jueves, 24 de julio de 2014

“La rebeldía es necesaria por una cuestión de higiene mental” Presentación del libro "Miedo de ser dos" de Rafael Narbona

Rafael Narbona (Madrid 1963) comenzó a dar clase en 1996 (fue el número uno en aquella convocatoria). Ocho años después se le diagnosticó trastorno bipolar. Sus problemas surgieron cuando decidió significarse políticamente (comunista radical, se dice). Desde ese momento tuvo que soportar amenazas (tan serias como que le cortaron los cables de la moto), insultos y vejaciones. Venían de todos los lados, de los Hunos y de los Hotros, que escribiera Unamuno.


Falto del apoyo decidido de sus compañeros, del amparo de la Administración y de la protección del centro, pidió una baja por depresión, a la que le siguió una angina de pecho. Finalmente, se le invitó a jubilarse. Y así lo hizo (para ser exactos: el 30 de septiembre de 2012). No tenía muchas más alternativa. El ostracismo o soportar el acoso difuso de todas partes. Fue traumático para él. Por cierto, muchos de sus alumnos se movilizaron para pedir su regreso.

Tras el éxito de su blog, que cuenta con más de diez mil seguidores, acaba de publicar ‘Miedo a ser dos’ (Minotibia), una reflexión novelada sobre la enfermedad que lleva cosida. Su prosa recia, por momentos líricas, de una gran fuerza plástica, cautiva. Su palabra aletea adecuada para en el momento justo. Sin ambages, ni anestesias, sin adornos ni florilegios, la historia sobrecoge.

Hermoso gesto el que sea precisamente un alumno el autor del prólogo de ‘Miedo a ser dos’, Javier ‘Nix’ Calderón.

Sí, fue un alumno del Severo Ochoa, en Alcobendas, del curso 2003-2004, justo cuando sufrí una pequeña baja por depresión. Ahora es mi amigo más íntimo. Hizo Periodismo, estuvo en Brasil, y acaba de regresar. Hace grafitis. Su firma era ‘Max’, la de su hermano, que murió por una lesión cardíaca, ‘Nix’. Él la adoptó para honrarle. Yo también perdí a mi hermano mayor, a los 20 años. Nunca he notado mucho la diferencia de edad entre él y yo, es casi como el hijo que no tengo. Publicaremos juntos en breve un libro de cuentos sobre la Guerra Civil, con dos apéndices, uno sobre los corresponsales (Mário Neves, Capa, etc.) y otro sobre las fosas comunes.

¿Qué miedo paraliza más, la amenaza de una crisis, la respuesta del otro ante la enfermedad, la incomprensión y desafecto social..?

Desde 2010 no he vuelto a tener una recaída; escribir el blog me he estabilizado. Lo he dicho en alguna otra ocasión, la escritura literalmente me ha salvado la vida, me ha dado una estabilidad, una rutina. Sé que la enfermedad está ahí  de manera constante, es una alteración bioquímica que afecta al sistema límbico, así que me afectan los cambios de tiempo, de luz... En mi caso la depresión tiene más fuerza que los estados de excitación; de hecho, tuve dos intentos de suicidio en 2006. No pretendía quitarme la vida, sólo dormir más.

Es decir que ahora atraviesa un periodo de cierta serenidad, eutimia, que llaman...

Estoy feliz con mi mujer, llevo una vida que me agrada, escribo, leo, tengo muchos animales, no me distingo mucho de otro cualquiera, aunque los demás no son capaces muchas veces de entender lo que significa tener una psicosis maníaco depresiva, ahora llamada trastorno bipolar. No entienden que hay momentos en los que no soportas la compañía de los otros, te aíslas, y lo interpretan como antipatía, como falta de cortesía; no entienden que te afecte tanto el cambio de luz, que puedas sentir claustrofobia, que hacer un viaje te cause una angustia enorme... Lo que más me afecta es el rechazo social, que yo nunca había calibrado, quizás por haber conocido la época de La Movida, donde todo el mundo tenía cabida, o porque mi padre era escritor, y los escritores están asociados a las formas de vida alternativas, marginales, antisistema, en las que la enfermedad mental tiene un halo romántico y en los que ser un loco es la prueba de tu creatividad, genio y talento. Hay, incluso, quien ha coqueteado con la enfermedad sin tenerla. No imaginé que hacer pública mi enfermedad iba a generar tanto rechazo y me siento cada día más dolido. Voy descubriendo ese rechazo a través de mis posiciones políticas; me coloco en la izquierda radical, pero no simpatizo ni con Stalin, ni con Corea del Norte. Soy votante de Izquierda Unida. Y me gusta más Alberto Garzón que Pablo Iglesias... al publicar tener textos radicales también se acercaron  a mí muchas personas que no tienen nada que ver conmigo. Me llamaron hasta ‘enemigo de la clase obrera’.

