucho que tienen lo han logrado (sobretodo en el caso de Cuba) con escasos
recursos, bloqueados o presionados desde fuera y sin explotar a ningún país del Tercer Mundo
como hace España, que sepamos envían médicos y maestros por el mundo, mientras
España envía militares a matar afganos, libios o iraquíes.
Señora Aguirre, se lo decimos
bien claro: Cuba es un dictadura, una dictadura del proletariado donde gente
como usted estaría trabajando- y no haciendo el payaso ni vertiendo odio- en
beneficio de la sociedad, Cuba es una dictadura del proletariado, ergo una
democracia popular donde la burguesía está aplastada para que no pueda retomar
el poder e instalar un dictadura capitalista donde se invierten la tornas y una
minoría impone su voluntad contra una inmensa mayoría indefensa, una minoría
que impone su ejército, su policía, y sus jueces para proteger el robo, el
saqueo, los crímenes de Estado (GAL) y las torturas (ONU).
Por suerte, no tenemos ataduras ni estamos sometidos a lo “políticamente correcto” como Pablo Iglesias (Podemos), su adversario dialéctico de anoche (si lo de usted puede ser llamado dialéctica), en consecuencia sí le decimos lo que él no tuvo valor de hacer. Señora Aguirre, repita con nosotros: España es una dictadura capitalista, señorío y cortijo de unas pocas familias, entre ellas la de los Borbones, a las que ustedes, a cambio de favores y corrupción, les gestionan sus intereses, sus saqueos y sus regaladas vidas mientras 12 millones de pobres y 6 millones de parados las contemplan.
Por suerte, no tenemos ataduras ni estamos sometidos a lo “políticamente correcto” como Pablo Iglesias (Podemos), su adversario dialéctico de anoche (si lo de usted puede ser llamado dialéctica), en consecuencia sí le decimos lo que él no tuvo valor de hacer. Señora Aguirre, repita con nosotros: España es una dictadura capitalista, señorío y cortijo de unas pocas familias, entre ellas la de los Borbones, a las que ustedes, a cambio de favores y corrupción, les gestionan sus intereses, sus saqueos y sus regaladas vidas mientras 12 millones de pobres y 6 millones de parados las contemplan.
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El fascismo se disfraza ahora como anticomunismo. Sus reiteradas salida
por los cerros de Úbeda, en forma de Cuba, Venezuela o Corea del Norte,
no esconde su nerviosismo porque se les acaba el chiringuito. No por el
friki oportunista Pablito, que va mas bien de cortafuegos, sino porque
el criminal imperio, sostén del franquismo durante tantos años, se va a
tomar por culo, y con él, su sistema capitalista, (por lo menos tal como
lo conocemos hasta ahora) con el que tanto se identifica. Solo son
tigres de papel, lamiendo sus heridas. Un debate serio sobre Cuba o
Venezuela, precisaría mucho tiempo, para entrar en todos sus matices, y
necesitaría de interlocutores validos, no payasos de circos televisivos.
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