PSOE E IU, LOS ALIADOS DE PODEMOS, FINANCIADOS POR LA BANCA (III)
A finales de 2013 la deuda media de las familias era
de 56.000 euros, por causa del incremento casi exponencial del déficit estatal
que efectuó el gobierno de la derecha presidido por M. Rajoy, en esto como en
casi todo realizador de políticas de izquierda, al haber perpetrado, hasta la
fecha citada, casi 40 subidas de los tributos. Esa pesada carga será incrementada
por la izquierda cuando, en unos pocos años acceda al poder, con Pablo Iglesias
como presidente del gobierno. Dado que Podemos
es fervoroso del capitalismo de Estado, es decir, de explotar a las clases
trabajadoras a través del aparato estatal, en esta cuestión las perspectivas
son poco halagüeñas.
Por todo lo dicho es fácil comprender que el sueño
de la partitocracia de la izquierda, vieja y nueva, es controlar todo el
sistema financiero. Por eso popularizan la consigna de “nacionalización de la banca”, o estatización general de ésta. De
lograrlo se convertiría ya plenamente en la nueva burguesía hegemónica, en los
nuevos detentadores de lo esencial del poder económico y nuevos explotadores.
El proyecto de estatización del aparato financiero
es parte de un cambio de marco político, logrado a través de un “Proceso Constituyente”, que elabore una
Constitución sustitutiva de la actual, hecha sobre todo por el PSOE y PCE. La
nueva, muy probablemente republicana, la confeccionarían sobre todo las fuerzas
de la izquierda, a la vez pro-capitalista y capitalista, ahora en ascenso, Podemos en primer lugar, para sobre-dominar
y mega-explotar a las clases populares, introduciendo el modelo económico de la
izquierda, chino en la producción y venezolano en el consumo[1].
En el nuevo patio de Manipodio que es la izquierda
un lugar destacado lo desempeñan las entidades, servicios, empresas y
organismos generados por las autonomías. No son sólo los jugosos sueldos que
perciben los parlamentarios autonómicos sino instituciones como las
televisiones autonómicas, por sí mismas y por la notable masa indirecta de
movimientos de dinero y negocios que ocasionan.
¿Por qué el capitalismo español necesita tanto de la
izquierda y depende de ella de un modo tan decisivo? La razón reside en la
guerra civil y los 40 años de franquismo, que son historia tanto como presente,
al seguir estando vivos en el mundo psíquico de las multitudes. La derecha, por
su vinculación a Franco, no tiene, al menos por el momento, autoridad política
para hacer frente a situaciones delicadas para el orden constituido, en las que
hay que tomar decisiones duras y difíciles, por tanto antipopulares. Por eso
aquél ha de valerse de la izquierda.
El recuerdo del franquismo anula, al mismo tiempo,
toda posibilidad de que formaciones de extrema derecha puedan ascender
electoralmente. Por eso las tareas propias de la extrema derecha las tienen que
realizar la izquierda, Podemos en el
futuro inmediato. Esta situación, probablemente, resulte quebrada en los
próximos decenios, cuando se constate en la práctica que la izquierda (Podemos, IU, PSOE) en el gobierno es el
capitalismo más depredador, opresor, represivo y liberticida, además de torpe e
incompetente. En particular, se debe esperar de ellos el uso de la fuerza a
gran escala, con mucha violencia antipopular y represión generalizadas.
En síntesis, hoy la clave de la situación es la
alianza entre el capitalismo español y la izquierda. Eso marcará la vida
política oficial los próximos decenios.
La izquierda no sólo es bonificada en dinero dado
que una parte de sus ingresos son en especie. Podemos ha recibido y sigue recibiendo propaganda televisiva
(incluida la del canal de Berlusconi y la del islamofascismo iraní) por valor
de cientos de millones de euros. Muchas entidades estatales entregan viviendas
a sus paniaguados, en usufructo o a veces en plena propiedad. Los sindicatos
institucionales, parte decisiva del entramado de poder y negocios de la
izquierda, se han hecho corporaciones empresariales[2]
en buena medida gracias a los bienes que el Estado les ha entregado. Todo ello,
y muchos más, son subsidios indirectos, en ocasiones de sorprendente
naturaleza.
(Continuará)
[1] La obsesión por el Estado que manifiestan los
mandamases de Podemos y del resto de
la izquierda trae a la memoria hechos y textos pretéritos. Entre estos el libro
“La revolución social del
nacional-sindicalismo”, José Luis de Arrese, 1940. Escrito en 1936, debía
haber llevado un prólogo de José Antonio Primo de Rivera que el estallido de la
guerra hizo imposible. En él se expone lo sustantivo de la política económica
de la Falange, cuyo centro es “el control
del Estado” sobre todas las actividades productivas, y también no
productivas. Tres cuartos de siglo después es televisivamente creada una fuerza
política que viene a sostener lo mismo con lenguaje de izquierda. Si el Estado
ha de dominar más aún a la sociedad, que es lo que propone Iglesias, ha de
fortalecerse. En consecuencia, ha de tener más y mejor dotada policía, aparato
judicial, régimen carcelario, instrumentos propagandísticos y mediáticos, poder
recaudatorio, servicios especiales de inteligencia y, en última instancia,
aparato militar. De ese modo, ¿dónde quedará la libertad, de conciencia,
política y civil, con un ente estatal hipertrófico? La izquierda sostiene que
la libertad no importa, que sólo cuenta el nivel de bienestar material y
consumo, idea aberrante y monstruosa en sí misma. En los países que han
dominado no ha habido, y no hay, ni libertad ni satisfacción de las necesidades
básicas de las clases populares. Un Estado fuerte sirve también para rescatar
al capitalismo privado en sus crisis, como ha acontecido desde 2009. Por eso,
entre otras razones, la banca privada subvenciona al PCE-IU, para que promueva
un estado de ánimo estatolátrico que favorezca el recibir ella decenas de miles
de millones del ente estatal en sus momentos de desfallecimiento y crisis.
[2] A finales de 2013 UGT era un conglomerado de
negocios con 81 empresas y una facturación anual superior a los 100 millones de
euros. CCOO es lo mismo. Es instructivo ver que los sindicatos aplican EREs a
sus trabajadores y que éstos realizan huelgas e incluso ocupaciones de los
locales sindicales para defender sus puestos de trabajo. Eso, con ser muy poca
cosa por el momento, es una advertencia para los embarcados en el proyecto Podemos. Las movilizaciones populares,
quizá más pronto y más potentes de lo que se podría esperar, serán la réplica
popular a las demasías burguesas de esta izquierda en cuanto alcance el
gobierno, como está sucediendo en Venezuela. Tales luchas les arrojarán al cubo
de la basura de la historia contemporánea.
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