miércoles, 4 de junio de 2014

¡Malditos bastardos!



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Después de leer que la ejecutiva del PSOE, tras reconocer su "tradición (¿o traición?) republicana" mostraba su adhesión al futuro Felipe VI; que todos los hipotéticos candidatos de las primarias con peso específico (Madina, Chacón o Susana Díez) manifestaban su apoyo a Felipe VI; que Rubalcaba ha ido de la manita de Rajoy en el sigiloso proceso de abdicación del Borbón y su sustitución, para fortalecer la debilitada monarquía, por la esbelta figura de Felipe VI; que Zapatero, ex presidente socialista, piensa que se renovarán y fortalecerán las instituciones con Felipe VI; que el representante de las Juventudes Socialistas, en un guiño para débiles mentales prestos a dejarse embaucar, pedía un referéndum para decidir si nos tragamos a Felipe VI; que...

No puedo más, después de atragantarme con tanta infamia de esa supuesta izquierda (de la derecha pepera de la que nada espero, sólo espero, por su esencia, que apoye esa injusticia que se llama monarquía y otras mil), que responde a las siglas PSOE, se me vino a la mente, airado, el título de la película de Tarantino, el exabrupto que encabeza estás líneas.
Hasta ahora, cobardemente, se han refugiado en esa ideología de lo campechano que era el juancarlismo. Planteamiento básico: no soy monárquico, pero soy seguidor fiel del supremo hacedor de democracias proveniente del fascismo (el otro gran druida, Adolfo Suárez, también elaboró sus primeras pócimas en el sanguinario régimen) llamado Juan Carlos Primero. Veloces, la mayoría de ellos ya transmutan a felipistas después. Tampoco debe costarles demasiado, pues ya han tenido durante más de 20 años el liderazgo de un Felipe probablemente más pérfido (aunque con el aval de su elección por voto popular) que el individuo del que voy a ser súbdito  a partir del 18 de junio de 2014. Todo, incluidos sus 21 gramos de almita republicana, se sacrifica en el ara de la estabilidad institucional, de ser un partido de estado.
Hay un argumento especialmente artero. José Miguel Pérez, vicepresidente socialista del gobierno autónomo de Canarias (Coalición Canaria-PSOE): "Si hubiera un referéndum lo ganaba la monarquía", expresó este mago menor. Definitivo: el PSOE no apoya una consulta para que su almita agonizante no se lleve un chasco incapaz de superar. No, Don José Miguel, colega (no es despreciativo, es historiador, como quién esto escribe), usted sabe que los cambios históricos no vienen solos, que la actuación colectiva de los grupos sociales que componen los pueblos y de sus diversas organizaciones, son fundamentales para transitar un rumbo político u otro. Un hombre de izquierdas y, por ende, republicano, tiene la obligación moral de no escudar su cobardía política en un simulado "yo querría pero no se puede" falaz.
Los 110 diputados del PSOE (alrededor del 30% de la cámara) podrían presentar una ley que solicitara la transformación de una jefatura del estado vitalicia y hereditaria en otra electiva y con una duración determinada, mediante la celebración de un referéndum. Pero no. Un no rotundo. El PSOE votará, junto a la derecha del PP, UPyD y CiU, la ley de abdicación aprobada por el gobierno que facilitará el relevo en el trono. Esta ley recibirá el apoyo de más de trescientos (nada heroicos) diputados. O sea, el 90% de la cámara. ¿Alguien cree que si este mes de junio, que verá la entronización de Felipe VI, se celebrara una consulta popular la monarquía tendría un 90% de los votos?

El PSOE, con su generalizada postura entreguista, abofetea a gran parte de su base social que, dicho sea de paso, hasta ahora ha manifestado una preocupante tendencia al masoquismo, a perdonar cada canallada que supera la anterior. He usado el pasado porque, en un cierto alarde de esperanza, más inducido por alguna voz de mi entorno que por mi acendrado pesimismo, puede que los adormecidos y añulgados por los cantos de sirena previos a las citas electorales (¡qué viene la derechaaaaa...! ¡qué viene la derechaaaaa...!), comiencen a desperezar sus mentes y aventar sus miedos.
Parece que hay un país que anhela otra realidad, aún pequeño, insuficiente, que se mueve cada vez más intentando dejar atrás al país oficial, ese país de corruptelas y componendas donde aún hay, tantos años después de escrita la hermosa letra de La Internacional (¿la recuerdan amigos del PSOE?), reyes, dioses y tribunos alquimistas que nos venden como oro el tóxico plomo.

2 comentarios:

  1. En estos momentos tan… excepcionales, no puedo dudar de mis sentidos, de mi capacidad para razonar, de mis actos. Por mi salud mental tengo que prescindir de unas fuentes evidentemente contaminadas. Tengo que mantener el criterio, la capacidad de análisis, la lucidez. Tengo que apagar la tele, tirar la radio y dejar de comprar el periódico. Su mundo no es de este mundo”.

    ResponderEliminar
  2. “El Rey Juan Carlos abdicó el lunes para, según la portada del diario progresista El País, “impulsar las reformas que pide el país”. Solo un día después la cifra de parados bajaba 111.916 personas, la mayor caída en un mes de mayo. Letra pequeña: el 92% de los nuevos contratos es temporal. En la Cadena SER, la periodista tertuliana asegura que “vivimos en un estado de excepcionalidad”. Felipe Gonzálezhabla en esa radio de sí mismo, y de lo gran amigo que es de su majestad. En Antena 3 Rodríguez Ibarra dice que la República no solucionaría el problema del paro. En ABCrecuperan el momento en que Juan Carlos I fue bautizado por Pío XII. El socialista obrero Rubalcaba dice que “el Rey garantiza la integridad de España”. EnTelecinco aseguran que el príncipe es “impecable” y que a Juan Carlos deberemos seguir llamándole “majestad”. En “Las mañanas de Buruaga” (COPE) afirman que “el príncipe estará muy cerca de los que sufren, de los pobres y marginados”. “Es capaz, lo va a hacer bien”, asegura Zapatero en La Sexta.“Tras el gesto de generosidad del rey lo que toca es cumplir las previsiones”, pide Carmen Enríquez, periodista especializada en Casa Real. “El pueblo español es monárquico”, dice Mariano Rajoy el día siguiente a la real abdicación. “En la calle se ve que hay más alegría”, insiste Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno”.

    ¿Qué hacemos? expresa lo que algunos sentimos con tal pasión y precisión que le dejo a él decirlo:

    “En ocasiones tengo la sensación de vivir en otro planeta, en otra galaxia, en aquel mundo raro de Alejandro Fernández. Un lugar donde, recuerde, no saben llorar, no entienden de amor y nunca han amado. Un mundo raro en el que soy un extraterrestre, un ciudadano de segunda, marginal, extravagante, radical, asocial. Veo una realidad distinta a la que me cuentan los grandes medios de comunicación. Tengo la sensación de que políticos, periódicos, radios y televisiones me hacen luz de gas, de que quieren convencerme de que vivo en una España diferente a la que siento cada día. En la calle, en el bar, en el colegio, en el mercado, en la librería, en la cena con los colegas… No veo alegría. Veo desencanto. No creo ni en Juan Carlos, ni en Felipe, ni en Mariano, ni en Alfredo. No siento que pertenezcan a mi especie, que estén al lado de mi gente, que luchen por un mundo mejor.

    ResponderEliminar