Los aparatos estatales crecen y crecen, y con ello
aumenta la falta de libertad y el parasitismo. Las instituciones de la Unión
Europea son su cuarta expresión, tras el organismo central, las autonomías y
los ayuntamientos. Cantidades enormes de dinero son gastadas en
mantener a la perversa casta partitocrática afincada en Bruselas, instrumento
del imperialismo alemán. En las elecciones del 25-M la izquierda y la derecha
pelean por las decenas de miles de puestos y cargos muy bien remunerados que
ofrece la UE. En sus pendencias ya no hay ideología, ni menos aún espíritu de
servicio, ética y honradez, sólo codicia, voluntad de poder, hedonismo y
arribismo de grupo y personal. Todos y todas las candidatas se despepitan por
conseguir unos ingresos tan fabulosos como los de Magdalena Álvarez, jerarca
feminicida de la izquierda.
Los partidos, sean de izquierda o de derecha, son
meras corporaciones de negocios y aparatos de dominación que buscan su bien
particular, contra el pueblo, contra los pueblos. Todos, los de izquierda igual
que los de derechas, están financiados por las instituciones y la banca, a
quienes deben obediencia. Las campañas electorales son gigantescas operaciones
de mercadotecnia, carísimas, que violentan la libertad de conciencia de la
gente común por medio de un adoctrinamiento colosal.
Una sociedad fundamentada en el aleccionamiento de
las masas, sin libertad de conciencia, es tiránica, liberticida, falsamente
democrática. Y las elecciones realizadas en esas condiciones son no-libres. Por
ejemplo, no permiten que la opción, legítima, de la abstención consciente, responsable y cívica, aparezca en los
grandes medios de comunicación, en lo que es una desvergonzada violación de la
libertad de expresión y del derecho de cada persona a recibir todos los enfoques
e idearios políticos, expuestas en condiciones de razonable igualdad de
oportunidades.
La falta de libertad política y el omnipresente
adoctrinamiento de masas están erosionando decisivamente la calidad de la
persona, contribuyendo a crear y mantener la sociedad actual, de los seres nada,
de la aniquilación de lo humano.
No se trata, por tanto, de que estas elecciones y
estos partidos sean negativos. Lo es todo el sistema político. El parlamentarismo
es una forma de dictadura política, en la que el pueblo es suplantado por los
partidos políticos y la libertad interior de la persona por la manipulación de
las mentes, siendo las elecciones una parodia que permite “elegir” a unos
sujetos que son simples títeres de los poderes fácticos, funcionariales,
económicos, académicos, mediáticos, militares y pedantocráticos. Así no puede
formarse de manera libre, informada y juiciosa la voluntad política de cada
persona y de toda la sociedad.
Votar, incluso en blanco, es validar el sistema. Se
trata de repudiarlo en su totalidad y en su raíz con la abstención consciente, responsable y cívica.
Abstenerse es dar un paso hacia una necesaria
revolución política integral, en la que la gente común conquiste la libertad,
la soberanía, la democracia y el autogobierno, en un orden con libertad de
conciencia, política y civil, en el que sean las clases populares, directamente
y no por supuestos representantes, las que deliberen, formulen, tomen, realicen
y fiscalicen la totalidad de las decisiones en todos los ámbitos de la vida
social.
Abstenerse en avanzar hacia la recuperación de la virtud cívica y los deberes cívicos, que son entrega
desinteresada, esfuerzo no remunerado, sentido ético, voluntad de servicio y
participación directa, no delegada, en la vida política, por amor al bien
público y afecto hacia los demás.
Para ampliar lo expuesto en este artículo recomiendo la lectura de cuatro de mis libros, “La democracia y el triunfo del Estado”, “Crisis y utopía en el siglo XXI”, “Pensar el 15-M y otros textos” y “Seis estudios” (en particular el capítulo “El parlamentarismo como sistema de dominación”).
Para ampliar lo expuesto en este artículo recomiendo la lectura de cuatro de mis libros, “La democracia y el triunfo del Estado”, “Crisis y utopía en el siglo XXI”, “Pensar el 15-M y otros textos” y “Seis estudios” (en particular el capítulo “El parlamentarismo como sistema de dominación”).
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