Mientras Alemania fulminaba a Brasil en
la copa del mundo de fútbol, mientras Holanda y Argentina se enfrentaban
por un puesto en el Olimpo de la Final, mientras radios y televisiones
de plasma del mundo entero agotaban calificativos para tan “gloriosos
guerreros”… en Gaza caían bombas de verdad en una guerra sin fin.
Mientras
el mundo daba la espalda a los palestinos mirando la caja tonta,
recibiendo su dosis diaria de narcótico, en Gaza, el poderoso ejército
de Israel, que juega contra los Derechos Humanos con el beneplácito de
Estados Unidos de América, metiéndonos a todos una goleada de
campeonato, lanzaba cuarenta toneladas de explosivos sobre la franja
palestina, la única tierra aún no robada.
Cuatrocientos ataques de Israel. Cuarenta
muertos y centenares de heridos en Palestina. Muerte. Fuego. Humo
negro. Destrucción. Niños llorando. Padres y madres corriendo con sus
pequeños en brazos, descalzos sobre un suelo de cascotes. Mientras
tanto, quedan partidos para olvidar el dolor… de los otros. Aún queda la
gran final. Mientras tanto, al campo de Gaza seguirá llegando fuego y
guerra israelí por mar y aire. Fuego de indiferencia. Fuego de
alienación.
[En la foto: una caterva de judíos disfruta viendo los bombardeos genocidas sobre la franja de Gaza]
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