Los medios de desinformación capitalista han ignorado la muerte en prisión de Isabel Aparicio. No podía ser de otro modo. Por eso, es lícito pensar si Isabel hubiese tenido la desgracia de ser una mujer de derechas, al servicio del imperialismo, y con residencia en Cuba o Venezuela qué hubiese ocurrido. Es obvio: su caso, primero como detenida y luego muerta en la cárcel, sería portada en cada uno de los medios que ayer no dijeron una palabra sobre lo ocurrido.
Capitulo aparte merecen los partidos la llamada "izquierda
institucional" que tampoco han hecho público comunicado alguno. Quizás
su preocupación desaforada por los votos y las poltronas les impida
abrir la boca.
TIEMPO DE LUCHA
La presa política comunista Isabel Aparicio
Sánchez falleció ayer en la cárcel de Zuera a los 60 años. El sistema
penitenciario español del exterminio se ha cobrado una nueva víctima.
Una víctima que se añade a la de Arkaitz Bellón, o Xabier López, entre
muchos otros y otras en un sistema totalmente inhumano basado en el
terror y la venganza. La presa del PCE(r) ha muerto en esas cárceles de
libertades llamadas eufemísticamente centros penitenciarios, y es que
hasta su prostitución del lenguaje nos lleva incluso a llamar
funcionarios de prisiones a los carceleros.
Isabel, madrileña de nacimiento, era una
histórica militante comunista del PCE(r) desde que éste se fundara en
1975. Tras una vida de lucha contra el revisionismo carrillista del PCE y
entrega por la ruptura con el régimen franquista, ya cumplió cerca de 9
años de condena en los 80′, no sin antes haber dado con sus huesos en
la tristemente famosa DGS, y ser víctima de las interminables torturas
del sádico fascista Antonio pacheco, conocido como “Billy el niño”. En
esos años en prisión formaría parte de la Comuna de las Presas Políticas
del PCE(r) “Carmen López”, y participó activamente en diversas protestas, motines y huelgas de hambre.
Tras salir de prisión en 1988, la política de
dispersión y aislamiento de los presos políticos ya había comenzado de
la mano del gobierno de Felipe González. A su salida de prisión,
reingresó a la lucha combinando clandestinidad y legalidad, y participó
activamente en la defensa de los presos políticos. En 1989 marchó al
exilio a Francia durante 17 años.
A principios de 2007 fue detenida nuevamente en
Barcelona, cuando se encontraba acabando un número de la publicación
“resistencia” junto a su compañero, y fue condenada a 12 años de prisión
tras un juicio donde el principal arma para enculparla fue la constante
intención de fundir en un todo al PCE(r) y a los GRAPO
La muerte de Isabel supone otro asesinato de un
sistema penitenciario que no es capaz ni de cumplir sus represivas
leyes, pues Isabel se encontraba gravemente enferma desde hace varios
años, sufriendo artrosis en toda la columna vertebral así como en las
rodillas, osteoporosis, sinusitis crónica, y desplazamiento de vertebras
lumbares. Con todo este historial, se le negó sistemáticamente un trato
digno y adecuado para sus enfermedades, así como cualquier tratamiento
inclusive dentro de prisión, donde únicamente se le proporcionaban
analgésicos.
Al final este sistema criminal ha podido con
ella, aunque no se ha podido llevar por delante toda una vida de
resistencia y dignidad como mujer luchadora.
Como despedida citamos una de sus últimas cartas desde prisión:
“Sí, la sanidad en las cárceles, sobre todo
para las y los presos políticos, forma parte del plan de exterminio
contra la disidencia política, en un Estado, el español, que se dedica a
dar lecciones de “derechos humanos” y de “humanitarismo” a medio
planeta”
RED ROJA
Isabel Aparicio, memoria y honor para otra víctima del Estado
Este 1 de abril de 2014 ha fallecido en prisión la presa política comunista Isabel Aparicio. Militante del PCE (r) desde su fundación en 1975, ya encarcelada durante cuatro años en los 80, Isabel había sido metida en prisión por segunda vez en 2007. Y todo por negarse a dejar de ser lo que era: una militante comunista ejemplar.
Ahora Isabel Aparicio ha muerto, tras serle negada la atención sanitaria por diversas enfermedades, como denunciaba en sus propias cartas y reclamaban diversos colectivos de solidaridad. Por supuesto, nada de esto será relatado por el telediario. Y menos cuando constituye otro ejemplo más de la hipocresía de un Estado criminal que se pretende legitimado para dar “lecciones de democracia” a Cuba, Corea del Norte o Venezuela, mientras asesina a su propia disidencia en prisión y practica el más salvaje terrorismo de Estado. No es una ninguna exageración decir –como afirma Socorro Rojo- que “Isabel ha sido exterminada”.
Hablamos de un Estado que no podía permitirse el lujo de dejar en libertad, una vez completara su pena, a gente que, como Isabel, se enfrentó “desde su origen” a esa misma Transición que hoy día, y cada vez más, la juventud de clase trabajadora pone en cuestión y denuncia como farsa.
Es significativo que, justo el mismo día que ha fallecido Isabel, la Audiencia Nacional, fiel heredera del fascismo, condene al rapero Pablo Hasel a dos años de prisión por hacer canciones denunciando precisamente situaciones como las de Isabel. La misma represión que destruyó a Isabel se ceba ya con una nueva generación de jóvenes revolucionarios.
