domingo, 20 de julio de 2014

PSOE E IU, LOS ALIADOS DE PODEMOS, FINANCIADOS POR LA BANCA (III)

A finales de 2013 la deuda media de las familias era de 56.000 euros, por causa del incremento casi exponencial del déficit estatal que efectuó el gobierno de la derecha presidido por M. Rajoy, en esto como en casi todo realizador de políticas de izquierda, al haber perpetrado, hasta la fecha citada, casi 40 subidas de los tributos. Esa pesada carga será incrementada por la izquierda cuando, en unos pocos años acceda al poder, con Pablo Iglesias como presidente del gobierno. Dado que Podemos es fervoroso del capitalismo de Estado, es decir, de explotar a las clases trabajadoras a través del aparato estatal, en esta cuestión las perspectivas son poco halagüeñas.
        
Por todo lo dicho es fácil comprender que el sueño de la partitocracia de la izquierda, vieja y nueva, es controlar todo el sistema financiero. Por eso popularizan la consigna de “nacionalización de la banca”, o estatización general de ésta. De lograrlo se convertiría ya plenamente en la nueva burguesía hegemónica, en los nuevos detentadores de lo esencial del poder económico y nuevos explotadores.
El proyecto de estatización del aparato financiero es parte de un cambio de marco político, logrado a través de un “Proceso Constituyente”, que elabore una Constitución sustitutiva de la actual, hecha sobre todo por el PSOE y PCE. La nueva, muy probablemente republicana, la confeccionarían sobre todo las fuerzas de la izquierda, a la vez pro-capitalista y capitalista, ahora en ascenso, Podemos en primer lugar, para sobre-dominar y mega-explotar a las clases populares, introduciendo el modelo económico de la izquierda, chino en la producción y venezolano en el consumo[1].
En el nuevo patio de Manipodio que es la izquierda un lugar destacado lo desempeñan las entidades, servicios, empresas y organismos generados por las autonomías. No son sólo los jugosos sueldos que perciben los parlamentarios autonómicos sino instituciones como las televisiones autonómicas, por sí mismas y por la notable masa indirecta de movimientos de dinero y negocios que ocasionan.
        
¿Por qué el capitalismo español necesita tanto de la izquierda y depende de ella de un modo tan decisivo? La razón reside en la guerra civil y los 40 años de franquismo, que son historia tanto como presente, al seguir estando vivos en el mundo psíquico de las multitudes. La derecha, por su vinculación a Franco, no tiene, al menos por el momento, autoridad política para hacer frente a situaciones delicadas para el orden constituido, en las que hay que tomar decisiones duras y difíciles, por tanto antipopulares. Por eso aquél ha de valerse de la izquierda.
El recuerdo del franquismo anula, al mismo tiempo, toda posibilidad de que formaciones de extrema derecha puedan ascender electoralmente. Por eso las tareas propias de la extrema derecha las tienen que realizar la izquierda, Podemos en el futuro inmediato. Esta situación, probablemente, resulte quebrada en los próximos decenios, cuando se constate en la práctica que la izquierda (Podemos, IU, PSOE) en el gobierno es el capitalismo más depredador, opresor, represivo y liberticida, además de torpe e incompetente. En particular, se debe esperar de ellos el uso de la fuerza a gran escala, con mucha violencia antipopular y represión generalizadas.
En síntesis, hoy la clave de la situación es la alianza entre el capitalismo español y la izquierda. Eso marcará la vida política oficial los próximos decenios.
        
La izquierda no sólo es bonificada en dinero dado que una parte de sus ingresos son en especie. Podemos ha recibido y sigue recibiendo propaganda televisiva (incluida la del canal de Berlusconi y la del islamofascismo iraní) por valor de cientos de millones de euros. Muchas entidades estatales entregan viviendas a sus paniaguados, en usufructo o a veces en plena propiedad. Los sindicatos institucionales, parte decisiva del entramado de poder y negocios de la izquierda, se han hecho corporaciones empresariales[2] en buena medida gracias a los bienes que el Estado les ha entregado. Todo ello, y muchos más, son subsidios indirectos, en ocasiones de sorprendente naturaleza.
(Continuará)


[1] La obsesión por el Estado que manifiestan los mandamases de Podemos y del resto de la izquierda trae a la memoria hechos y textos pretéritos. Entre estos el libro “La revolución social del nacional-sindicalismo”, José Luis de Arrese, 1940. Escrito en 1936, debía haber llevado un prólogo de José Antonio Primo de Rivera que el estallido de la guerra hizo imposible. En él se expone lo sustantivo de la política económica de la Falange, cuyo centro es “el control del Estado” sobre todas las actividades productivas, y también no productivas. Tres cuartos de siglo después es televisivamente creada una fuerza política que viene a sostener lo mismo con lenguaje de izquierda. Si el Estado ha de dominar más aún a la sociedad, que es lo que propone Iglesias, ha de fortalecerse. En consecuencia, ha de tener más y mejor dotada policía, aparato judicial, régimen carcelario, instrumentos propagandísticos y mediáticos, poder recaudatorio, servicios especiales de inteligencia y, en última instancia, aparato militar. De ese modo, ¿dónde quedará la libertad, de conciencia, política y civil, con un ente estatal hipertrófico? La izquierda sostiene que la libertad no importa, que sólo cuenta el nivel de bienestar material y consumo, idea aberrante y monstruosa en sí misma. En los países que han dominado no ha habido, y no hay, ni libertad ni satisfacción de las necesidades básicas de las clases populares. Un Estado fuerte sirve también para rescatar al capitalismo privado en sus crisis, como ha acontecido desde 2009. Por eso, entre otras razones, la banca privada subvenciona al PCE-IU, para que promueva un estado de ánimo estatolátrico que favorezca el recibir ella decenas de miles de millones del ente estatal en sus momentos de desfallecimiento y crisis.
[2] A finales de 2013 UGT era un conglomerado de negocios con 81 empresas y una facturación anual superior a los 100 millones de euros. CCOO es lo mismo. Es instructivo ver que los sindicatos aplican EREs a sus trabajadores y que éstos realizan huelgas e incluso ocupaciones de los locales sindicales para defender sus puestos de trabajo. Eso, con ser muy poca cosa por el momento, es una advertencia para los embarcados en el proyecto Podemos. Las movilizaciones populares, quizá más pronto y más potentes de lo que se podría esperar, serán la réplica popular a las demasías burguesas de esta izquierda en cuanto alcance el gobierno, como está sucediendo en Venezuela. Tales luchas les arrojarán al cubo de la basura de la historia contemporánea.

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