¿También es de los que opina que ‘Podemos’ es un ‘fraude’?

Han cambiado el discurso en seis meses; al principio querían salir del euro, de la OTAN, no pagar la deuda... ahora hablan de reestructurar la deuda, y omiten opinión alguna sobre el euro y la OTAN. Juan Carlos Monedero fue compañero mío de clase, admiraba la revolución cubana, bolivariana, y entendían que el pueblo vasco pida el derecho de autodeterminación, considerando el problema como un conflicto político. ‘Podemos’ reivindica el modelo asambleario y convoca, para elegir al equipo diligente, unas elecciones con seis días de anticipación, con lo cual es imposible organizar una plataforma alternativa. Buscan un voto amplio. De cualquier modo, Monedero y el propio Iglesias se han mostrado más compresivos a las críticas que sus seguidores. Mis posturas políticas me han procurado los insultos de la extrema derecha; contaba con ello. Lo que me ha sorprendido es que también me ataca la extrema izquierda. Y, al final, cuando unos y otros han agotado el abanico de insultos que contempla el ingenio humano, siempre aparece la enfermedad como insulta: “¿Te has tomado las pastillas’”, “Normal que digas esas cosas, eres bipolar”’... y reconozco que cada día me duele más.

Qué pocos amigos tiene el matiz, en España hay que estar al lado de los absolutos, con lo difícil que eso es...

Sí, se da una incapacidad para dialogar entre unos sectores y otros. Hubo un tiempo que me relacionaba con Pablo Hasél, pero acabó insultándome y llamándome ‘enemigo de la clase obrera’ porque no reivindicaba el coche bomba y el tiro en la nuca. No es que esté en contra de la violencia siempre, la resistencia contra el nazismo se hizo con violencia y fue necesaria, incluso el preámbulo de la Declaración de los Derechos Humanos se reconoce el derecho de resistencia contra la tiranía...

Llámese resistencia o violencia...

Exacto. Pero la izquierda radical es tan feroz como la extrema derecha. Corea del Norte no me parece un sistema político convincente, el stalinismo arroja sombras como la colectivización forzosa en Ucrania, que provocó por lo menos tres millones de víctimas, las deportaciones masivas, la gran purga...

¿Cómo ve la situación de España?

Me gustaría que se clarificasen las posturas; este país tiene varias hipotecas, una de ellas la del Pacto Fiscal, que nos ata de pies y manos; además, para que la deuda se sitúe en un 60 por ciento del PIB y el déficit en un 3 ó 4 por ciento, lo que se ha acordado de aquí al 2020, hay que hacer un recorte de 500.000 millones de euros; si eso se hace, ¿privatizarán la sanidad, la educación? Al tiempo está la regla de oro del Pacto Fiscal que establece el déficit cero, con lo cual no se pueden hacer nunca políticas expansivas, y seguimos bajo la disciplina de ese pacto llamado ‘Tratado de coordinación, estabilidad y gobernanza’, que establece oficiosamente que la soberanía real de los países no existe. Salir del euro puede ser difícil, pero permanecer en él significa renunciar a la soberanía y a la posibilidad de una política alternativa que no sea la de la Troika. Por no hablar del tratado de libre comercio que se negocia entre Europa y Estados unidos, que podría permitir a las multinacionales tener su propia legislación laboral e incluso adquirir el derecho de recibir una indemnización en el caso de que no obtengan los beneficios previstos. Nos están estrangulando como sociedad y no podemos mantener una línea de indefinición, cobardía o miedo.

Volviendo a su enfermedad. De entre los dos cabos extremos (la euforia, esa ebriedad absoluta, y la depresión, esa sombra que empaña el alma), ¿cuál hiere más? ¿Pueden ser estados adictivos?

Los cuadros de manía te proporcionan una sensación de omnipotencia, cuando estás en ella no quieres salir, sobre todo si significa volver a la depresión, porque la depresión es impotencia para hacer las cosas; con un cuadro de manía puedes estar dos días casi sin dormir, tienes una verborrea imparable, mejora tu autoestima, haces muchos proyectos (aunque la mayoría no se llevan a cabo)... la manía, mientras dura, puede crear cierta adicción, pero es un tsunami, un vendaval que destroza tu vida. Lo normal es que con una euforia pierdas el trabajo, tus ahorros, rompas con tu pareja, hipoteques tu casa... tiene que pararla y si no lo para alguien tu vida puede quedar destrozada. De cualquier modo, he tenido menos contacto con la manía, a mí me machaca el lado depresivo.