Desde Red Roja queremos honrar la memoria de Isabel, porque con ella no pudieron y siguió siendo comunista y revolucionaria hasta el último día. Además, queremos llamar la atención sobre la dramática situación de los presos enfermos, cuya desatención por parte del Estado a menudo se acaba convirtiendo en una pena de muerte encubierta. Ante todo, seguiremos exigiendo amnistía para todos los presos políticos secuestrados por este verdadero régimen de contrarrevolución preventiva que padecemos.
¡Libertad para los presos políticos y derogación del engranaje represivo del régimen de la Transición!
BIOGRAFÍA POLÍTICA DE Isabel Aparicio Sánchez
DE LA LUCHA ESTUDIANTIL A LA OMLE
Nací el 2 de febrero de 1.954 en Madrid en el seno de una familia de trabajadores procedentes de Cáceres y Valladolid.
En
el barrio donde transcurrió mi infancia, mis padres tenían en
subarriendo una pequeña tienda de ultramarinos que nos daba para vivir
de forma modesta.
Mi
salida de ese mundo se produjo cuando, a los 17 años, fui a cursar
estudios de preuniversitario a un Instituto de Enseñanza Media. Allí se
me abrieron otras realidades y pronto comencé a vivir los constantes
enfrentamientos entre los estudiantes y la policía en plena época
franquista. Pude presenciar en toda su dimensión la represión fascista,
que causaba numerosos detenidos, torturados y condenados a prisión por
el Tribunal de Orden Público (TOP).
Allí
entré en contacto con los Comités de Lucha Estudiantil (CLE), de
carácter antifascista y clandestinos, que luchaban por una enseñanza
libre y democrática y por el derrocamiento del fascismo. Fue también por
ese tiempo cuando conocí por primera vez las obras de los clásicos del
marxismo-leninismo y pude leer un buen número de obras literarias
prohibidas por la censura. Al mismo tiempo, participaba en asambleas,
mítines y en la distribución de octavillas y comunicados.
Un año después entré a estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. Allí continuaban los enfrentamientos con la policía en medio de un gran número de asambleas y mítines en contra del fascismo y de los abusos que se cometían en el ámbito universitario.
Fue a través de los compañeros de los CLE como conocí a la Organización de Marxistas-Leninistas de España (OMLE). Sus planteamientos de defensa de la nueva sociedad socialista y su objetivo central, iniciado en 1.968, dirigido a crear las condiciones para la reconstitución del verdadero Partido Comunista de la clase obrera, que había sido destruido por el revisionismo carrillista, despertaron todo mi interés.
Pero fue especialmente la defensa que hacía la OMLE de la necesidad de la lucha armada revolucionaria lo que hizo que esta Organización tuviese todo mi apoyo. No en vano supe que la defensa de la lucha armada revolucionaria era la línea divisoria que separaba también a las verdaderas organizaciones revolucionarias de los partidos y grupos revisionistas, reformistas y oportunistas.
Tiempo
después, dejé los estudios y comencé a trabajar en una Compañía de
Seguros. En esta época, inmediatamente anterior a la reconstitución de
PCE(r), realizaba tareas de propaganda y de diverso apoyo para la OMLE.
LOS PRIMEROS PASOS DE MI FORMACIÓN COMUNISTA
La
OMLE había preparado las condiciones necesarias para la reconstitución
de nuestro Partido; su heroica trayectoria formará siempre parte de
nuestra historia revolucionaria. Fue así como el 8 de junio de 1.975 vi
nacer el PCE(r) a través de su Congreso Reconstitutivo.
A
partir de entonces, la clase obrera volvía a tener su vanguardia
comunista, su verdadero Estado mayor. También, a partir de esa fecha
histórica, comenzaba el desarrollo del nuevo Movimiento Revolucionario
en el Estado español.
Inmediatamente después de celebrado el Congreso
Reconstitutivo de nuestro Partido, pasé a formar parte de la nueva
vanguardia comunista en calidad de militante, condición que ha conducido
mi vida desde entonces.
Aunque en la OMLE ya había conocido algunas de las características del funcionamiento de la organización comunista, fue en el PCE(r) donde iba a comenzar mi verdadera edificación como militante, lo cual conllevaba cambios muy notables en las formas de vida y en las concepciones. La forma de vida sencilla, disciplinada y de trabajo revolucionario constante entre los obreros y otros sectores populares era conducido por las formas comunistas de organización y funcionamiento, así como por los métodos de trabajo revolucionarios.
Comencé realizando mi labor en una célula de radio (una de las formas de la estructura organizativa partidista) del distrito de Villaverde de Madrid. Allí llevaba una labor política y organizativa, sobre todo con los obreros, aunque estuve en ella poco tiempo, ya que pronto pasé a formar parte del Organismo de Propaganda del Comité Local de Madrid. En él realicé tareas de distribución de los diversos materiales de propaganda de nuestro Partido. En aquel tiempo editábamos mensualmente nuestro Órgano Central: "Bandera Roja"; el periódico "Gaceta Roja" de regularidad quincenal, con bastante tirada y dirigido a las amplias masas trabajadoras; asimismo, se editaba bimensualmente la revista teórica comunista "Antorcha" y un buen número de folletos de diverso tipo. También cada Organización del Partido editaba su suplemento propagandístico, que reflejaba la situación concreta de cada zona, y reproducía miles de octavillas destinadas a las fábricas que en aquellos momentos eran un hervidero de luchas. Toda esta propaganda y agitación eran editadas de manera clandestina.
