Su
objetivo, al poner en evidencia el problema global de la obesidad y las
enfermedades relacionadas con ésta, planea combatir contra décadas de
mentiras acerca de las dietas y el ejercicio, de las buenas o malas
calorías, de los genes y el estilo de vida.
Durante
la década de los 60, incrementó alarmantemente la tasa de enfermedades
cardíacas en habitantes de Europa occidental y EE.UU. Como respuesta de
esta situación, los nutriólogos de la época se encargaron de descubrir
la causa: el alto nivel de grasa en la comida diaria. Se recomendó que
se empezara a ajustar a una “dieta mediterránea”.
Entonces, la gran industria de la comida
se mostró entusiasta en presentar productos “saludables y bajos en
grasa”, y con altos niveles de sacarosa. De la noche a la mañana, estos
alimentos se popularizaron.
Hasta que, en 1972, John Yudkin, autor de Azúcar, pura, blanca y mortal,
denunció los efectos nocivos de este ingrediente. De acuerdo con su
rigurosa investigación, encontró que existía una fuerte correlación
entre numerosas enfermedades y la elevada ingesta de azúcar. Por ello,
en una ocasión sentenció que: “Si tan sólo una pequeña fracción de lo
que conocemos acerca de los efectos del azúcar fuera revelado en
relación a cualquier otro material usado como aditivo alimenticio, ese
material se prohibiría de inmediato.”
A pesar de esta llamada de atención y
del control de grasas en los alimentos, incrementó la incidencia de
enfermedades relacionadas con el estilo de vida y la dieta. ¿Significa
entonces que el problema no era la grasa sino el azúcar? ¿Quiénes fueron
los responsables de la propagación de conceptos erróneos? ¿Cuál fue el
resultado de esa situación?
El documental Fed Up, producido
por Katie Couric, se atreve a responder esas preguntas. Su objetivo, al
poner en evidencia el problema global de la obesidad y las enfermedades
relacionadas con ésta, planea combatir contra décadas de mentiras acerca
de las dietas y el ejercicio, de las buenas o malas calorías, de los
genes y el estilo de vida.
Desde 1980, el índice de obesidad ha ido
en aumento a nivel mundial. Alrededor de 1 400 millones de adultos
viven en condición de sobrepeso; mientras que 200 millones de hombres y
300 millones de mujeres, son obesos. En 2010, la Organización Mundial de
la Salud denunció que cerca de 40 millones de niños menores de cinco
años tenían sobrepeso.
De acuerdo con Robert Lustig, neuroendrocrinólogo y presidente del Institute for Responsible Nutrition, señala que el enemigo non plus ultra de la obesidad no es la grasa, sino el azúcar:
El verdadero
problema no es la obesidad ni la grasa. [Es] la industria de la comida
que quiere que nos enfoquemos en tres mentiras, las cuales nos mantienen
en un estado de culpa. La primera, es la obesidad. La segunda, una
caloría es una caloría. La tercera, todo es acerca de una
responsabilidad personal. Es decir que, si la obesidad hubiera sido el
problema desde un principio, las enfermedades relacionadas con el
metabolismo no hubieran aumentado en los últimos años. Si fuera sólo un
problema conductual, más de la mitad de la población no tendría
problemas. Entonces debe ser la presencia de otro factor. Y ése es el
azúcar.
En la década de los 60, proliferaron las
cadenas de comida rápida y los alimentos procesados. En ambos casos,
era característica la presencia de “comida baja en grasa”, la cual
contenía más azúcar de lo normal.
De acuerdo con el profesor Yudkin,
el azúcar no sólo es un aliciente del sobrepeso y la caries, sino
también la causa de otras enfermedades crónicas: como el cáncer, el
Alzheimer, asterosclerosis, hipertrigliceridemia la diabetes y
padecimientos cardiacos. Dado que no contiene vitaminas, minerales ni
proteínas, el azúcar aporta energía de “calorías vacías”;
en consecuencia, absorbe las reservas orgánicas que el cuerpo contiene
para el proceso de digestión, como los minerales, la vitamina B,
aminoácidos, etcétera. Además, al ser un elemento adictivo, interfiere
con el apetito creando una urgencia irresistible a seguir comiendo.
Entonces,
las grandes corporaciones alimenticias no se enfocaron en un bienestar
común de la población, sino en el dinero. El negocio es envenenar a la
población con comida procesada bajo el disfraz de ser un producto
saludable. Los productores de la película explican que no existe un
interés en el mejorar la calidad de la comida, ya que es un mercado
rentable: “La industria de la comida crea una enfermedad y la industria
farmacéutica la cura. Lo logran como si fueran bandidos, mientras que
llevan a la población a purificarse.”
¿La solución?
De acuerdo con los productores del
documental, apoyado por el Dr. Lustig, es necesario no sólo tomar
consciencia de lo que está sucediendo, sino también es importante
controlar el consumo de los productos.
A partir de un modelo de leyes y de
regularización, es posible romper con la mafia de las corporaciones
alimenticias. Una de las propuestas es informar y motivar a la población
a reducir el consumo de azúcar. De lo contrario, en un futuro, las
generaciones que vienen vivirán en un estado de inmovilidad y
enfermedad.
Con el fin de tomar consciencia de la situación, les compartimos un video resumiendo la película de Fed Up
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