domingo, 8 de junio de 2014

La hipocresía del PSOE

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Últimamente estos días encender la televisión supone un constante debate de las diferentes líneas políticas nuevas y viejas. La resaca de las elecciones europeas ha dejado al PSOE a la defensiva, viéndose obligado a buscar la continua diferenciación con el PP e intentando desmarcarse de las oligarquías políticas mediante un argumentario que intenta recurrir a la historia de los avances sociales y lo público, pero la propia historia desenmascara al PSOE, que más bien que mirarse así mismo se echa capas de ignorancia histórica sobre sí mismo.

La tendencia actual de los debates con presencia del PSOE, donde se le ataca desde los sectores de la izquierda, es refugiarse en el ser adalides de lo público; de la sanidad y la educación, como si de protectores se tratara, indicando que son ellos quien han traído esos avances sociales, que son enemigos de la privatización. No pueden demostrar mayor faltar de espectro histórico reciente, así como de mostrarnos su indefensión en los argumentos que exponen.
En primer lugar, han intentado autonombrarse implantadores de los derechos públicos básicos, denigrando la lucha en la calle, la protesta ciudadana y trabajadora. En este caso si se sienten acorralados pasan a indicarte que trasladan el sentir de la calle de esos momentos a la realidad política, pero es fácil de nuevo tirar abajo esta idea: ¿Dónde estaban cuando el sentir de la calle pedía un referéndum para la reforma que realizó junto al PP de la Constitución, que prostituía la soberanía del pueblo? ¿Dónde  estaban cuando las oligarquías político-empresariales suponían las mayores defraudadoras de impuestos bajo su mandato? ¿Dónde estaban cuando hablaban de no entrar en la OTAN y acabaron entrando?
Los cambios sociales se han producido por el trabajo, empuje y lucha de las clases trabajadoras que demandaban mejora en su vida, negar eso e intentar nombrarse adalid de las mejoras de estos es tornarse un portavoz que nadie ha elegido. El PSOE está incurriendo en un error muy grande; querer ser lo que no es.
En cuanto a la educación han tratado de generar argumentos tales como que han sido los impulsores de nuestra educación pública, pero en valores históricos ya cae esto por sí solo. La propia ley Moyano de 1857 de una educación primaria gratuita, y ya la Segunda República española implantó un sistema educativo laico, gratuito y público, extendiéndose sin miras sociales. Por ende, el PSOE no puede pretender nombrarse como innovador ni líder de un movimiento al que no ha sido llamado. Mientras que en la Segunda República la educación se separaba de la religión, el PSOE la mantuvo firmando un concordato con la Santa Sede. Por lo tanto que no busquen autoproclamarse impulsores de algo que ya había sido impulsado, que no busquen ser algo que no son y menos que cuando permitieron reminiscencias que no hacían de la educación un sistema laico. A su vez sus diferentes sistemas educativos, que han ido sufriendo reformas, sin ser la panacea que a día de hoy se agrava con la LOMCE del PP.
En el caso de la sanidad se podría hablar de un mismo proceso histórico, no pueden ser adalides tampoco de una sanidad que es resultado de un proceso demandado por la clase trabajadoras desde hace décadas. No son ni canalizadores ni representantes de esta tendencia, pues el resultado de años de lucha no pueden adquirirlo mediante palabras. Su participación en el sistema actual de sanidad es aceptable, pero un sistema que va en detrimento. Quizás sea el único escoyo donde puedan ponerse a prueba, sobre todo en Madrid, donde la Marea Blanca y la ciudadanía han demandado una sanidad pública, gratuita y de calidad (así como en todo el Estado español), y donde las miras apuntan a que puedan gobernar; y aun así esto no justificaría que se nombrasen adalides de un organismo público básico. Pero el dato que pone en evidencia claramente al PSOE es que en el año 1997, Partido Popular y Partido Socialista aprueban la ley 15/97 de Nuevas Formas de Gestión en la Sanidad, que abrió el camino legal que permitía privatizar la sanidad pública.
¿Por qué el PSOE no puede autonombrarse por la práctica en adalid de lo público?
Pues porque son amigos íntimos de la privatización:
-         SEAT (1983).
-         ENASA-pegaso (1990).
-         ACESA-Concesionaria de autopistas (1987).
-          Un 26% de REPSOL.
-       Parcialmente ENDESA y GESA (1988-1986) de las cuales perdería el restante control estatal en los consiguientes años.
-          Parcial privatización de Telefónica.
En este contexto se abalaron numerosos EREs, que precipitaron el despido de miles de trabajadores. ¿No se había autoproclamado defensores de lo público y por consiguiente de los derechos de los trabajadores? En dicho momento algunas de estas empresas eran deficitarias, pero no porque su tendencia lo fuera, sino porque la administración del PSOE no supo arreglar esto cediendo a la privatización y aumentando los ingresos del Estado: pan para hoy, hambre para mañana. La buena administración estatal de estas empresas habrían supuesto ingresos públicos directos, además de evitar entre otros los abusos de los precios de la gasolina o la electricidad, sin necesidad de recurrir a su venta al sector privado, el cual ha sabido exprimir y abusar de estas empresas para obtener los beneficios que ahora podrían ser públicos. Pero qué casualidad, que numerosos ministros y dirigentes del PSOE han pasado por esa puerta giratoria que termina en puestos de alta remuneración en esas empresas anteriormente pública. Estos son solo algunos ejemplos de privatizaciones realizadas por el partido que ha decidido nombrarse así mismo director de lo público, pues la lista es mayor.
El PSOE se retrata constantemente como un partido de la oligarquía, cuyas cúpulas burguesas han querido dar una imagen de cercanía hacia su pasado y a los trabajadores, a través de unas siglas que deberían cambiar solo por el hecho de la actuación que contradictoria e hipócrita que han realizado. Seguramente existan bases y militancia sincera y fiel a los valores socialistas, que acepten un debate en el cual su partido ha perdido toda su credibilidad, tornándose parte de la élite que expolia a la clase trabajadora. A esa militancia solo podemos aconsejarle don acciones: derruir la torre y reconstruirla desde abajo, trabajando con los movimiento sociales y partidos que se encuentran junto a ellos sin traicionarlos, o abandonar una formación caduca que se ha retratado desde el poder y oposición, que ahora intentan salvar los platos refugiándose en sus propias incongruencias históricas.
Querer mejorar algo actuando y viviendo contradictoriamente hace que todo que en un discurso vacío, y eso es el PSOE ahora, un discurso vacío y perdido en una realidad que no asimila.
CARLOS ALBALATE SÁNCHEZ

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