"La
mayor amenaza a nuestra democracia no viene de aquellos que
abiertamente se oponen a nosotros, sino de aquellos que lo hacen en
silencio junto a nosotros." Thomas Paine
Cualquier segregación que se haga de los motivos por los que
acudirán a las urnas los españoles el próximo domingo, sería errónea, porque no
podría considerarse exhaustiva, pero como la intención no es realizar una tesis
sobre los resultados, sino un análisis sobre los principales motivos de los que
acudan a las urnas, tampoco será necesario presentar artefactos estadísticos
para justificar lo expuesto, como hacen las encuestas habituales que nos
regalan los medios de comunicación.
En anteriores artículos he apuntado que la abstención en
estas elecciones ascenderá a una cifra entre el 65 y el 70 %. En El País ya
consideran que posiblemente superará el 60 % en la encuesta de Metroscopia que
hoy se ha publicado. Sobre los que no votarán he hecho análisis previos, hoy
voy a hacerlo sobre aquellos que acudirán a las urnas, estableciendo tres
grupos bien diferenciados: los colocados, los desinformados y atemorizados, y
los románticos recalcitrantes.
Los colocados
son todos aquellos que viven de la política,
sus familiares, amigos, los que tienen un trabajo por algún enchufe, los
que
han hecho negocios con los corruptos, los que cobran subvenciones o
subsidios que no les corresponden porque alguien que
conocían les ha hecho un favor y en general todos aquellos que se
benefician de
alguna forma de que alguien que conocen o alguien a quien pueden acceder
de los
que ocupan el poder les puede hacer algún favor en un determinado
momento.
Estimo que esta población no descenderá de los siete millones de
ciudadanos. Todos estos votarán por opciones afincadas en el poder, PP,
PSOE, IU y nacionalistas.
Los desinformados son aquel sector de la población que
considera que la única forma de resolver los graves problemas que tiene la
democracia en nuestro país es acudirá a las urnas para apoyar a los mismos que
han creado los problemas, para darles la oportunidad de que sean buenos y los
resuelvan. También hay un sector importante de votantes atemorizados que
recuerdan la época de Franco en que no había democracia, y no se podía acudir a
las urnas y consideran que votar por cualquiera para que haga cualquier cosa es
la mejor forma de defender la democracia, porque pudiera ocurrir algo peor.
Estimo que esta población tampoco descenderá de los seis millones de
ciudadanos. Su voto será diverso, dependiendo de su grado de desinformación o miedo.
Por último tenemos los románticos recalcitrantes
que
consideran que votando por gente que defienda otras ideas, a pesar de la
corrupción bochornosa del sistema servirá de algo para cambiar las cosas
en
Europa, y después cambiarlas en España, sin darse cuenta de que una
situación
como la que aquí se vive no se vive en otros lugares de Europa y al
final los
que protestan serán una micro multitud de rebeldes, sumergidos en un
montón de
dinero fácil, a razón de 10.000 euros al mes por cada colocado en el
Parlamento
Europeo que puedan agregar. Aunque todos los parlamentarios que salieran
en las
elecciones por España fueran radicales, quedarían subsumidos entre los
750 que
forman el Parlamento Europeo, como una minoría ridícula y particular de
la
coyuntura de este país. Estimo que este grupo en el que se incluyan los
partidos convencionales como UPyD, Ciudadanos, UPN, Foro, Compromis,
pequeños partidos nacionalistas, que no han sido capaces de denunciar la
sordidez del sistema a pesar de tener representación política, sino que
se benefician de su participación en el poder y las novedades
"espectaculares" como VOX, Podemos, RED y todas las demás,
que prometen cambiar el mundo si son elegidas, este grupo diverso no
pasará de cinco o seis millones de ciudadanos en sus apoyos.
Con este apoyo la casta política española tratará de seguir
adelante como si nada hubiera pasado, así que tendremos alrededor de 18-20
millones de votantes, por 22-23 millones de absentistas. Es hora de recordar
que la democracia es en última instancia un gobierno de la mayoría de los
ciudadanos y cuando la mayoría se abstiene, es hora de reflexionar para
aquellos que se han propuesto como sus representantes, porque a partir de ahora
sólo podrán decir que representan a aquellos que les han votado, y entre todos
no llegarán a ser mayoría.
Es posible que haya más alternativas, como los votantes
sumisos que acuden a votar por lo que dicen los que salen en la tele (en la
tele sólo salen los que les interesa a la casta que salgan), o diversas
alternativas creadas desde determinadas aficiones, sectas y agrupaciones
diversas, manejadas desde las redes sociales o el mundo de internet. Hoy sale
mucho más barato engañar a los prójimos, porque se ha perdido el concepto de
que la democracia no es exclusivamente una representación del poder, sino una
representación de los ciudadanos que se enfrentan al poder, pero desde la
presencia de los partidos políticos, eso resulta imposible.
Por tanto, en estas
elecciones asistiremos al episodio
apoteósico de la casta, los elegidos a pesar de haber sido por una
minoría de
participantes, representarán a todos, a los que han acudido a las urnas y
a los
que han decidido no acudir a ellas, porque no comulgan con las ruedas de
molino
que los farsantes les ofrecen. Tan solo por mostrar a los españoles la
extravagante democracia que tenemos en la que sólo se representan los
que
deciden apoyar el sistema, servirá este episodio de nuestra historia
para
convencernos de que esto se parece a la democracia como un magnífico
embudo, con una gran
apertura para los deseos y los sueños, y un final estrecho que sólo
beneficia a
los que sacan algo del negocio, por ejemplo los 54 colocados a razón de
120.000
euros al año, más dietas, viajes y alegrías, más los 21.000 euros al mes
que tienen para contratar a sus amigos como asesores. Debe recordarse
que la capacidad de ilusionarse con una pantomima electoral, también se
corresponde con el dinero que van a quedarse los estafadores en la boca
del embudo, después de las elecciones, y el que van a recibir los
ilusionados en la desembocadura.
Si queremos acabar
con los que nos estafan, veo difícil que
seguir subiendo gente al carro de la estafa vaya a servir para algo que
no sea
incrementar el tamaño y la desfachatez de la estafa. Cierto es que en
una democracia cada ciudadano puede hacer lo que le dé la gana, pero
resulta extraño que sólo pueda brindarse atención a aquellos que
pretenden resolver los problemas que tenemos desde su apoyo a lo que
existe, mientras que aquellos que abogamos porque eso resulta imposible,
que somos mayoría, hayamos sido apartados como herejes de cualquier
canal mediático, pudiendo expresar nuestra opinión exclusivamente en las
redes sociales y los medios de internet, porque son los que están fuera
del control del poder, como las paredes que recibían las pintadas en
otros tiempos.
Si por alguna razón quieres ser rebelde, sé consecuente,
no apoyes a farsantes ni mangantes, que viven de representar sus
propios intereses dando tu apoyo a los partidos políticos reaccionarios
que se presentan a las elecciones europeas, porque precisamente todos
ellos son los que impiden la existencia de una auténtica democracia con sus engaños.
Enrique Suárez
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