De las europeas a las generales
La formación de Pablo Iglesias crece más a costa del PSOE.
El sorpasso: este concepto proliferó en la prensa española de los 90
por obra de Julio Anguita. El excoordinador general de Izquierda Unida
se refería con esta palabra al proyecto hegemónico de los comunistas
españoles: sobrepasar electoralmente al partido entonces en el Gobierno, el PSOE de Felipe González. Casi veinte años después de que la coalición alcanzara el que todavía es su techo en número de votos,
la plataforma Podemos consiguió en tres meses de existencia poner en
guardia a la ejecutiva y “barones” del PSOE con los 1.200.000 votos
alcanzados en las europeas.
El politólogo José Fernández Albertos –y muchos otros en redes sociales y blogs políticos– invita a tomarse la posibilidad de un sorpasso de Podemos al PSOE con mucha cautela. Considera “prematuro” plantear la cuestión debido a la escasez de datos disponibles –la encuesta postelectoral del CIS no se espera hasta un mes después de las elecciones y la muestra de Podemos en la preelectoral es, afirma, “minúscula”–. Además –y sobre todo– “las distancias entre las europeas y las demás elecciones son muy grandes. El sistema electoral es muy favorable, es una convocatoria que propicia el voto de castigo. Todo haría pensar que, en circunstancias normales, los partidos pequeños retrocederían”, explica a DIAGONAL.
La ausencia de unas circunstancias normales es precisamente el contexto en el que ha surgido y crecido Podemos. Emilio León, integrante de uno de los Círculos locales de Podemos con más vida –el de Oviedo–, destaca que “el objetivo inicial era dar la sorpresa, y ahora nos podemos plantear el sorpasso”. Este educador y activista social de 36 años afirma que la formación ha tenido que vencer primero un imaginario muy arraigado en la izquierda y los movimientos sociales: el de la derrota como algo romántico. “Ahora, si nos creemos esto, tenemos que ir a por todas”, señala en referencia a la posibilidad de entrar en las instituciones, y no como partido invitado.
Un sondeo de Metroscopia para El País confirmaba lo que ya mostraba la encuesta preelectoral del CIS y, en cierto modo, lo que ya insinuaba la propia estregia de campaña de la formación de Pablo Iglesias: el voto a Podemos procede de personas que se sitúan más al centro. Así, un 29,9% de la muestra de Metroscopia decía haber votado al PSOE en las anteriores europeas, frente a un 26,1 de votantes que en otras ocasiones habían optado por IU. “Pero nosotros hemos apuntado a un tipo de votante desencantado. El fenómeno Podemos ha resituado la abstención. La derecha mediática dura es la que se ha quedado en casa”, opina. El lema de la formación en Asturias era, de hecho, “¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”.
La tarea es difícil, como quizá demuestren los resultados del PSOE andaluz en las europeas, comunidad donde este partido ha mantenido el primer puesto pese al mayor desgaste de estar en el Gobierno y no en la oposición. La presidenta Díaz, de hecho, ha emergido de las europeas como la favorita del aparato para liderar la recuperación del PSOE desde la secretaría general. Sólo el 43% de las personas encuestadas por Metroscopia que han votado a Podemos y antes habían votado al PSOE afirma de forma tajante que no volverá a votar al partido de Rubalcaba, mientras que el 95% sí rechaza sin matices apoyar al PP.
El politólogo José Fernández Albertos –y muchos otros en redes sociales y blogs políticos– invita a tomarse la posibilidad de un sorpasso de Podemos al PSOE con mucha cautela. Considera “prematuro” plantear la cuestión debido a la escasez de datos disponibles –la encuesta postelectoral del CIS no se espera hasta un mes después de las elecciones y la muestra de Podemos en la preelectoral es, afirma, “minúscula”–. Además –y sobre todo– “las distancias entre las europeas y las demás elecciones son muy grandes. El sistema electoral es muy favorable, es una convocatoria que propicia el voto de castigo. Todo haría pensar que, en circunstancias normales, los partidos pequeños retrocederían”, explica a DIAGONAL.
La ausencia de unas circunstancias normales es precisamente el contexto en el que ha surgido y crecido Podemos. Emilio León, integrante de uno de los Círculos locales de Podemos con más vida –el de Oviedo–, destaca que “el objetivo inicial era dar la sorpresa, y ahora nos podemos plantear el sorpasso”. Este educador y activista social de 36 años afirma que la formación ha tenido que vencer primero un imaginario muy arraigado en la izquierda y los movimientos sociales: el de la derrota como algo romántico. “Ahora, si nos creemos esto, tenemos que ir a por todas”, señala en referencia a la posibilidad de entrar en las instituciones, y no como partido invitado.
Un sondeo de Metroscopia para El País confirmaba lo que ya mostraba la encuesta preelectoral del CIS y, en cierto modo, lo que ya insinuaba la propia estregia de campaña de la formación de Pablo Iglesias: el voto a Podemos procede de personas que se sitúan más al centro. Así, un 29,9% de la muestra de Metroscopia decía haber votado al PSOE en las anteriores europeas, frente a un 26,1 de votantes que en otras ocasiones habían optado por IU. “Pero nosotros hemos apuntado a un tipo de votante desencantado. El fenómeno Podemos ha resituado la abstención. La derecha mediática dura es la que se ha quedado en casa”, opina. El lema de la formación en Asturias era, de hecho, “¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?”.
La baza republicana
El giro en el que ha entrado la política estatal con la abdicación del rey coloca a Podemos en una situación de ventaja, sobre todo tras el respaldo –con escasas fisuras– del aparato del PSOE a la sucesión monárquica. “Esta lucha interna por el liderazgo, las normas, este tema de la monarquía y en qué manera la izquierda convierta esto en un tema de agenda puede apelar a cierto electorado socialista”, opina Fernández Albertos, para quien el PSOE “lo tiene muy mal” en la actual situación, mientras que Podemos “tiene un recorrido perfecto de aquí a las municipales”. León no se muestra muy convencido, no obstante, de que “los colores de la República sean tan movilizadores como se plantea” por su dificultad para “generar una mayoría social”.La tarea es difícil, como quizá demuestren los resultados del PSOE andaluz en las europeas, comunidad donde este partido ha mantenido el primer puesto pese al mayor desgaste de estar en el Gobierno y no en la oposición. La presidenta Díaz, de hecho, ha emergido de las europeas como la favorita del aparato para liderar la recuperación del PSOE desde la secretaría general. Sólo el 43% de las personas encuestadas por Metroscopia que han votado a Podemos y antes habían votado al PSOE afirma de forma tajante que no volverá a votar al partido de Rubalcaba, mientras que el 95% sí rechaza sin matices apoyar al PP.
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