En los últimos años, la psiquiatría ha sustituido el concepto resignación (aunque necesario para asumir las frustraciones incontestables con las que nos depara la vida) por ‘resiliencia’. ¿Qué le ha enseñado la enfermedad, que aspectos, si los tiene, luminosos, ha encontrado en ella?

La verdad es que te hace sufrir tanto y te quita tantas cosas... probablemente no hubiera escrito de no haber sufrido la enfermedad; terminé la cerrera, tuve una beca de personal investigador durante cuatro años, estuve un año en el CSIC, y después me vi en paro. Mi autoestima se desplomó, tuve una depresión y después un cuadro de manía, durante el cual empecé a escribir. Me perseguía el ejemplo de mi padre, un periodista bastante conocido en los años setenta, que tiene una calle en Córdoba y otra en Orihuela. El 2 de junio de 1972 murió de un infarto de miocardio, hablando con mi madre y conmigo (yo tenía nueve años). El hecho de que se hubiera labrado un nombre y después cayera en el olvido me imprimió una cierta sensación de fracaso, la de ser un escritor menor. Pero en el primer brote de manía, con 31 años, me lancé a escribir. Tres años después colaboraba con ‘El Cultural’. Pero me ha costado mucho pasar a escribir textos de creación. He podido hacerlo gracias al blog, que ya cuentan con cerca de mil entradas, bastante largas.

En ‘Miedo a ser dos’ escribe una carta de Marilyn Monroe. ¿Por qué esta actriz y no otra, la Garbo, Lauren Bacall, Vivian Leigh..?
Le encantaba a mi madre; ella me inculcó esa admiración. Luego me enteré de su historia, descubrí que era bipolar, y le escribí una carta. Nunca he pensado en ella como mito sexual, me atrae su vulnerabilidad, su fragilidad, el carácter trágico, su inestabilidad...

¿Y ese fabuloso paseo por la calles de Madrid con la compañía de Audrey Hepburn?
Hepburn es más normalita, más estable, aunque su imagen nos ha seducido a todos, ahora hay una sobreexposición (la ves en bolsos, cuadros, carteles...) y crea una cierta fatiga. Además, por esas fechas ella estuvo en Madrid. Me encanta una película suya, ‘La calumnia’.

¡Es una de mis favoritas! ¿Cómo es posible que nos pese tanto lo que los demás opinan de nosotros, que es la reflexión central del filme?Por miedo al rechazo. Yo lo siento desde muy jovencito; eso me incita a veces a ser muy extrovertido, y otras a aislarme. El miedo al rechazo últimamente me duele cada vez más, sobre todo cuando utilizan la bipolaridad para  descalificarte como ser humano, en lo intelectual, afectivo, social y laboral. ¿Quién no necesita a los otros para tener cierta autoestima? Habrá quien tenga una seguridad en sí mismo... me viene a la cabeza Lawrence de Arabia, también bipolar.

Escribió un texto magnífico, ‘Los siete pilares de la sabiduría’...

Sí, primero fue ‘Rebelión en el desierto’ y lo extendió. Me identifico mucho con él, que también era bajito, le gustaban las motos y pasaba de estados de excitación a estados depresivos. La película no refleja los conflictos del personaje, que por cierto también era homosexual, aunque muy a su pesar...

Una de las constantes que se reivindican en el libro es la rebeldía, en un momento en que se entiende por tal escribir un exabrupto en FB. ¿Cuánto de rebeldía, de benevolencia, de severidad se requiere para ser honesto consigo mismo?

La rebeldía es necesaria por una cuestión de higiene mental, la rebeldía es lo que te enseñan, rebelarse contra los padres, contra la escuela, para llegar a la tesis, quien no tiene ese impulso carece de algo esencial; la rebeldía te ayuda a fabricar tu identidad, un yo más o menos definido. Aparte de esto, hay situaciones de injusticia fragrante, como la España durante el Franquismo o la España actual. Y eso exige rebelarse, que es un acto sano y necesario. De la crisis han surgido iniciativas interesantes, ha brotado un activismo social, como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que a su vez ha generado una oleada represiva.

Tengo que concluir... ¿se considera un ‘raro’?

(...) Había un libro de Rubén Darío...

¡Exacto, por eso lo pregunto, por esa condición de raro en tanto que “un violento licor que quema y disgusta a quien no está hecho a las fuertes drogas de cierta refinada y excepcional literatura modernísima”?

Desde el punto de vista de la mayor parte de la sociedad, sí, soy un raro. Aunque mi vida es muy convencional, tengo mi pareja estable, mi rutina (escribir, leer, ver una película, dar un paseo...) Raro, sí, me gusta.



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