lunes, 19 de mayo de 2014

La abstención pasiva contra el voto activo


Con respecto a las campañas que llaman a la "abstención activa", tengo que oponer objeciones. Hasta donde llega mi conocimiento, la abstención es una opción política, y quien la toma está diciendo que considera irrelevante el peso de su voto a la hora de oponerse o de afirmar  los actos de un Gobierno, y que no considera útil para sus intereses apoyarlo. Por lo tanto la abstención es siempre activa, y consciente.
Y manda un mensaje: “no me gusta ninguno de ustedes; no me gustan las elecciones; prefiero usar mi tiempo a mi manera”.

Luego lo que haga cada cual, dormir la siesta, manifestarse, repartir sopa en el comedor, o ir a la huelga, son cuestiones que no tienen nada que ver con votar o no votar, y que deberían separarse nítidamente. Es que si hay “abstención activa”, deberíamos hablar también de “voto activo”. Pero no se habla de “voto activo”, porque Rajoy vote y esté todo el día luego trajinando enjuagues, por ejemplo, en comparación con el “voto pasivo” de Manolito el de los cupones, que se pasa el día en su esquina pregonando premios. No.

Quienes hablan de la “abstención pasiva”, lo hacen para desacreditar  la abstención, y mostrarla como algo de vagos no comprometidos. Bueno, ahí tenéis a millones de votantes comprometidos con el sistema, dando su aval al gobierno de turno. ¿No es eso grotesco? Por eso, a mí lo que me parece, es que los que llaman a votar, no están pidiendo que la gente participe, no. Lo que están diciendo es que lo correcto sería que votasen a su opción política.  Pero en el momento que alguien vota al partido incorrecto… Eso ya les gusta menos. No solo vota, si no que se equivoca.

Hay gente que piensa que es correcto votar en determinadas circunstancias, por ejemplo, para evitar que se construya una central nuclear, o para quitar al alcalde del Ayuntamiento, que lleva treinta años con chanchullos. Pero en esos casos, si con el voto se consigue desplazar al cacique, o se paraliza la constructora, lo que se demuestra es que hay un estado de opinión colectiva favorable a un cambio. Y en mi opinión, llevar a cabo ese cambio mediante el procedimiento establecido, es dar valor al sistema electoral, pues se demuestra que sirve para cuestiones útiles y puntuales. De acuerdo, y entonces… ¿No sería mejor que vote el que crea en gobiernos, alcaldes y diputaciones? ¿No es otra opción, el intentar canalizar los deseos colectivos de forma que la gente se una y participe activamente en la vida política, de forma directa y no votando?

Se dirá que una cosa no quita la otra… Pero ojo, da la impresión de que sí. Doscientos años de democracia liberal, parecen demostrar que donde hay mucho voto, hay poca participación. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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