Un Estado que asciende, premia, felicita y condecora a los torturadores.
Enrique
Ruano Casanova era un estudiante de derecho que con 21 años militaba en
el Frente de Liberación Popular, uno de los grupos antifranquistas de
aquella época. Fue detenido el 17 de enero de 1969, cuando el Gobierno
había decretado en todo el territorio español el estado de excepción que
eliminaba las garantías y establecía la censura de la prensa.
Le acusaban de arrojar en la calle propaganda de su partido,
trasladándole a Comisaría. Tres días más tarde, fue llevado a un
edificio de la calle Príncipe de Vergara (entonces General Mola) de
Madrid mientras se encontraba bajo custodia de la Brigada Político
Social, la policía política del régimen franquista. Querían efectuar un
registro de la vivienda, y allí le tiraron por una ventana del séptimo
piso.
La muerte de Ruano siempre fue considerada como un asesinato por el movimiento antifranquista, y se produjeron diversas movilizaciones en protesta por los hechos, una versión que fue creciendo ante las contradicciones de la versión oficial, que fue variando con el paso de los días.
Los franquistas presentaron oficialmente el asesinato como un suicidio. Dijeron que Ruano echó a correr y se arrojó por la ventana, e incluso se llegó a presentar un supuesto diario en el que se expresaban ideas suicidas y que fue filtrado a la prensa como del estudiante fallecido.
En aquella época había un Ministerio “de Información” dirigido por Manuel Fraga Iribarne, el fundador del actual PP. Para encubrir el asesinato Fraga movilizó al diario ABC, dirigido entonces por Torcuato Luca de Tena. Según éste, Fraga le dio la orden de publicar anotaciones del diario íntimo de Ruano, manipulándolas a fin de que pareciese una persona inestable que se había suicidado.
Pero entonces Luca de Tena fue tan cómplice como Fraga, ya que encargó al periodista–policía Alfredo Semprún que preparara un reportaje para defender la tesis oficial del suicidio.
Además, Fraga llamó por teléfono al padre de Ruano para amenazarle para que dejara de protestar. Le recordó que tenía otra hija de la que ocuparse.
La muerte de Ruano siempre fue considerada como un asesinato por el movimiento antifranquista, y se produjeron diversas movilizaciones en protesta por los hechos, una versión que fue creciendo ante las contradicciones de la versión oficial, que fue variando con el paso de los días.
Los franquistas presentaron oficialmente el asesinato como un suicidio. Dijeron que Ruano echó a correr y se arrojó por la ventana, e incluso se llegó a presentar un supuesto diario en el que se expresaban ideas suicidas y que fue filtrado a la prensa como del estudiante fallecido.
En aquella época había un Ministerio “de Información” dirigido por Manuel Fraga Iribarne, el fundador del actual PP. Para encubrir el asesinato Fraga movilizó al diario ABC, dirigido entonces por Torcuato Luca de Tena. Según éste, Fraga le dio la orden de publicar anotaciones del diario íntimo de Ruano, manipulándolas a fin de que pareciese una persona inestable que se había suicidado.
Pero entonces Luca de Tena fue tan cómplice como Fraga, ya que encargó al periodista–policía Alfredo Semprún que preparara un reportaje para defender la tesis oficial del suicidio.
Además, Fraga llamó por teléfono al padre de Ruano para amenazarle para que dejara de protestar. Le recordó que tenía otra hija de la que ocuparse.
Bajo el franquismo no se investigó el crimen y la transición
tampoco exigió responsabilidades, ni esclareció el asesinato, ni se
disculparon. En 1994 la familia consiguió que el Tribunal Supremo
ordenara la reapertura del caso. Dos años después, 27 después del
crimen, fueron procesados los tres policías que tiraron a Ruano por la
ventana: Francisco Luis Colino, Jesús Simón Cristóbal y Celso GalvánAbascal.
Hoy se sabe que antes de arrojarle por la ventana del séptimo piso
uno de los policías le disparó y, posteriormente, serraron el hueso de
la clavícula para que no apareciese la bala, falseando después la
autopsia.
Con la transición ocurrió lo mismo que con el franquismo: el Tribunal Supremo absolvió a los tres policías. Los fascistas festejaron el asesinato por lo más alto: un mes después del asesinato los policías recibieron una “felicitación por los servicios prestados”. Les convirtieron en héroes: les ascendieron, de manera que se jubilaron como comisarios. Además, les condecoraron, pero no una, ni dos, ni tres, ni cuatro veces… sino hasta 26 veces. La mayor parte de las condecoraciones les fueron otorgadas durante la transición.
Uno de los policías, Celso Galván, perteneció a la escolta de Franco y luego de la Casa Real. Él y Colino fueron destinados después a cargos de libre designación dentro de la Delegación del Gobierno en Madrid y Simón fue nombrado Comisario en Torrejón de Ardoz, Madrid, ya en la época del gobierno del PSOE.
Con la transición ocurrió lo mismo que con el franquismo: el Tribunal Supremo absolvió a los tres policías. Los fascistas festejaron el asesinato por lo más alto: un mes después del asesinato los policías recibieron una “felicitación por los servicios prestados”. Les convirtieron en héroes: les ascendieron, de manera que se jubilaron como comisarios. Además, les condecoraron, pero no una, ni dos, ni tres, ni cuatro veces… sino hasta 26 veces. La mayor parte de las condecoraciones les fueron otorgadas durante la transición.
Uno de los policías, Celso Galván, perteneció a la escolta de Franco y luego de la Casa Real. Él y Colino fueron destinados después a cargos de libre designación dentro de la Delegación del Gobierno en Madrid y Simón fue nombrado Comisario en Torrejón de Ardoz, Madrid, ya en la época del gobierno del PSOE.
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