Desde el punto de vista
de Estados Unidos, la creación del Kurdistán es una etapa del rediseño
del «Medio Oriente ampliado» o (Greater Middle East), o sea una división
de la región en micro-Estados étnicamente homogéneos y fáciles de
dominar. Es por eso que el Pentágono ha pasado a desempeñar el papel de
“partidario desde lejos”.
Durante la reunión a
puertas cerradas en la que el secretario de Defensa Chuck Hagel y el
jefe del Estado Major Conjunto, el general Martin Dempsey, explicaron la
situación en Irak a los congresistas estadounidenses, no sólo afirmaron
que se les había perdido el expediente de Abu Bakr al-Baghdadi –y que
por lo tanto ignoraban por qué Estados Unidos lo había arrestado en 2004
y por qué lo liberó unos meses después–
sino que incluso admitieron que no tenían ningún plan de intervención y
que Estados Unidos está dejando el campo completamente libre en Irak al
Emirato Islámico y al Kurdistán.
Desde el punto de vista
turco, este «Kurdistán» representa una excelente oportunidad de resolver
su propio problema kurdo. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan sopló
toda la operación en los oídos de la familia Barzani. Por otro lado, el
propio Erdogan acaba de hacer votar en el parlamento turco una ley que
lo autoriza a negociar con los kurdos de Turquía: los parlamentarios que
contribuyan al desarme y la integración de los rebeldes serán
exonerados de todo proceso judicial. El primer ministro Erdogan espera
convertirse en presidente con los votos de los kurdos de Turquía,
quienes le agradecerían así el apoyo prestado a la creación de un
«Kurdistán» en el extranjero. Por supuesto, después de electo es poco
probable que Erdogan mantenga esa política de apertura.
Pero el «Kurdistán» de Tel Aviv y Ankara no tiene mucho que ver con el que quiere el pueblo kurdo.
Al contrario de su gran predecesor Saladino el Magnífico, quien liberó y
unificó el Levante, el clan Barzani pretende separar a los kurdos de
los demás pueblos de la región –árabes, armenios, etc.– y convertirlos
en gendarmes al servicio del apartheid sionista.
Mientras los miembros del PDK debaten en internet sobre su futura moneda, el kuro, el clan Barzani actúa como si ya hubiese ganado, con ayuda de Israel,
la partida que iniciaron enviando los peshmerga a apoderarse de los
campos petrolíferos de Bai Hassan y de Kirkuk –supuestamente para
garantizar su seguridad ante las maniobras de Bagdad– y expulsando de
allí a los obreros árabes.
O sea, no hay dudas de que el proyecto israelí del clan Barzani implica una limpieza étnica que no ha hecho más que comenzar.
El PKK de Abdullah Ocalan ya llamó a la población kurda a no caer en la trampa.
Y publicó un documento de la reunión secreta realizada el 1º de junio
en Amman, reunión en la que los grupos islamistas armados y el PDK de
Massud Barzani establecieron su actual alianza y planificaron la
ofensiva conjunta contra el gobierno central de Irak . El PKK llamó a una movilización general del pueblo kurdo contra el proyecto israelí de los Barzani.
Por su parte, el primer
ministro iraquí Nuri al-Maliki reveló que su ejército no puede atacar el
alto mando del Emirato Islámico porque este se encuentra… en Erbil
–capital del Kurdistán iraquí– y bajo la protección del gobierno kurdo local.
Thierry Meyssan
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