Antorcha
El 3 de julio se conoció la sentencia de los tribunales fascistas españoles que pone fin al largo juicio de ilegalización contra nuestro Partido que se inició con la detención en diciembre de 2000 de nuestro Secretario General, Manuel Pérez Martínez, en París, en unión de otros camaradas.
La sentencia es otro jalón de lo que ya habían establecido los tribunales franceses y de lo que puedan dictar los italianos, país donde también existen procesos abiertos contra nosotros.
No ha habido ninguna sorpresa: siguiendo al pie de la letra las indicaciones de la Guardia Civil, la Audiencia Nacional nos califica de organización terrorista, ordena nuestra disolución e impone las máximas condenas que permite la ley a nuestros camaradas: once años de cárcel.
Igual que después de 1939, ser comunista sigue siendo un crimen muy grave en España y no se pueden difundir por medios pacíficos ni las ideas comunistas, ni la propaganda comunista, ni tampoco se pueden organizar reuniones ni manifestaciones. La cosa ha quedado así de clara. No se han podido agarrar a nada más: entre los miles de papeles judiciales no hay armas ni acciones guerrilleras. El crimen por el que se les ha condenado a nuestros camaradas es justamente ese: ser militantes del PCE(r), esforzarse por organizar a las masas para la revolución; no hay nada más.
Sin embargo, la sentencia diferencia claramente a los buenos comunistas, los que se someten mansamente a su constitución y a su legalidad, de los malos comunistas, que somos nosotros, que no aceptamos la explotación capitalista, ni el engaño permanente, ni ninguna de sus instituciones. Por eso la sentencia les dice a los camaradas condenados que pueden pedir un indulto, de manera que si se portan bien, si en el futuro son sumisos, quizá les perdonen y no ejecuten la condena.
Así se resume el buen talante del Zapatitos: la democracia es sólo para los que tragan con toda la parafernalia del fascismo reformado: elecciones, parlamento, autonomías, etc. Ellos nunca van a tener problemas legales, sino todo lo contrario. Pero los que no estamos dispuestos a aceptar su constitución y sus normas, los que combatimos su constitución y sus normas, no podemos esperar más que las detenciones, las torturas, los juicios y la cárcel.
Así que seguimos siendo ilegales y como no vamos a disolvernos por las buenas (faltaría más) tendrán que venirnos a buscar… y encontrarnos, claro está.
Por tanto, esta sentencia es una auténtica declaración de guerra contra todos los comunistas de verdad y, por nuestra parte, como tal la vamos a tomar. Demuestra claramente la hipocresía del buen talante del gobierno socialfascista y de que no está dispuesto a cambiar nada, que todas sus declaraciones acerca de la negociación y de las vías pacíficas son más falsas que una moneda de cinco euros. Si por un momento habían imaginado que estábamos dispuestos a imitar a los buenos comunistas, a los charlatanes de taberna, si creían que íbamos a agachar la cabeza como otros hacen cada día, se equivocan por completo. No vamos a mendigar indultos ni vamos a aceptar ninguna (absolutamente ninguna) de sus normas legales, ni sus podridas instituciones, por una sencilla razón: porque no les reconocemos ninguna clase de legitimidad, porque son los herederos del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, porque aún viven de los réditos de aquella sangría y se mantienen en el poder con los mismos métodos de gobierno, ya que no conocen otros.
El juicio ha sido para ellos una buena oportunidad para demostrar que, ya que no son capaces de cambiar nada, por lo menos sí habían cambiado de talante, pero no ha sido así. Se han enfrentado a un juicio contra varios camaradas a quienes no tenían nada que reprochar, salvo el hecho de ser comunistas, y no han vacilado en condenarlos porque así se lo ha impuesto la Guardia Civil.
A eso se debe referir el Zapatitos cuando repite que siempre va a actuar con la ley en la mano, y como ellos no acuerdan ni la más mínima tregua, están todos los días tratando de darnos con sus códigos en la cabeza.
Como nosotros no vamos a renunciar a nuestros principios, tendremos que seguir en la clandestinidad, a no ser que los socialfascistas cambien, porque son ellos los que tienen que cambiar. Para que cambien, como la experiencia demuestra, hay que intensificar la resistencia en todos los terrenos, no darles ni un momento de respiro, incorporarse a las organizaciones verdaderamente independientes y verdaderamente combatientes y, muy especialmente, a nuestro Partido que, como está comprobado, es lo que más les duele: 70 años de represión y exterminio, ¡¡ y aquí seguimos los comunistas !! Volverán a decir que han detenido a la cúpula, ¡¡ y aquí seguiremos los comunistas !!