Ya desde aquel tiempo comprendí el decisivo papel que desempeña la distribución organizada de nuestros materiales de propaganda en cualquier tiempo y circunstancia. La distribución conectaba todo el Partido entre sí y también a los trabajadores con la vanguardia comunista; era, y es, una herramienta fundamental para la labor de organización y de formación política e ideológica; eran las "venas" y "arterias" por donde circula en diversos sentidos y con diversos cometidos no solo la propaganda revolucionaria, sino también otras diversas tareas.
Desde la muerte del verdugo Franco, Madrid y sus alrededores obreros vivían inmersos en luchas de todo tipo. Esto facilitaba la labor revolucionaria de nuestro joven Partido. Por nuestra parte, junto a la tarea central de extensión y fortalecimiento del Partido, sometíamos a denuncia constante la maniobra de la “transición” hacia la falsa democracia y de su engendro, la llamada “Reforma política”, mediante la cual el fascismo pretendía enmascararse y la clase burguesa en el poder perpetuar su dictadura.
Sosteníamos también una especial lucha política e ideológica contra los partidos y grupos revisionistas y reformistas, sobre todo contra el Partido carrillista. Esta fue una batalla decisiva librada por nuestro Partido que, junto a las masas trabajadoras y con la participación de otras Organizaciones revolucionarias y antifascistas, se terminó ganando totalmente. Todos los partidos y grupos al servicio de la burguesía y de su Estado terminaron desapareciendo del panorama político, mientras el partido carrillista entro en su hundimiento definitivo.
Por
su parte, el Estado fascista se avalanzó contra nosotros con todo su
arsenal represivo, dispuesto a aniquilarnos apenas comenzaba nuestro
desarrollo, consciente de que éramos su principal enemigo, su enemigo
estratégico. Así desencadenaron contra nosotros sus fases represivas de
cerco y aniquilamiento. Como consecuencia de ello eran detenidos,
torturados y encarcelados numerosos militantes, simpatizantes y amigos
de nuestro Partido; al mismo tiempo, los militantes y simpatizantes de
la Organización partidista de Madrid, como los de otras partes del
Estado, éramos tiroteados y heridos por la policía política cuando se
repartían octavillas o se realizaban pintadas revolucionarias.
EN LA GUERRILLA ANTIFASCISTA
En
1.976, desde el III Pleno del Comité Central de nuestro Partido, se
lanzó una consigna histórica: <Buscar armas y aprender su manejo>.
Esta consigna reforzó en el conjunto del Partido y entre los
trabajadores más conscientes la conciencia y el compromiso de favorecer
por todos los medios posibles el desarrollo de la lucha armada
revolucionaria.
El nuevo Movimiento de Resistencia Antifascista,
encabezado política e ideológicamente por nuestro Partido, necesitaba
incorporar al proceso revolucionario la lucha armada para poder
desarrollarse y hacer frente al régimen fascista y a sus planes de
diverso tipo, contenidos en el entramado de la "Reforma política" que
estaba poniendo en marcha.
En esas fechas, la Organización armada revolucionaria "Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre" (GRAPO) ya hacía tiempo que había iniciado su resistencia armada. Este fue un acontecimiento de trascendencia histórica. La actividad de la guerrilla antifascista sembraba el pánico entre los fascistas y los partidos reformistas, elevaba la moral y los deseos de lucha de los trabajadores y desenmascaraba la farsa democrática.
Fue también en 1.976 cuando pasé a desarrollar mi labor revolucionaria desde la clandestinidad. Por esas fechas y ante la necesidad de fortalecer la guerrilla antifascista, pedí al Partido mi incorporación de forma voluntaria a los GRAPO, donde conservé mi condición de militante comunista a través del reforzamiento de mis principios partidistas.
Comencé
mi actividad armada en los comandos que los GRAPO tenían en Euskal
Herria. Fue allí donde conocí también, como antifascista y militante
comunista, a Juan José Crespo Galende (Kepa), que años después
fallecería en prisión en huelga de hambre, siendo el primer preso
político que iba a morir en estas circunstancias en el Estado fascista
español.
Durante el tiempo que permanecí en Euskal Herria participé
en diversas actividades armadas encaminadas a favorecer el desarrollo de
la Organización guerrillera, así como en acciones de apoyo a los
trabajadores y de desenmascaramiento de la farsa reformista.
Dentro de la actividad desplegada en esos momentos, tendría que destacar las múltiples acciones llevadas a cabo en apoyo a la campaña por la Amnistía General en la cual participaba nuestro Partido y otras Organizaciones Antifascistas. Entre esas acciones llevadas a cabo en Euskal Herria señalaría la numerosa propaganda reivindicada por los GRAPO y distribuida en las fábricas y otros centros de trabajo de la margen izquierda de la ría de Bilbao.
