Ya la propia Declaración de Independencia de los trece Estados Unidos de América hablaba de los "despiadados indios salvajes, cuya conocida regla de guerra es una destrucción indiscriminada de todas las edades, sexos y condiciones". La hipócrita justificación de unos nativos salvajes y sedientos de sangre, que hoy nos suena tan actual en justificaciones semejantes de otras de las tantas intervenciones militares y genocidios ejecutados por Estados Unidos en defensa de los intereses de su clase dirigente, sirvió para que se redujera a aquellos más de diez millones de indígenas, a principios del siglo XVII (con ya una breve tradición de contacto con el hombre europeo), a poco menos de un cuarto de millón a finales del siglo XIX. Hace tan solo un siglo, la población india se situaba en su punto demográfico más bajo, con algo menos de 250.000 personas.
En cualquier caso, el espectacular crecimiento de Estados Unidos mediante la invasión de tierras indígenas y el genocidio no se detuvo cuando se llegó a la costa del Pacífico o, incluso, fue anexionada la República de Hawái, en 1899, sino que la injerencia, la fuerza militar y, en resumen, la violencia militar, ha sido el arma utilizada por Washington hasta la actualidad en más de 70 paises.
La sanguinaria y veloz expansión de los pequeños estados que se unieron y declararon independientes del Imperio Británico el 4 de julio de 1776, puede ayudar a entender un poco el papel de Estados Unidos en la historia del siglo XX y en la actualidad.
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