“España es hoy un Estado a la defensiva y en sus élites prevalecen el tacticismo y la resignación”. Este texto pertenece a un manifiesto firmado por un grupo que se autodenomina “Libres e iguales” y que los medios dicen compuesto por intelectuales, periodistas y políticos y ex políticos. “España vive un momento crítico” se titula.
¿De qué hablan? ¿De los recortes y repagos sufridos por la sociedad española? ¿Del aumento brutal de las desigualdades? ¿De la desnutrición infantil? ¿Del éxodo de jóvenes y mayores porque aquí no encuentran trabajo? ¿De la Reforma Laboral perpetrada por el PP que ha convertido la mano de obra española en un saldo competitivo con la del explotado Tercer Mundo? ¿De los desahucios? ¿De la cultura cercenada y pisoteada? ¿De la investigación desmantelada? ¿De la ley mordaza y todas las que están cortando las libertades de los españoles? ¿De la corrupción que enfanga a este país arruinando su futuro?
No, ni mucho menos. Veamos, dicen que “Hasta ahora el desafío secesionista no ha recibido la respuesta que merece”. Y la que merece es la mano duro del gobierno. “Reclamamos al Estado que aplique toda la ley y advierta con claridad de las consecuencias de violarla. Ninguna infracción debe quedar impune y ninguna sentencia puede ser desacatada”. Manda narices (por no hablar de otras partes de la anatomía menos publicables) los “intelectuales”.
Las razones de su irritación las explican muy bien:
“El nacionalismo antepone la identidad a la ciudadanía, los derechos míticos de un territorio a los derechos fundamentales de las personas, el egoísmo a la solidaridad. Desprecia el pluralismo social y político, y cuando trata de establecer fronteras interiores arrincona como extranjeros en su propio país a un abrumador número de ciudadanos”.
Sí, se puede aplicar perfectamente y muy en particular al nacionalismo español, mil veces triunfante en esta desgraciada tierra. El que impuso, también a la fuerza (que los catalanes lo que quieren es un referéndum), el “Una, grande y libre”. Los “libres e iguales”parecen haber recordado aquellas bonitas palabras para elegir nombre.
Y ahí tenemos al peruano de nacimiento Mario Vargas Llosa que no consiguió la presidencia de su país y está muy empeñado en imponer sus tesis donde pueda, cada vez con expresión más avinagrada. Al hijo de Suárez que no encuentra su lugar, el pobre no puede ser ni político ni duque, ni parecerse a papá. Leguina que tampoco. A Fidalgo, ya poco le queda por probar, meterse en un coro de lagarteranas (de derechas, por supuesto). Y los Boadella, Garci y demás, pues ya se sabe cómo son.
Merece la pena detenerse en la lista, no tiene desperdicio. En el conjunto, auténticas joyas de la ultraderecha, con otros cuya firma me ha sorprendido. El País cuenta que al final llegó corriendo Irene Lozano -la que pasa por ser una UPyD algo más presentable que sus colegas- para hacerse también la foto y posar con tan brillante compañía. Pero se ve que no se enteró a tiempo para firmar y no le dejaron. Las “intelectualas” del grupo son pocas. Encabeza una destacada miembro de FAES.
Cayetana Álvarez de Toledo, historiadora • Ramón Arcusa, músico • Eduardo Arroyo, pintor • Aurelio Arteta, filósofo • Isabel Azcárate, abogada • Félix de Azúa, escritor • Carlos Belmonte, neurocientífico • Isabel Benjumea, empresaria • Roberto Blanco Valdés, jurista • Albert Boadella, dramaturgo • Juan Bonilla, escritor • Jorge Bustos, periodista • Dolors Caminal, pintora • Jacobo Elosua, economista • Arcadi Espada, periodista • Carlos Falcó, empresario • José María Fidalgo, médico • Alfonso Galindo, filósofo • José Luis Garci, cineasta • Ricardo García Cárcel, historiador • Pedro García Montalvo, escritor • Daniel Gascón, escritor • David Gistau, periodista • Ramón González Ferriz, ensayista • Andrés González López, economista • Santiago González, periodista • Carlos Herrera, periodista • Felipe Hernández Cava, guionista • Carmen Iglesias, historiadora • Federico Jiménez Losantos, periodista • Jon Juaristi, escritor • Carmen Ladrón de Guevara, abogada • José María Larrea, empresario • Joaquín Leguina, economista • Teodoro León Gross, filósofo y periodista • Abelardo Linares, poeta y editor • José María Martín Patino, sacerdote • Jorge Martínez Reverte, escritor • Rocío Orsi Portalo, filósofa • Félix Ovejero, economista • Ángeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo • Xavier Pericay, escritor• Miguel Ángel Quintana Paz, filósofo • Nicolás Redondo Terreros, jurista • Javier Reverte, escritor • Ramón Rodríguez, filósofo • Javier Rupérez, diplomático • Óscar Sánchez Alonso, periodista •Fernando Sánchez Dragó, escritor • Eloy Sánchez Rosillo, poeta • Fernando Santiago, periodista • Fernando Savater, filósofo • Felipe Serrano, economista • Juan José Solozábal, jurista • Adolfo Suárez Illana, abogado • Hermann Tertsch, periodista • Gabriel Tortella, historiador y economista • Andrés Trapiello, escritor • Enrique Ujaldón, filósofo • Mario Vargas Llosa, escritor.
Como personas informadas –se les supone a algunos al menos- saben lo poco que le interesa a Artur Mas la independencia. Grandes empresas catalanas se oponen a ella y eso es palabra de rey para un partido como el de los convergentes. Todo esto viene -conviene recordarlo- por un pique entre los dos presidentes al poco de llegar el PP a la Moncloa. Más quería Pacto Fiscal, Rajoy dijo que no, y será muy probable que al final se quede en eso: en un Pacto Fiscal.
Rajoy se ha beneficiado electoralmente de la trifulca que en gran medida provocó, porque ultranacionalistas españoles hay unos cuantos. Mas ha perdido, en cambio, apoyos a favor de ERC. Los medios oficiales han gastado buena tinta alimentando el invento y algún euro habrán ganado que no palia su ruina. Lástima de los sentimientos reales de muchos catalanes. La última palabra no está escrita, ni puede que la escriban los políticos. Salvo que hagan caso a esta tropa y les manden la Brunete. Su lenguaje amenazador es lo opuesto a la conciliación. Ay, si se emplearan con esa contundencia ante los atropellos que está sufriendo la sociedad. Pero es que no los ven. Afirman, por el contrario, al final que al parecer ésta es «la época más justa y fértil de la historia de España».
A mí los nacionalismos me parecen un tanto pazguatos en general y sin duda muy limitantes pero es una opinión muy personal y entiendo que haya otras. Además tengo la manía de no odiar al diferente, hasta siento debilidad por la diferencia, por la diversidad. y ésa suele ser condición indispensable para ser nacionalista de pro. Pero si son tan peligrosos, la experiencia nos demuestra que el español, el nacionalismo ultra español, es de echarse a temblar. Ya sabéis: Una, grande y libre. Impuesta a sangre si lo consideran preciso.
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