En
la lucha por la Amnistía General, los GRAPO, a pesar de su juventud
como Organización y de estar perseguidos por todas las fuerzas
represivas del Estado, llevaron a cabo una de las acciones militares
revolucionarias que más han destacado en toda su historia hasta el
presente: El secuestro del oligarca y Presidente del Consejo de Estado
Antonio María de Oriol y Urquijo y el del Jefe de Justicia Militar,
Teniente General Villaescusa Quilis. Esta acción demostró no solo la
gran capacidad organizativa y operacional de los GRAPO, sino también su
función o cometido principal al servicio del Movimiento de Resistencia
Antifascista y de defensa de los intereses de los trabajadores.
Asimismo, esta acción militar revolucionaria hizo tambalearse los planes
de la farsa democrática y demostró la vulnerabilidad del Estado
fascista.
Como consecuencia de esta histórica operación militar
revolucionaria, que tuvo una amplia repercusión en todo el mundo, la
represión se abalanzó sobre nosotros, al mismo tiempo que se orquestaban
campañas sucesivas de intoxicación y mentiras, una auténtica
<propaganda negra>, como la calificaron los mandos policiales y
militares que dictaban y controlaban todo lo que se difundía en los
medios de comunicación. Así fueron detenidos diversos dirigentes y
militantes de la guerrilla, que serían sometidos a brutales torturas
durante los más de veinte días que permanecieron en comisaría antes de
su ingreso en prisión.
A
pesar de todo ello, la Organización armada antifascista continuó su
desarrollo: se incorporaron nuevos guerrilleros (obreros, estudiantes,
etc), fue ampliada la estructura organizativa y elevada la preparación
para las diversas tareas.
A partir de entonces, pasé a formar parte
de los comandos de información, uno de los pilares en los que se
sustenta la actividad guerrillera. En aquellos momentos me encontraba
embarazada, lo cual no impidió que, además de mis tareas en los comandos
de información, realizase otras tareas de combate directo no solo
contra objetivos fascistas, sino también contra intereses del
imperialismo internacional situados en el Estado español.
Después de dar a luz en la más absoluta clandestinidad, tuve que dejar a mi hijo en un lugar seguro cuando apenas contaba con un mes de vida, incorporándome de nuevo a mis tareas en la guerrilla antifascista. No volvería a ver a mi hijo hasta bastante tiempo después, cuando ingresé en la cárcel tras mi primera detención.
Nuestra Organización continuaba golpeando al Estado fascista a través de diverso tipo de acciones y ayudando a los trabajadores. Mientras tanto, la represión se intensificaba y perfeccionaba. El engendro del llamado <Estado de Derecho>, que estaba montando la oligarquía y los que la apoyaban, era un verdadero Estado-policial-militar.
Fue también en este tiempo cuando el Estado fascista difundió por numerosas ciudades carteles con las fotografías de los guerrilleros más buscados, entre los que me encontraba yo. Pero los trabajadores hicieron fracasar estas campañas, ya que no solo arrancaban los carteles y ponían en su lugar <VIVA LOS GRAPO> ó <GRAPO, MÁTALOS>, sino que se convirtieron en una fuente de información de objetivos para nuestras actividades militares: Los trabajadores eran los ojos y los oídos de la guerrilla antifascista.
Llevaba casi tres años participando en la lucha guerrillera. En todo este tiempo, había ido aprendiendo a combatir al desempeñar diversas tareas, había vivido la gran escuela de la guerrilla urbana y se habían fortalecido mis convicciones revolucionarias. También durante todo este tiempo habían sido detenidos bastantes guerrilleros y otros habían sido asesinados por la policía política y la guardia civil, como lo fueron Carmen López y Raúl Calero Arcones; y también Pedro Tabanera, al que conocí personalmente al combatir codo a codo con él. El heroico sacrificio de todos ellos reafirmó mucho más mis convicciones revolucionarias y la entrega al desarrollo de nuestra lucha armada antifascista.
En
1.979 se cumplía una primera parte de la existencia de la guerrilla
antifascista, que la Organización recogió en el libro <Experiencas de
tres años de lucha armada>. En ese libro se encuentran los
principios y objetivos revolucionarios de la Organización guerrillera,
su cometido dentro del Movimiento de Resistencia Antifascista, su
funcionamiento interno y formas organizativas, así como sus diversas
formas de combate. Esta es una obra emblemática de los GRAPO, cuya
importancia para el conjunto del Movimiento revolucionario es
indiscutible. También esta obra, que fue calificada como <fundamental
para el desarrollo de la guerrilla urbana en los países capitalistas
desarrollados>, tuvo una gran acogida en diversos movimientos
revolucionarios dentro del ámbito internacional.
DE LA TORTURA A LA CÁRCEL
Fui
detenida por primera vez en octubre de 1.979 y torturada en la
Dirección General de Seguridad situada en el edificio de la Puerta del
Sol de Madrid, ese "caserón de los horrores" donde fueron torturados
miles de revolucionarios y donde un gran número de ellos también fueron
asesinados, tanto en la época de Franco como en los primeros años de la
"Transición". Durante los días que permanecí allí detenida fui torturada
directamente por el criminal fascista Antonio Pacheco (más conocido por
"Billy el Niño"); en esos días se pusieron a prueba mis convicciones
revolucionarias, que son las verdaderamente decisivas para soportar las
interminables sesiones de tortura. Está demostrado que los principios
revolucionarios, nuestra superioridad moral y la confianza
inquebrantable en el triunfo popular revolucionario son armas
invencibles, ante las cuales siempre han fracasado los torturadores.
Después de pasar por esta "prueba de fuego", ingresé en prisión, donde permanecería cerca de nueve años.
