Se
trata, muy probablemente, de imponernos el modelo chino de economía,
precisamente para poder competir con el gran capitalismo de China, así como con
el del resto de los países emergentes. Eso significará instaurar un proceso de
reindustrialización, en buena medida asentado en la mano de obra femenina.
La meta es ir superando la sociedad de consumo para
volver a una sociedad de la producción, donde la vida de las personas consista
en extenuarse en sus puestos de trabajo meramente para lograr una magra subsistencia.
Esto exige reconciliar, por las buenas o por las malas, a las clases
trabajadoras con su nuevo destino, de escasez, pobreza y trabajo incesante. Tal
es la meta estratégica, que la clase dominante desea cumplir, según todos los
indicios, en 5 ó 10 años, con Podemos
en el gobierno.
Esta organización
ha de ser el instrumento para construir una sociedad que en el consumo sea como
es hoy la venezolana y en la producción como la china. De ahí que Podemos sea la fuerza política que
anuncia el capitalismo del futuro, o mega-capitalismo. En eso consiste su
“anticapitalismo”, en liquidar el capitalismo ahora existente para construir otro
incomparablemente más robusto, poderoso y, por tanto, temible, con los jefes de
la izquierda como nueva burguesía.
Las elites políticas, económicas, militares y
policiales vislumbran resistencias obreras y populares fuertes y persistentes.
Por eso el programa de Podemos “olvida” las libertades, más allá de
algunas frases abstractas y vacías. Nada dice sobre erradicación de la tortura
o reforma del código penal para excluir lo atentatorio a la libertad de
expresión. Ni siquiera plantea eliminar el carácter militar de la guardia
civil, esa aberración, por no hablar de su disolución, ni reducir los cuerpos
policiales al 50% de sus efectivos y presupuesto, ni cancelar las unidades
antidisturbios de la policía municipal, ni disminuir la crecida población
carcelaria. No se refiere a la reducción del gasto militar ni a desmantelar la
industria armamentística ni a poner fin a la exportación de armas y a enviar
tropas al exterior. Mantiene, incluso con afán de empeorarla esa norma de
excepción según el modelo franquista que es la Ley de Violencia de Género,
esencial para constituir el Estado ultra-policial.
No hace nada de eso por dos razones, una porque se
propone imponer su programa real, u oculto, (que, por supuesto, no es el que
Iglesias recita a sus ingenuos votantes) acudiendo a formas severas e incluso
muy severas de represión, por lo que su estrategia incluye reforzar todavía más
el Estado, por tanto, los aparatos policiales. El segundo motivo reside en su
chavismo, pues Chávez era teniente coronel y su régimen es una forma velada de
dictadura militar. Iglesias está siendo construido mediáticamente como Jefe o
Caudillo porque hay intención de crear una dictadura unipersonal totalitaria e
hiper-represiva.
La implantación del modelo chino de capitalismo exigirá
grandes dosis de violencia anti-popular. Quien se oponga a Podemos, más allá del banal juego parlamentarista, será triturado,
con campañas de demonización, linchamiento mediático, represión policial,
sanciones penales y violencia de bandas. Aquéllos que respaldan la operación en
curso están creando, quizá con buena fe aunque con muy escasa inteligencia, un
monstruo político y policiaco. Porque el proyecto Podemos durará y durará, hasta crear una sociedad tercermundista.
La colosal inversión que están haciendo en él y el fascistoide caudillismo con
que están invistiendo a Iglesias son indicios alarmantes. Todo caudillo es un
tirano, y todo tirano un represor despiadado.
Antes se dijo que la primera revolución industrial,
1750-1850, se hizo en buena medida con la mano de obra femenina, mujeres y
niñas. Algo similar sucederá con la nueva revolución industrial y productivista
en ciernes. Dentro del grupo dirigente de Podemos
está una feminicida notoria, Beatriz Gimeno, caracterizada por su odio a lo
femenino y las féminas, que despliega en conexión con el ministerio de Igualdad
y otros organismos hoy financiados por el PP, por la derecha. Sus aberrantes
formulaciones, casi universalmente repudiadas por las mujeres más comprometidas,
exponen el proyecto estratégico de la gran patronal española sobre las féminas
trabajadoras, a las que quieren convertir en sumisos robots entregados en
cuerpo y alma a las y los patronos, deserotizadas, desfeminizadas y
deshumanizadas.
Otro sector que padecerá la acción de Podemos será el de las y los jubilados.
Al ser improductivos carecen de lugar en el proyecto de macro-reorganización
del sistema económico español con criterios intensamente productivistas.
Considerando que el gobierno del PP ya está acudiendo a la caja de reserva de
la Seguridad Social para pagar las pensiones, algo que no había sucedido antes
y que mide la pre-quiebra estructural del Estado de bienestar español, se puede
conjeturar que Iglesias tomará medidas radicales contra el gasto “improductivo”
que realizan los mayores, desde recortes de las asignaciones hasta la
implementación de formas “enérgicas” de eutanasia pasando por diversas
operaciones de ingeniería social. La meta es reducir a los pensionistas aquí a
una situación similar a la que ahora tienen en Venezuela.
El Estado necesita numerario para ayudar a los
bancos y pagar a la casta partitocrática vieja y nueva, no para “derrocharlo”
con la tercera edad.
Otro grupo social bastante perjudicado será la
infancia. Teniendo en cuenta que el proyecto de Podemos parece consistir en rebajar autoritariamente la natalidad
hasta menos de un hijo por mujer, a fin de ahorrar en los gastos de
reproducción y crianza de la mano de obra, abasteciéndose con la población
inmigrante expoliada a los países más pobres, se puede concluir que una vez en
el gobierno aquél dará un tratamiento muy restrictivo a la infancia en lo
económico y rechazará todo sistema de promoción de la maternidad, además de fomentar
el neo-racismo y persistir en la persecución del erotismo heterosexual. Con Podemos la pobreza infantil, ya tan extendida,
se expandirá mucho más.
Otro punto del verdadero programa de dicha formación
es el incremento de los ingresos del Estado, para fortalecerlo aún más,
desarrollar el estatocapitalismo (que es el que proporciona más riqueza
personal y poder global a las y los jefes de la izquierda) y subsidiar a la
gran empresa privada. En 2009-2013 el Estado entregó a la banca, según los
datos oficiales, 61.400 millones de euros (de los que ésta, dicen, ha devuelto
el 5%), y en el futuro inmediato las, de facto, donaciones han de ser mucho
mayores. Para ello se necesita un régimen fiscal todavía más voraz, que Podemos, al parecer, constituirá. Su monomaniaca
retórica a favor de “lo público”, de lo estatal, es bastante expresiva al
respecto.
Una observación añadida es que toda la izquierda, Podemos también, ignora la cuestión del
trabajo asalariado, de poner fin por completo a su existencia, al ser uno de
los grandes males y causa de males de nuestra sociedad. Con ello se manifiesta
como partidaria y secuaz del sistema capitalista. Por el contrario, el programa
de revolución integral aduce que una sociedad libre no puede tener trabajo
asalariado, y se propone extinguirlo.
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