La política represiva penitenciaria contra los presos políticos durante el tiempo que permanecí en prisión estaba dirigida, desde los primeros gobiernos de la farsa democrática, al exterminio de los revolucionarios encarcelados; éramos rehenes en manos del Estado fascista. Esta política criminal solo era frenada por las luchas de los trabajadores, de las Organizaciones de solidaridad con los presos políticos y de las Organizaciones revolucionarias, que formaban en conjunto un frente unido contra la represión en las cárceles y por la liberación de los presos políticos. Por nuestra parte, convertimos cada prisión donde nos encontrábamos en una trinchera de resistencia. La lucha combinada de la calle y las cárceles era la única forma de frenar a los fascistas: De hacer que respetaran los derechos de los presos políticos y de imponerles determinadas conquistas para llevar una vida lo más beneficiosa posible.
Mi estancia en prisión transcurrió entre las cárceles de Yeserías y en un anexo penitenciario situado al lado de la prisión de hombres de Carabanchel, ambas en Madrid.
Conocí en ese tiempo las inhumanas condiciones de vida: La infraalimentación, la falta de higiene, las insuficientes atenciones sanitarias, las celdas de aislamiento que te retrotraían a siglos pasados, etc. combinado con restricciones y prohibiciones de los más elementales derechos, los controles-cacheos exhaustivos, las provocaciones y agresiones físicas. Junto a todo ello, los antidisturbios y los torturadores de la policía política actuaban con total impunidad dentro del recinto carcelario.
Para nosotras, las presas políticas, al igual que para el conjunto de los revolucionarios encarcelados, la prisión era un frente de lucha multifacética, dirigido a defender nuestra dignidad, nuestros derechos y nuestra condición de presos políticos, tratando de ayudar al mismo tiempo y en la medida de nuestras posibilidades al Movimiento de resistencia que se desarrollaba en la calle; un frente de lucha dirigido también a fortalecernos como militantes comunistas y revolucionarios.
Desde la plataforma de la Comuna de las presas políticas del PCE(r) y de los GRAPO en la que me encontraba, llamada Carmen López en memoria de la comunista y guerrillera asesinada, participé durante todos aquellos años en diversas protestas, motines y huelgas de hambre.
La Comuna no solo era un centro de resistencia, era también una escuela revolucionaria en diversos terrenos. Se semejaba a un pequeño núcleo, aun con las limitaciones carcelarias, de la futura sociedad socialista. Allí combinábamos el trabajo productivo manual -los materiales elaborados servían para fomentar la solidaridad en la calle con los presos políticos-, con el estudio y la formación política planificados; al mismo tiempo, realizábamos constantes trabajos de redacción de textos políticos, etc. Nuestra Comuna administraba de forma colectiva la logística básica y creaba nuestros propios actos culturales.
En nuestros textos, le dedicábamos especial atención a la situación de la mujer trabajadora y a la lucha contra la secular opresión que viene padeciendo, así como a la necesidad de su incorporación a las Organizaciones que practican la lucha revolucionaria, acto supremo de la lucha por su emancipación, que se haya inseparablemente unida al derrocamiento del régimen fascista y la implantación de la nueva sociedad socialista: Entre otros muchos trabajos elaboramos de manera colectiva el libro <La mujer en el camino de su emancipación>, que fue ampliamente difundido en aquel tiempo. La realidad era que la Comuna y su organización conformaban una plataforma excelente para la formación de la mujer nueva.
En resumen, mi estancia en la Comuna reforzó mis conocimientos teóricos revolucionarios y determinados aspectos de la práctica de mi militancia; reforzó mi capacidad de resistencia y elevó mi conciencia de que la lucha revolucionaria era fundamental para mi verdadera emancipación como mujer. En suma, la Comuna fue para mí una auténtica escuela de formación comunista.
El ascenso de la represión fascista tenía su punto de mira puesto en la eliminación de las Comunas de los presos políticos.
No
habría de pasar mucho tiempo para que uno de los gobiernos del GAL
felipista aplicara la política de dispersión, que conllevaba su
desmantelamiento.
RETORNO A LA CLANDESTINIDAD EN LA LUCHA ORGANIZADA
Cuando
salí en libertad a principios de 1.988, la política fascista
penitenciaria de dispersión y aislamiento de los presos políticos ya
había comenzado. Poco después, la Comuna de la que había formado parte
ya no existía; todas mis camaradas habían sido trasladadas a diversas
prisiones.
Una vez en la calle, participé en la organización de las luchas en defensa de los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO y contra la política de dispersión carcelaria a la que estaban siendo sometidos. La lucha combinada de los presos políticos y la calle, a la que se unió una extensa solidaridad internacional, fue de gran amplitud e intensidad. Esa política represiva en las prisiones, dirigida por el entonces Ministro de Justicia, el galoso criminal fascista Enrique Múgica, fue la causante del fallecimiento por huelga de hambre del militante de nuestro Partido y guerrillero de los GRAPO José Manuel Sevillano Martín, lo mismo que de las graves secuelas físicas que les quedaron a un buen número de presos políticos. Mientras permanecía en la legalidad, estuve realizando también un trabajo político y organizativo entre la juventud antifascista de Madrid. Este movimiento de la juventud antifascista, que rechazaba la falsa democracia y a los partidos y sindicatos que la apoyaban, estaba tomando carta de naturaleza en la lucha de clases que no iba a cesar de aumentar y era un terreno fértil para desarrollar una labor de organización partidista y revolucionaria.
Habían
transcurrido seis meses desde mi puesta en libertad cuando me pasé de
nuevo a la clandestinidad. Y habrían de pasar 19 años hasta que pudiese
volver a ver a mi familia y a mi hijo que, por aquel entonces, tenía 10
años de edad.
Desde la clandestinidad, mi labor revolucionaria
inicial fue desempeñada en las Organizaciones del Movimiento de
Resistencia Antifascista. Posteriormente, pasé a desempeñar mi labor
revolucionaria en el Partido, que estaba centrado en la decisiva tarea
de su reorganización y fortalecimiento.
Estuve
un tiempo participando en poner en marcha los organismos básicos de
nuestra Organización comunista en el Estado español. Se trataba de crear
un Comité dirigente en el interior estrechamente vinculado a nuestra
Secretaría General, que se encontraba en el exterior para preservar su
seguridad y garantizar la continuidad revolucionaria de nuestro Partido
frente a las acometidas de la represión fascista. Al mismo tiempo, se
trataba de poner en pie, de manera paulatina, las bases de la
elaboración de nuestra propaganda y de su distribución organizada. Junto
a todo ello, establecíamos núcleos organizados a un mayor nivel en
diversas partes del Estado. Este fue un periodo en el que, aun
desempeñando un cometido partidista multifacético, estuve más centrada
en las tareas de propaganda. También destaco de este periodo un aspecto
fundamental de todo militante comunista: El relacionarse estrechamente
con los trabajadores, no solo para desarrollar nuestro trabajo
revolucionario, sino también para protegernos, recabar su ayuda y
compartir su situación.
En 1.989 comencé a desarrollar mi labor
comunista en Francia; en ese país permanecería 17 años consecutivos en
la clandestinidad. Allí acumularía nuevas experiencias revolucionarias
en relación a mi labor en nuestro Partido y viviría las repercusiones de
relevantes acontecimientos sucedidos en el Estado español y en el
ámbito internacional.
En los años 90, se consumaba la debacle del
felipismo y con ella se producía el estrepitoso fracaso del engendro
fascista de la <Reforma política>. En estos dos hechos, nuestro
Partido y otras Organizaciones revolucionarias, como los GRAPO,
desempeñaron un papel de primer orden. Con la llegada al gobierno del
aznarismo, se iniciaba el <regreso a los orígenes> más fascistas
del régimen político de los monopolios españoles. Mientras tanto, en el
marco internacional, el llamado <nuevo orden mundial> fue barrido
por la agudización de la crisis general del sistema capitalista, lo que
conllevó la escalada fascista generalizada, el intensivo saqueo de los
pueblos y las guerras imperialistas de conquista dirigidas a un nuevo
reparto del mundo entre las grandes potencias imperialistas.
Asimismo,
en esta década continuó el gradual fortalecimiento de nuestro Partido y
el incremento de nuestra actividad revolucionaria. El desarrollo de
nuestra vanguardia comunista nos permitió ir reconstruyendo organismos
partidistas de diverso tipo, que habían sido afectados o desmantelados
por la represión fascista en los años anteriores, así como ir ampliando y
profundizando nuestra labor revolucionaria y poder realizar varias
reuniones colectivas (Plenos) del Comité Central y dos Congresos.
De
todas las experiencias acumuladas en mi labor comunista en esta década,
destacaría las adquiridas en el Organismo Central de Propaganda del
Partido. En él realicé diversas tareas relacionadas, sobre todo, con el
diseño, la maquetación, el grafismo y la reproducción de las diversas
publicaciones de nuestra propaganda. El Organismo de Propaganda Central,
como había sucedido en otros periodos y en otras actividades realizadas
durante mi vida organizada, fue para mí una escuela de formación
comunista: Allí reforcé mis conocimientos teóricos revolucionarios y mi
conciencia comunista, aprendí nuevas tareas especializadas de propaganda
que me hicieron avanzar en un conocimiento más integral de esta
importante labor partidista y adquirí la clara conciencia de que las
tareas de propaganda son decisivas para la labor de organización
partidista. En resumen, en aquel tiempo se incrementaron la regularidad y
la variedad de nuestras publicaciones, se avanzó en la calidad de su
contenido y forma y aumentó considerablemente el número de receptores de
nuestra propaganda. Los años 90 supusieron una verdadera eclosión de
las variadas publicaciones de nuestro Partido.
Otra destacada
experiencia adquirida en estos años, se refiere a mi participación en
los encuentros colectivos tan importantes como las reuniones plenarias
del Comité Central de nuestro Partido y en el III Congreso. En esos
encuentros volví a ver, con todo su futuro, la vitalidad de nuestro
Partido y su inquebrantable consecuencia revolucionaria.
Para
finalizar con lo más destacado de esta década de los años 90, haré un
balance de las principales experiencias que para mí supuso el realizar
la totalidad de mis actividades partidistas en territorio francés. En
primer lugar, tendría que mencionar el decisivo papel que desempeñaron
en mi formación comunista y en el desarrollo de mis propias tareas
nuestro Secretario General Manuel Pérez Martínez y otros dirigentes del
Partido; en segundo lugar, el poder ver en toda su dimensión la
necesidad de disponer de una retaguardia estable y segura, que contenga
en todo tiempo elementos fundamentales de la dirección más estratégica
de nuestro Partido y destacados resortes que garanticen nuestra
continuidad revolucionaria frente a la represión; comprobé también la
destacada importancia que tiene para nuestro Partido y el conjunto del
Movimiento revolucionario el salvaguardar y fortalecer en todo momento
los resortes organizativos, etc. de nuestra propaganda central; por
último, destacaría el fortalecimiento de mi propia experiencia para la
labor revolucionaria en diversas condiciones de clandestinidad.
DESDE LAS DIVERSAS REORGANIZACIONES DEL PARTIDO A MI VUELTA A PRISIÓN
A
partir del año 2.000, se desencadenaron toda una serie de
acontecimientos de alcance, tanto en lo que concierne a la situación de
nuestro Partido como en el ámbito general. Comenzaba una etapa de las
más complejas y difíciles que he vivido en toda mi trayectoria
revolucionaria.
Por un lado, el sistema capitalista, asediado por la agudización extraordinaria de su crisis general, relanzaba su estrategia planetaria de "Tierra quemada" para hacer frente a su crisis, lo que conllevaba las escaladas fascistas, los saqueos intensivos de los trabajadores y el desencadenamiento de una guerra imperialista tras otra.
Por su parte, el Estado fascista español vería agravarse mucho más su crisis política, económica, territorial y social. El aznarismo sería desalojado del gobierno por el rechazo masivo de los trabajadores. Posteriormente, el zapaterismo, que tornó el relevo en el gobierno a las huestes de Aznar, no solo no dio ninguna solución a las principales reivindicaciones de los trabajadores, de nuestro Partido y de las Organizaciones de la Resistencia revolucionaria, sino que, por el contrario, continuó desarrollando el terrorismo de Estado, la explotación de los trabajadores y la política imperialista; hasta puso en marcha una farsa política con el llamado <proceso de paz> que, combinado con la represión más intensa, pretendía lograr que las Organizaciones revolucionarias renegaran de sus principios y objetivos, dicho <proceso> ha quedado para la historia como un <proceso de paz tramposo>, por lo que fue desenmascarado y combatido.
Durante todo este periodo, el Estado español, en combinación sobre todo con el régimen fascista francés, desarrolló una campaña represiva tras otra contra nuestro Partido y otras Organizaciones del Movimiento de Resistencia Antifascista. Esta intensa y continuada represión supuso, en años sucesivos, las detenciones de numerosos militantes y cuadros comunistas, tanto en Francia como en el Estado español, así como de simpatizantes y amigos de nuestro Partido. La misma Dirección política de nuestro Partido tuvo que ser reconstruida en varias ocasiones.
Especial gravedad revistió la detención en el año 2.000 de nuestro Secretario General Manuel Pérez Martínez, que desde entonces permanece encarcelado en calidad de rehén especial en manos del Estado fascista.
Con el inicio en el año 2.000 de la continua represión que el fascismo desató contra nosotros, se frenó el desarrollo que había alcanzado nuestro Partido en los años anteriores. Para volver a relanzarlo tuvimos que poner en marcha en los años sucesivos tantas reorganizaciones y políticas de fortalecimiento del Partido como campañas represivas fueron lanzadas contra nosotros. Esto supuso en cada una de ellas: La reconstrucción de organismos y tareas partidistas afectadas por la represión; una política de corrección de los errores y deficiencias que hubiesen contribuido a debilitar nuestra seguridad frente a la represión y para atajar las deformaciones y atrasos que afectaban negativamente al avance de nuestra labor revolucionaria; así como los continuos planes dirigidos a fortalecer especialmente el aparato político clandestino, que paulatinamente se había ido debilitando, y transformar nuestra influencia política entre los trabajadores en nuevas fuerzas organizadas.
Después
de exponer este marco general en el que se iba a desarrollar mi labor
revolucionaria en este periodo, me quedaría hablar de las tareas
partidistas que realicé y algunas de las experiencias más destacadas.
Pude
vivir el desarrollo de varias reorganizaciones, la mayor parte de ellas
estando clandestina en Francia donde la reacción francesa, en tándem
represivo con la española se lanzaron a nuestra caza y captura de manera
ininterrumpida, empeñados en acabar de una vez por todas con nuestra
presencia en aquel país.
Hasta aquel periodo había conocido épocas difíciles en la historia de nuestro Partido, bajo intensas persecuciones, detenciones constantes y asesinatos de militantes comunistas; incluso conocía algunas épocas de verdaderas <travesías del desierto> dominadas por la escasez de militantes y de medios, así como por la poca disposición de los trabajadores a incorporarse a la lucha organizada. Por eso, como el conjunto de los militantes comunistas, sobre todo los más veteranos, sabía lo que significaba el vernos sometidos a continuas campañas de cerco y aniquilamiento como las que estábamos sufriendo en aquellos años; conocía también lo que era desarrollar nuestra labor comunista en medio de persistentes debilidades orgánicas, como en las que nos encontrábamos en esos momentos, que se acrecentaban ante cada golpe represivo. Pero ningún militante cesó en su empeño de proseguir la lucha revolucionaria a toda costa; con ese espíritu cada uno de nosotros avanzó en su compromiso revolucionario, incrementó sus tareas y abordó nuevas responsabilidades; esta actitud general recorrió el conjunto de las reorganizaciones puestas en marcha en aquel tiempo.
En cuanto a mis tareas más concretas durante aquellos años fueron diversas y la mayor parte condicionadas por los efectos de la continua represión. La principal fue mi labor en la propaganda central del Partido; mis cometidos en esta tarea se fueron ampliando paulatinamente hasta tener que desempeñar mi labor como responsable de la propaganda central, cada vez con menos camaradas dedicados a esta importante tarea y con menos medios de diverso tipo. Al mismo tiempo, participaba en la configuración de nuevos organismos y tareas partidistas que, o habían sido desmantelados por la represión, o había que reforzarlos. Todo esto me llevó también a formar parte, en determinados periodos, de la propia Dirección Política del Partido, lo que supuso para mí una de las experiencias más enriquecedoras en diversos terrenos en mi vida de militante comunista. Junto a ello, fui desempeñando diversas tareas de logística, algunas de carácter inaplazable para la continuidad de la labor revolucionaria, que se entremezclaban con tareas del propio sostenimiento personal.
Como militante comunista, en aquel periodo pude acumular numerosas e importantes experiencias. La primera que destacaría es la clara conciencia de que nuestro Partido es indestructible: La justeza de nuestra Línea Política, nuestra rica y extensa teoría revolucionaria de vanguardia y cerca de cuarenta años de experiencias prácticas revolucionarias en primera línea de combate son baluartes inexpugnables; de ahí que los crímenes fascistas contra nosotros, los periodos de recesos de las luchas, la insuficiente disposición de los trabajadores a organizarse y nuestras debilidades orgánicas nunca serán muros infranqueables, sino problemas pasajeros y superables. Estas afirmaciones no son consecuencia de una actitud determinada por el voluntarismo o el subjetivismo, sino por el conocimiento que me aporta mi ideología científica marxista-leninista y por el convencimiento de la necesidad histórica de la existencia del Partido Comunista al que pertenezco.
En
otros planos de mis experiencias, tendría que destacar también la
necesidad de analizar las causas que rodean a los golpes represivos que
padecemos; la importancia de la continua formación comunista y
revolucionaria de los militantes de nuestro Partido; la correcta
relación que debe existir entre militantes jóvenes y veteranos
determinada por el trabajo conjunto en todo tipo de labores partidistas;
la necesidad ineludible de articular en todo momento el desarrollo del
Partido en la labor combinada de las tareas de propaganda y
organización, las dos "piernas" sobre las que se sustenta y con las que
avanza nuestra vanguardia comunista. Por último, debo hacer especial
mención a la necesidad de ampliar y profundizar nuestra labor entre los
trabajadores; esta será siempre una tarea capital, ya que es la fuente
que proporciona vitalidad a nuestro Partido, hace que se hundan las
raíces comunistas entre las masas trabajadoras y nos fortalece
continuamente ante las arremetidas de la represión fascista.
A
principios de junio de 2.007 fui detenida nuevamente cuando estaba
acabando, junto a mi compañero, otro número de <RESISTENCIA>
(nuestro Órgano Central de propaganda), en una minúscula habitación de
un piso compartido con emigrantes latinoamericanos en la ciudad de
Barcelona.
En las cárceles del Estado fascista español continuaba la
política de exterminio de los presos políticos, basada en la dispersión
carcelaria, en las medidas de aislamiento y en un buen número de
prohibiciones de los más elementales derechos.
Desde mi detención he pasado por las cárceles de Soto del Real (Madrid), Brieva (Ávila), Topas (Salamanca) y Zuera (Zaragoza), donde me encuentro actualmente.
Fui juzgada en la Audiencia Nacional y condenada a 11 años y 11 meses de prisión. En aquel juicio farsa, a pesar del enorme montaje jurídico-policial dirigido a fundir en un todo único al PCE(r) y a la Organización guerrillera antifascista GRAPO, quedaron demostradas las actividades específicamente partidistas de los militantes comunistas; al mismo tiempo, fue desmontada toda vinculación orgánica entre ambas organizaciones debido a sus diferentes formas de organización, funcionamiento y condiciones de militancia, así como a sus diferentes formas de lucha. Ante aquel Tribunal especial fascista quedó demostrado que, en realidad, a nuestro Partido se le viene persiguiendo desde su reconstitución por su papel de vanguardia comunista de la clase obrera, por su cometido de conductor político e ideológico del conjunto del movimento revolucionario en el Estado español y por ser el Partido de la Revolución Socialista.
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Después de la exposición de todos estos aspectos, añadiré a modo de CONCLUSIÓN: Por una parte, mi firme convicción en la defensa de nuestros principios comunistas, de nuestra Línea Política y de los objetivos revolucionarios; mi compromiso de apoyar las luchas de los trabajadores y todo tipo de formas de resistencia y mi propósito de contribuir a llevar adelante los objetivos de mi Partido en la calle en la medida de mis posibilidades. Por otra parte, continuaré defendiendo en la cárcel mi condición de militante comunista frente a toda política represiva. Por último, hago un llamamiento especial a todos los trabajadores que lean este texto a fortalecer nuestro Partido, ya que es el único que puede llevarnos a terminar de una vez por todas con el fascismo, la explotación y la miseria a que nos someten.
Cárcel de Zuera (Zaragoza)
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